pink floyd



PINK FLOYD
Richard Wright: teclados y voz / David Gilmour: guitarras y voz / Roger Waters: bajo y voz / Nick Mason: batería 
Syd Barret: guitarras y voz (hasta 1968)

ÍNDICE

TEMAS SOBRESALIENTES

        - Introducción
1969 - More
1969 - Ummagumma
1971 - Meddle
1977 - Animals
1979 - The Wall
1983 - The Final Cut
1988 - The Delicate Sound Of Thunder (live)
1995 - P.U.L.S.E (live)
2000 - The Wall Live

SINGLES y ARCHIVOS:
1971 - Relics

COMPILADOS DE HITS:
2001 - Echoes

BOX-SETS:
1992 - Shine On

CONCIERTOS:
Astronomy Domine (The Piper At The Gates Of Dawn)
Lucifer Sam (The Piper At The Gates Of Dawn)
Let There Be More Light (A Saucerful Of Secrets)
Set The Controls For The Heart Of The Sun (A Saucerful Of Secrets)
One Of These Days (Meddle)
Echoes (Meddle)
Time (The Dark Side Of The Moon)
Money (The Dark Side Of The Moon)
Brain Damage / Eclipse (The Dark Side Of The Moon)
Shine On You Crazy Diamond (Wish You Were Here)
Wish You Were Here (Wish You Were Here)
Dogs (Animals)
Pigs (Three Different Ones) (Animals)
Sheep (Animals)
Another Brick In The Wall (part 2) (The Wall)
Hey You (The wall)
Confortably Numb (The wall)
Learning To Fly (A Momentary Lapse Of Reason)
Arnold Layne (Relics)
See Emily Play (Relics)
Careful With Tha Axe, Eugene (Relics)


próximamente





The Piper At The Gates Of Dawn – 1967

8+/10

"You can't see me but I can you"
1) Astronomy Domine; 2) Lucifer Sam; 3) Matilda Mother; 4) Flaming; 5) Pow r. Toc h.; 6) Take Up Thy Stethoscope And Walk; 7) Interstellar Overdrive; 8) The Gnome; 9) Chapter 24; 10) Scarecrow; 11) Bike.
mejor canción: Astronomy domine
1967 fue el año más psicodélico de todos los tiempos. Los Beatles aparecieron con Sgt. Pepper's y como aquello no resultó lo suficientemente fumado sacó Magical Mystery Tour unos meses después. Los Stones no quisieron ser menos y editaron el muy criticado pero aceptable Their Satanic Majesties Request llegando a extremos de experimentación aún más peligrosos que los Beatles. Ni hablar de que los principales grupos "heavy" del momento como Hendrix y Cream incluyeron matices fuertemente psicodélicos en sus obras, ni hablar del debut de los Doors con canciones como The End yCrystal Ship, y ni hablar de la costa oeste estadounidense donde al parecer todo el mundo se estaba intoxicando con LSD y aparecían grupos como Jefferson Airplane y discos como Surrealistic Pillows. Pues bien; todos estos grupos con sus experimentos amenzantes y delirantes son pequeñas criaturas ingenuas al lado de PInk Floyd y su revolucionario The Piper At The Gates Of Dawn. El lado más oscuro, el más violento, el más peligroso, el más INSANO de la psicodelia británica explota como una bomba de clavos en este álbum de la mano de un tal Barret. Syd Barret, para ser más preciso, que no era un inglés más transitoriamente jugando con la psicodelia, sino que era un lunático esquizofrénico inmerso en quién sabe qué mundos lejanos.
Es bastante común que algunos se babeen sobre el álbum proclamándolo una de las obras experimentales más geniales de todos los tiempos. Para estos oídos (los míos, claro) en cambio, el álbum está sobrevalorado. Claro, su caracter completamente revolucionario ayuda, pero en cuanto a solidez compositiva y valor de entretenimiento la verdad es que se estanca en varios puntos. A veces The Piper At The Gates Of Dawn me desconcierta: por momentos me parece un genial e inagotable caleidoscopio de sensaciones, desbordante de creatividad y pletórico en imaginación; otras veces me pregunto si estos experimentos vagos, extremos, repletos de onomatopeyas y cacofonías extravagantes y en ocasiones casi carentes de musicalidad, por desafiar las convenciones establecidas son más meritorios que los intentos más cohesivos, amplios, y rockeros si se quiere, de Dark Side Of The Moon Wish You Were Here. 
Particularmente no me parece que Syd Barret, cerebro total del álbum, sea tan genial como se dice; era un gran compositor de canciones psicodélicas, por supuesto, pero difícilmente alguna de sus creaciones merezca mayor atención más allá del armazón de efectos psicodélicos que las recubren (BikeInterstellar Overdrive). Claro... objetarán con razón que estas canciones valen en un 90% por sus arreglos psicodélicos y que pretender que se valgan sin ellas es como pretender que Stairway To Heaven salga a flote sin su solo de guitarra, sin sus flautas y sin sus acordes psicodélicos. Es cierto: estas canciones no fueron pensadas como lo último en genio compositivo, sino como lo último en arreglos bizarros. El inconveniente es que estos arreglos bizarros a veces como que no van a ningún lado y las atmósferas no son todo lo fuertes e interesantes que deberían.
Pero Piper no merece realmente ser despreciado como una mera curiosidad bizarra. En Sgt. Pepper's y sus principales secuelas, el concepto de psicodelia es solo una mano de pintura, un ornamento incidental, que recubre temas en esencia convencionales. En The Piper At The Gates Of Dawn lo psicodélico no es solo eso, sino la esencia de los temas mismos. Son canciones que son psicodélicas desde su misma raíz, y si le quitas "lo psicodélico" no nos queda nada. No hay canciones que sean inolvidables como canciones; lo que impresiona del álbum, y lo que constituye su principal mérito, es el desparpajo admirable con el que Barret y compañía cantan y tocan cosas que casi nadie en su momento se atrevería a cantar o tocar; violan las estructuras, desafían los convencionalismos y retuercen los esquemas como nunca nadie había intentando antes: The Piper At The Gates Of Dawn deja absolutamente en ridículo a cualquier intento psicodélico de la época. No porque sea más disfrutable o sólido sino porque se anima a ir mucho más allá, cruzando peligrosamente canciones infantiles inocentes con delirios propios de un cometa asesino viajando a la velocidad de la luz por el hiperespacio.
La distancia de este Pink Floyd con el más clásico y de Waters es abismal: aquí nada de esperar pasajes monumentales o plácidos comandados por fluidas guitarras eléctricas, potentes ritmos o climáticos teclados, no-no-no-no. El oyente tiene que estar bien preparado para viñetas psicodélicas chocantes la cual más disparatada y novedosa, plagadas de susurros reverberantes, órganos góticos que viborean azarosamente por el aire, arremetidas esquizofrénicas frenéticas, melodías disparatadas que parecen no venir de ni ir a ningún lado y guitarras que escupen inesperadamente los acordes más trasnochados. El álbum es único, es un crisol de sensaciones inimitable. Quizá los incondicionales del rock progresivo y sinfónico se quedarán con las ganas de escuchar algo más potente, acequible y roquero como lo es lo más tradicional de Pink Floyd, pero este álbum tiene una originalidad tan espectacular que no recomiendo desdeñar así por las buenas. Obviamente, a veces TANTA locura y falta de dirección clara en las melodías y riffs puede tornarse corrosiva para los nervios, por eso no puedo contar este álbum entre los favoritos. Amo lo experimental, pero mucho más cuando se lo conjuga con el concepto de "accesibilidad".
A mi juicio las mejores y más disfrutables canciones aparecen apenas empieza el disco. La seguidilla que componen los tres temas iniciales es clásica. La genial Astronomy Domine es lo más recomendable de todo el set. Un fade-in terrorífico, un riff que parece decir de entrada: "GUARDA QUE ESTAMOS TRATANDO CON COSAS JODIDAS" y una melodía vocal extrañísima que parece inventada sobre la marcha. Al principio esta melodía me ponía sumamente nervioso, odiaba que fuera totalmente impredecible, que no pudiera saber a dónde apuntaba. En general nuestro cerebro siente placer cuando una melodía lo conduce por caminos previsibles y luminosos, donde uno puede ir adivinando una secuencia de acordes lógica, donde lo que se cantó de una forma se volverá a cantar igual la siguiente vez. Por eso estas melodías, y sobre todo la de Astronomy Domine, resultan como un rallador de queso raspado contra nuestra cabeza; es como algo que empieza en un lugar y dispara para cualquier lado sin que podamos controlarlo. Claro que me adapté a esto y disfruto muchísimo, aunque la canción sigue rallándome el cerebro. Casi mejor es la inimitable Lucifer Sam una especie de rocker con un formidable riff psicodélico (lo mejor de todo el álbum sin dudas) que parece al mismo tiempo la banda de sonido de una película de espías y una canción para surfear. Claro que no es ninguna de las dos; es una simpática oda a un gato mágico o algo así. El gancho "That cat's something I can't explaaaaaiiiiin" se te va a quedar en la cabeza, cuiadado. Matilda Mother... el ambiente de fantasía y magia que logra este tema es algo que solo puedo comparar con contadísimas canciones; se trata de una encantadora oda a los sueños infantiles plagada de exquisitas armonías y dotada de un misterioso solo de órgano.
A mi juicio, las siguientes canciones no pueden igualar semejante trinidad, pero eso no quiere decir que sean débiles. Flaming es una excelente canción con una de esas melodías rarísimas y hermosas a la vez, que se va repitiendo a medida que se le agregan matices e intrumentos de forma notablemente lograda. La bizarra Pow R. Toc. H ya entra en zonas de patología: chillidos lúgubres, plácidos pianos jazzeros, un jam ruidoso repleto de feedbacks y una majestuosa coda arpegiada. La verdad es que me gusta mucho: es algo que pondría en el stereo del auto para desconcertar a mis amigos. La canción de Roger Waters Take Up Thy Sthetoscope And Walk es la más odiada del álbum y ciertamente los versos son bastante torpes, pero para mí el jam trasnochado y ultra-veloz del medio es FANTÁSITICO y definitivamente hace valer la experiencia. Ahora bien, todas estas son canciones para adolecentes enamoradas comparadas con Interstellar Overdrive, la madre de todos los delirios psicodélicos y avant-garde, la canción más positivamente amenazante y violenta del álbum. Su principal atractivo es ese riff ANTOLÓGICO, una cosa ácida e insuperable que transmite una sensación de amenaza brutal. Pero después de ese riff la canción no entra en los terrenos que uno espera, sino que se inclina hacia los extremos más insospechados del universo a través de un desarrollo atonal, amorfo, delirante y tortuoso; los oídos no entrenados no podrán tolerar Interstellar Overdrive entera y particularmente yo no la disfruto, la sufro. Y esto NO ES una crítica; evidentemente esta canción fue escrita para hacer sufrir. El día que me convierta en un alien carnívoro quizá tenga esto en mi walkman, pero por ahora soy un inofensivo hombre de familia y con escuchar esta tortura una vez por año me basta.
Tras esta pesadilla The Piper se pone mucho menos interesante para mi gusto, aunque nunca pierde color. Con The Gnome Barret retorna al mundo de los niños; una melodía saltarina y maravillosamente apropiada para cantar en el jardín de infantes. Algo similar ocurre con Bike, pero esta ya no se si le va a gustar tanto a los niños, porque se va poniendo más siniestra, insana y patológica a medida que avanza. Y las letras son tan dementes que dan miedo, así de simple. En el medio tenemos Chapter 24 quizá lo menos memorable del álbum pero ayudado por una fantástica línea de bajo (presten atención a la línea de bajo y tendrán algo en que ocuparse) y Scarecrow, el único momento más o menos relajante y acústico del álbum.
Y aquí termina nuestro crisol de locura... lo amás o lo odiás. No hay término medio; a lo sumo lo odiás y lo amás al mismo tiempo, como es mi caso. La razón por la cual este álbum es tan dificil al principio es que no lleva al oyente por los terrenos que uno espera. Es como ir por un camino tortuoso que tuerce inesperadamente para el lado menos pensado; eso molesta al caminante (oyente). El oyente quiere oír cosas coherentes. Y si hay un calificativo que ciertamente NO SE APLICA a este álbum es "coherente". Si estás en la vena, esta es una ENORME experiencia que difícilmente olvides, pero es de ese tipo de álbumes que más que lágrimas en los ojos te mete clavos en el cerebro. Una imaginación que vuela alto, quizá demasiado alto.

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A Saucerful Of Secrets – 1968

7+/10

"Little by little the night turns around"
1) Let There Be More Light; 2) Remember A Day; 3) Set The Controls For The Heart Of The Sun; 4) Corporal Clegg; 5) A Saucerful Of Secrets; 6) See-Saw; 7) Jugband Blues.
mejor canción: Let there be more light
Si tenemos en cuenta que este álbum fue publicado solamente un año después de The Piper At The Gates Of Dawn, resulta sorprendente lo diferentes que suenan. No es que haya una zanja descumunal entre ambos; hay varios elementos que permiten identificar que esta es la misma banda que grabó Piper, pero a la luz del poco tiempo que tuvo la banda resulta sumamente interesante observar cómo ya desde 1968 Pink Floyd se aleja de la fórmula inicial y da un paso decisivo hacia lo que será su sonido definitivo (y muy diferente) más adelante.
La psicodelia astral, la imaginería colorinche, el toque demente no han desaparecido por completo, pero han dado un paso al costado. La influencia de Barret, afectado ya completamente por sus míticos desórdenes psicológicos y excesos con la droga, es muchísimo menor que en el disco debut donde había sido el cerebro del proceso creativo: a partir de aquí es Roger Waters quien empieza a tomar las riendas del asunto, y con Saucerful Of Secrets deja de lado las canciones infantiles como Mathilda MotherBike The Gnome y va incorporando de a poco esquemas que tienden a lo obsesivo y lo oscuro, experimentos puramente avant-garde, climáticos crescendos, largos pasajes instrumentales y grandiosidad en el sonido. Todos ellos elementos fundamentales del clásico sonido Floyd de los 70, aunque aun muy lejos de su pleno desarrollo y todavía intercalados con el aura vanguardista, underground y esquizoide propia de la primera etapa del grupo. La psicodelia pura del álbum anterior solo se hace presente a través de las dos composiciones de Rick Wright, Remember A Day Jig Saw.
Para cocretar la reforma estilística que tenía en mente, Waters contrata al guitarrista Dave Gilmour, compañero de estudios de Barret. Gilmour, su voz y su distintivo estilo serán una pieza central del Pink Floyd clásico ulterior, pero aquí en A Saucerful Of Secrets su presencia apenas se nota, participando solo en las canciones donde no participa Syd Barret, sin madurar sus clásicos solos y sin cantar aún. Todavía sigue siendo más notable la presencia de Barret quien, a pesar de tener solo un crédito compositivo en todo el álbum, pone su voz en la mayoría de las canciones y su esquizofrénica guitarra. Es el único trabajo de la historia de Pink Floyd que cuenta con la participación (aunque no conjunta) de los cinco miembros históricos del grupo.
En cuanto a calidad se refiere, A Saucerful Of Secrets es un álbum bastante dispar que comienza en perfecta forma pero que a medida que avanza va cayendo en terrenos cada vez menos inspirados e interesantes, cerrando con una de las peores canciones de la historia. En rigor, esta evidente irregularidad lo pone por debajo de Piper a mi juicio, pero personalmente disfruto de ambos por igual e incluso a veces prefiero Saucerful que en definitiva no te quema tanto la cabeza con delirios ácidos, optando por un sonido más reptante, más atmosférico y bastante más oscuro.
Por suerte, abrimos de forma magistral con la perfecta Let There Be More Light, firmada por Waters. Recordemos que su único antecedente era la precaria Take Up Thy Sthetoscope And Walk; pues yo diría que SI hubo progreso. El crescendo pesadillesco del comienzo es sencillamente uno de los mejores pasajes de toda la historia de Floyd; tiene un aire malicioso, cruel, oscuro (vaya contradición con el título de la canción) realmente cautivador. Esas primeras líneas de bajo metálicas y punzantes son algo realmente especial para comenzar el disco y demuestran la frecuentemente olvidadada creatividad de Waters como bajista (aunque hay quienes dicen que en realidad Gilmour es bajista en esta canción, sin contar el innegable parecido con el bajo de 2000 Years From Home de los Stones). Al bajo se le van agregando platillos y tenebrosos órganos que crean un paisaje sónico que te volará la cabeza. Los versos y estribillos que le siguen al crescendo se suceden fluidamente con muy buenas melodías y vocales de Wright y Barret con referencias a los Beatles en la letra completando la mejor canción del álbum. El buen nivel se mantiene con la infravalorada Remember A Day de Wright, un excelente corte psicodelia que debido a sus arreglos puede sonar un poco dispersa las primeras veces pero que se vale gracias a una melodía muy fuerte y evocativa, algunos pasajes instrumentales inquietantes que rememoran los mejores momentos del álbum anterior y un piano melancólico y ácido a la vez. La siguiente Set The Controls For The Heart Of The Sun es otra pequeña obra memorable, difícil de digerir y aburridísima a primera oída pero que llega a convencer con el tiempo; su mantra monótona, obsesiva y tensa, subterránea, y misteriosa constituye un logro mayúsculo; logra ser inquietante en su inmaculada quietud, sacude nuestras cabezas de una tensión incomparable, gracias a sus maravillosos arreglos con vibrafónos y toques arábicos. El rocker ácidoCorporal Clegg abre magníficamente con unas guitarras eléctricas esquizofrénicas y punzantes que rasgan el aire y rompen todo tipo de culos con su amenzante riff pesado (algo poco común en Pink Floyd); sin embargo tiene una letra sumamente estúpida y el final está sobresaturado con molestas y payasescas cornetitas repetitivas que de alguna manera le quitan vuelo a lo que venía siendo una canción (y un álbum) intachable.
Las cosas empiezan a declinar preocupantemente con la “canción” que da título al álbum, una suite instrumental larguísima y fuertemente experimental de ruiditos y cacofonías varias ¿Debería algo como esto entretenerme o fascinarme? No sé. ¡La mayoría de los críticos lo considera lo mejor del disco! Pero yo lo único que siento cuando lo escucho (si logro mantenerme despierto) es que comparada con temas de misma índole del Pink Floyd temprano (Careful With That Axe Eugene, Echoes, Atom Heart Mother, Interstellar Overdrive, Alan's Psychedelic Breakfast) debe ser de lo más flojo. Sus cuatro movimientos claramente definidos (ruiditos de órgano y campanitas / solo de percusión con disonancias varias / MAS ruiditos de órgano y campanitas / requiem de acordes de órgano) parecen competir entre sí para ver cuál es el más insulso, estúpido y aburrido; mi veredicto es que los cuatro ganan. El último movimiento quizá sea lo más rescatable, debido a que va aumentando el volumen de una forma levemente inquietante, pero más allá de eso la secuencia de acordes es excesivamente simplista y sosa. No es que descarte lo avant-garde, pero prefiero cuando alguien se ocupa de hacer que la cosa suene MAS o MENOS interesante de escuchar; así como está es una verdadera tortura. Por suerte más tarde Pink Floyd empezaría a intuir la VERDADERA forma de hacer una suite realmente impactante (ahem Echoes ahem). See Saw, también de Wright, vuelve a la vena psicodélica, pero aunque su melodía es un poco errática para mi gusto pero tiene al menos unos extrañísimos arreglos con vibráfono que le dan un toque muy demente a lo que en principio es un corte de segunda catergoría. Pero lo peor de todo queda reservado para el final: Jugband Blues, el único aporte de un inoperante Syd Barret, es el tema más incompetente de todos gracias una melodía DEMASIADO estrafalaria que parece inventada en el momento, malas vocales de Syd y un horrendo ensemble de bronces desarticulados. Por qué la mayoría de la gente rescata este tema tan insoportable es algo que todavía no entiendo; Barret haría este tipo de cosas trasnochadas MUCHO más interesantes en su primer álbum en solitario The Madcap Laughs.
A Saucerful Of Secrets mezcla sin desparpajos momentos gloriosos y cosas que deben olvidarse rápido. No es una verdadera joya y es mucho más difícil de escuchar que discos ulteriores como Dark Side Of The Moon Wish You Were Here, pero aún así constituye un revuelto de cosas raras que puede ser, por momentos, sumamente fascinante y, seguro, distinto a cualquier otra cosa.

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More – 1969

6-/10

"And it's high time, Cymbaline please wake me"
1) Cirrus Minor; 2) The Nile Song; 3) Crying Song; 4) Up The Khyber; 5) Green Is The Colour; 6) Cymbaline; 7) Party Sequence; 8) Main Theme; 9) Ibiza Bar; 10) More Blues; 11)Quicksilver; 12) A Spanish Piece; 13) Dramatic Theme.
mejor canción: Main theme
Para ser el primer LP de Pink Floyd grabado en su totalidad por la nueva banda sin Barret y con Gilmour afianzado en las guitarras, More representa un vuelco estilístico bastante extraño e inesperado que poca relación guarda con la tendencia marcada por el disco anterior, A Saucerful Of Secrets. Cuando parecía que el grupo se encaminaba con seguridad a las grandes progresiones sinfónicas y las densas atmósferas obsesivas, aparece esta verdadera rareza atípica interrumpiendo todos los patrones, desafiando todos los pronósticos y presentando nuevos esquemas musicales bastante alejados de lo que el imaginario popular concibe como "sonido de Pink Floyd". Con este peculiar álbum, el grupo entra en una etapa muy especial de su historia, en la cual una lenta, errática y confusa búsqueda de una identidad musical dará lugar a álbumes tan variados y sorprendentes como extraños e irregulares, al menos hasta la publicación de Meddle
More en realidad no es un proyecto de estudio hecho y derecho, sino un soundtrack especialmente encargado por el famoso cineasta alemán Barbet Schroeder para el film del mismo nombre (cuyo argumento tiene que ver con un viaje iniciático de una pareja a las Islas Baleares, con mucha droga de por medio). Esto explica en buena parte el porqué de la anomalía estilística que presenta el álbum; en vez de continuar desarrollando los esquemas densos y pretenciosos que se insinuaban en A Saucerful Of Secrets, el grupo baja considerablemente el tono y se dedica a componer viñetas musicales muy simples y relajadas cuya función principal es, más que impresionar al oyente, acompañar atmosféricamente las imágenes de la película. Por eso el oyente de Pink Floyd debe estar advertido: no encontrará aquí ni grandes épicas, ni excelentes composiciones revolucionarias, ni sonidos que devoren los sentidos. Tan solo una volátil música de película, que de seguro adquiere su máximo potencial en conjugación con las imágenes visuales para las que fueron pensadas, pero que en disco me dan una sensación general de intrascendencia y falta de entretenimiento.
Esto no quiere decir que More sea malo o que no tenga sus momentos. De hecho, con el tiempo pasé de no tenerle aprecio alguno a disfrutarlo medianamente cada vez que lo escucho, y si uno se acerca al material sin grandes expectativas encontrará unos cuantos momentos sumamente agradables, placenteros y hasta interesantes. Las líneas estilísticas que atraviesan el álbum pueden dividirse en tres: en primer lugar tenemos algunas tonadas acústicas extremadamente sencillas y de marcados aires folklóricos, compuestas por Waters y cantadas por Gilmour (Cirrus MinorCrying Song,Green Is The ColourCymbaline); en segundo lugar aprecen un par de excursiones en el metal y el cock-rock (The Nile SongIbiza Bar) y por último encontramos unas cuantas viñetas instrumentales puramente atmosféricas. Como verán, muchos de estos elementos constituyen una anomalía para lo que es común suponer Pink Floyd, pero sin embargo aquí están, existen, y demuestran la enorme versatilidad del grupo. De hecho, el álbum es sumamente variado.
Lo más sorprendente de More pasa por las cuatro baladas acústicas de Waters, quien se revela inesperadamente como un decente artífice de este tipo tonaditas folky. La verdad es que ninguna de ellas es la gran maravilla, pero en general gozan de melodías encantadoras que procuran una atmósfera tristona y relajante a la vez. Los arreglos, por su parte, son llamativamente despojados y sutiles para lo que suele ser la música de Pink Floyd; la voz susurrante de Dave, una guitarra acústica, algún que otro ornamento como flautas o vibráfonos y pará de contar. Ahora, por más raro que parezca en principio este estilo minimalista y folklórico, estas canciones inauguran una tradición a la que Waters, e incluso Gilmour, volverían a recurrir con frecuencia en siguientes álbumes, tal como lo atestiguanGrantchester MeadowsIfFat Old SunA Pillow Of Winds Pigs On The Wing entre otras. De las cuatro, siempre me gustó especialmente la breve Green Is The Colour, cuyos juegos de guitarra acústica suenan verdaderamente hermosos, y cuya melodía vocal es la más fuerte de todo el álbum. Un suave toque de piano y una flauta psicodélica completan el panorama de una de las mejores canciones del álbum. Sin embargo, la más rescatada en general suele ser Cymbaline, que algunos llegan a considerar entre los clásicos del grupo; personalmente no me entusiasma lo suficiente como para apoyar semejante status, pero confieso que es bastante agradable, sobre todo por sus oscuros acordes menores de piano y su enigmática letra. Cirrus Minor abre el disco con un minuto de pajaritos, antes de que se deslice una hipnótica y sutil melodía descendente, que de a poco se va difulminando en un eco para dar lugar al órgano de Wright y una modesta coda similar a la de A Saucerful Of Secrets; en la misma tónica tenemos Crying Song, que aporta una melodía vocal bastante memorable y algunos toques de vibráfono. En definitiva, las baladas acústicas del álbum son bastante inocuas, pero no puede negarse su encanto y su belleza.
Lo que sí se puede negar es el encanto y la belleza de los experimentos metálicos genéricos de The Nile Song Ibiza Bar. Quien haya pensado que Pink Floyd podía hacer cock-rock pesado y sudoroso a lo Led Zeppelin cometió un gravísimo error; los riffs de guitarra distorsionada suenan aparatosos y chapuceros, y la voz de Gilmour tratando de cantar como metalero agresivo es un espanto indigerible. Ambas melodías vocales tienen algo de pegadizo en su esencia, no voy a negarlo, pero el bodrio ruidoso que las rodea merece un rápido olvido, por lo tanto haré de cuenta que nunca existieron estas canciones.
Por último quedan las viñetas instrumentales que en algunos casos pasan como meras atmósferas, en otros como vagos experimentos avant-garde y a veces como composiciones progresivas bastante aceptables. Up The Khyber no es más que un breve interjuego de percusión, pianos jazzeros y órganos discordantes que por momentos parece extraído de la suite de A Sacuerful Of Secrets; no es algo que me muera por escuchar todos los días de mi vida, pero reconozco que para una película puede funcionar de mil maravillas y que musicalmente sale parado como un interesante jam avant-garde. Interesante, nada más que eso. Casi en la misma línea estilística está inscripta Party Sequence, que mezcla bongos con flauta durante apenas un minuto que termina antes de que podamos sacar nada en limpio. More BluesQuicksilver y A Spanish Piece son pura atmósfera incidental de fondo. More Blues no es más que un breve y genérico garabateo blusero de Gilmour y puede irritar bastante los nervios por su ritmo de batería constantemente interrumpido; la tenebrosa Quicksilver apenas pasa por una colección de ruidos extraños que me dan la idea de un loco destrozando un piano en alguna una sala lejana de un manicomio perdido; A Spanish Piece, por su parte, es una aceptable y cortísima viñeta de música típica española, en la que una voz desconocida murmura algunas cosas en castellano, de las cuales solo puedo reconocer un "Más tequila manuel" (Y me parece que ahí hubo una confusión entre México y España). Los dos temas instrumentales más interesantes son Main Theme Dramatic Theme, ya que ambos presentan las ideas musicales más cercanas al potencial grupal de Pink Floyd. Main Theme, musicalmente lo más satisfactorio del disco, se basa en una línea de bajo reciclada de Set The Controls For The Heart Of The Sun a la que se le van sumando un atractivo patrón rítmico, sonidos extendidos de órgano y un entretenido solo de sintetizador. Dramatic Theme, por su parte, también roba una línea de bajo, esta vez de Let There Be More Light, que solo sirve de plataforma para que David se mande un solo no muy destacable que se desvanece a los pocos minutos.
En fin, More no cabe entre los discos esenciales del grupo y el hecho de estar diseñado casi exclusivamente para acompañar a una película determina que no su música no logre sostenerse por sí misma en la mayoría de los casos. No obstante, quien haya amasado una colección del grupo y tenga casi todo el resto de los discos, no se arrepentirá de agregar esta curiosidad, básicamente por algunos buenos momentos concentrados en los instrumentales grupales y las baladas acústicas de Roger. Por lo menos no es tan aburrido como los más recientes discos del grupo. Y mientras tanto Pink Floyd seguirá buscando su sonido, y con More, el mundo apenas empieza a conocer las alternativas extravagantes que el grupo recorrerá en la empresa. ¡Si no me creen pasemos al siguiente disco! 

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Ummagumma – 1969

7-/10

"Icy wind of night, be gone. This is not your domain"
1) Astronomy Domine; 2) Careful With That Axe, Eugene; 3) Set The Controls For The Heart Of The Sun; 4) A Saucerful Of Secrets.
1) Sysyphus (Part 1); 2) Sysyphus (Part 2); 3) Sysyphus (Part 3); Sysyphus (Part 4); 4) Grantchester Meadows; 5) Several Species Of Small Furry Animals Gathered Together In A Cave And Grooving With A Pict; 6) The Narrow WAy (Part 1); 7) The Narrow Way (Part 2); 8) The Narrow Way (Part 3); 9) The Grand Vizier's Garden Party: Entrance; 10) The Grand Vizier's Garden Party: Entertainment; 11) The Grand Vizier's Garden Party: Exit.
mejor canción: Careful with that axe, Eugene
Llegamos al cuarto disco, esta vez un doble volumen, y Pink Floyd continúa buscando dolorosamente su sonido con resultados de lo más impredecibles. Así como Piper es el disco más psicodélico del grupo, Dark Side es su álbum más pulido y The Wall es su obra más pretenciosa, Ummagumma es lisa y llanamente, el álbum más BIZARRO que Pink Floyd haya pubicado. Realmente me sorprende la paciencia que los sellos tenían con sus grupos en aquella época; hoy en día ningún empresario discográfico en plena posesión de sus facultades permitiría que se publique un sucidio comercial comoUmmagumma, y de seguro ya habría despedido a Pink Floyd de una fuerte patada en el trasero. Porque el grupo sigue publicando álbumes pero todavía no tiene una idea clara de qué es exactamente lo que quieren hacer, qué perfil pretenden tener y qué estilo musical desean seguir... De hecho, Ummagumma en su totalidad podría leerse como un claro y poderoso manifiesto de las intenciones del grupo por aquel entonces: "NO TENEMOS LA MAS PUTA IDEA DE QUE HACER".
Lo cual no significa exactamente que los tipos no estuvieran inspirados. No, simplemente tenían dudas sobre su identidad y no sabían para dónde apuntar luego de haber perdido el rumbo con la anomalía de More... o quizá ni siquiera eso; quizá solo querían hacer un álbum BIEN jodido y extraño para confundir a la gente y divertirse un rato, aplazando los planes de desarrollo serio para más adelante. Por lo tanto en Ummagumma solo se dedican a experimentar. Pero cuando digo "experimentar" me refiero a experimentar EN SERIO, no a experimentar como, qué se yo, los Beatles "experimentan" en Sgt. Pepper's o Radiohead "experimenta" en Kid A. Nada de eso; para que se den una idea Piper Saucerful son COMERCIALES al lado de esto, son baratas y alegres viñetas de FM pop. Ummagumma es POR LEJOS lo más raro, avant-garde, indigerible y experimental de la carrera Pink Floyd.
Aunque me estoy apurando: todas estas generalizaciones se refieren al segundo disco, ya que el primero solo tiene grabaciones en vivo y no guarda demasiados misterios ni rarezas. Son solo cuatro canciones, todas de sus primeros álbumes, extraídas de una serie de conciertos que el grupo dio a medidados del 69 en Manchester y Birmingham. En conjunto no ofrecen el mejor rock en vivo de la historia, pero sí proveen un excelente panallazo de lo que eran los conciertos de Floyd por aquel entonces y en definitiva son una buena excusa (mucho más que el segundo disco) para hacerse conUmmagumma. Lo cierto es que la banda de aquellos años suena fascinante en vivo y uno no tiene que andar preguntándose mucho cuál es el sentido de haber diseñado un álbum doble; las cuatro canciones se convierten en extendidos jams psicodélicos repletos de ruidos de guitarra (que por momentos incluso rockean), progresiones con órganos colorinches y, lo más notable, una sección rítmica inesperadamente devastadora en la que Waters y Mason se revelan más competentes de lo que uno suele creer. Astronomy Domine no suena tan brillante y ajustada como en la toma de Piper, pero sigue siendo Astronomy Domine, y eso significa que sigue siendo un temazo; en todo caso los múltiples trucos nuevos que se mandan Gilmour y Wright, más una piromaníaca performance de Waters en el bajo, le dan una nueva atmósfera más oscura, alienígena y por momentos más rockera. Pero el mejor momento del álbum es Careful With That Axe Eugene, el single instrumental cuya toma de estudio puede conseguirse en Relics The Early Singles. Su idea compositiva es muy simple; se trata de un crescendo cíclico que comienza subrepticiamente con una oscura y calma línea de bajo... La tensión va aumentando de forma paulatina a través de órganos y platillos hasta explotar de pronto en una orgía de volumen, distorsión, alaridos y acordes disonantes que no dan tregua. Poco después, la fiebre instrumental empieza a decantar, volviendo al mismo bajo siniestro con el que había empezado. A mí esta versión no se me hace muy diferente a la original, pero tiene mucha más distorsión, más musculatura y más melodías de órgano impregnando el ambiente. Y ese grito perverso de Waters, que parece provenir del mismísimo Satanás en una noche de magia negra, SIEMPRE me congela la sangre... Careful With That Axe es lo más malvado, oscuro y cruel a lo que ha llegado Pink Floyd; puede parecer estúpida y simplista descripta con palabras, pero escúchenla y verán que a veces las ideas más simples son las más efectivas. Después que no me vengan a decir que Black Sabbath inventó la música oscura, porque comparadas con Careful With That Axe sus canciones parecen compuestas por los Siete Enanitos en colaboración con los Muppets y bajo supervisión técnica de los Pitufos.
El disco en vivo se completa con dos tomas de A Saucerful Of Secrets. La suite titular nunca fue mi favorita y aquí no hay excepción; otorga más atmósfera oscura, pero sin la estructura y la justeza que favorece a las demás canciones. La verdad, no sé cómo hago, pero siempre encuentro mejores cosas para hacer antes que escuchar tamborcitos aleatorios mezclados con RUIDOS SUFIRENTES de guitarra y órgano. Para peor; el requiem del final, soso pero al menos soportable, aparece arruinado por un desafinado y vacilante Gilmour. Cambiando de tema ¿Acaso pueden ver ustedes los gérmenes de la progresión final de Echoes en esta parte de la suite? Ja! A eso le llamo MEJORAR MUCHO. Set The Controls For The Heart es mejor, y aunque para mis oídos la versión original sigue siendo más pulida y profunda, ésta no se queda atrás.
Ahora sí, el álbum de estudio con material 100% nuevo. La música más extraña y experimental que haya hecho el grupo en su historia (salvo, claro está, The Division Bell y sí, eso fue una ironía). Avant-garde puro y sin concesiones; la cosa más anti-comercial que me ha tocado escuchar en un disco de rock. Si eres un novato que apenas ha escuchado el Dark Side The Wall, una incursión en este material puede darte un lindo susto... Ya lo verás tú, pequeña ovejita que pasas tu tiempo en la hierba sin inflingir daño alguno: cuando los Floyd se proponían hacer cosas jodidas y retorcidas, no hay "pero" que valga: hacían cosas BIEN jodidas y BIEN retorcidas. No hubo demasiado laburo de composición y producción aquí: más bien parece que se le entregó a cada miembro del grupo un tiempo determinado de cinta en blanco... ¿La consigna? Hacerla sonar. No importa con qué o cómo, la cosa es que del parlante salieran sonidos de algun tipo, música, ruidos, cosas, estímulos en forma de ondas invisibles que hicieran vibrar los tímpanos de la gente. Así que los cuatro aceptaron el desafío e hicieron este álbum... Podrían haberse comprado un block de hojas pentagramadas y ponerse a trabajar muy duro, pensando cada nota y combinando cada sonido... Pero no, para eso ya habría tiempo, así que los tipos agarraron el primer instrumento que vieron dando vueltas por el estudio y se pusieron a experimentar con él sin ningún objetivo concreto. Es como aquella famosa prueba de encerrar unos cuantos monos con unas cuantas máquinas de escribir; difícilmente salgan de ahí con las obras completas de Shakespeare. Algo similar ocurre aquí, los muchachos hacen cualquier cosa, y el resultado final es... bueno, justamente eso: cualquier cosa. Un gigantesco collage de sonidos avant-garde que carece de la más mínima estructura, el más básico método y la más elemental cohesión. Tenés algo que suena como pistola láser; después aparece una suave guitarra acústica; que de pronto se convierte en un alarido bestial; y un piano entra sutilmente; para lanzarse enseguida en un tobogán de sonidos como millones de avispas; suena una campana y un riff puntiagudo; ahora un flauta ensayando unas notas al azar; y en el medio de todo eso una balada folklórica salida de ninguna parte. Es así, un torbellino de cosas que no llegan a nada... Prepárate para sufrir.
¿Quieren mi opinión? Es verdad, eso quieren, ya casi me olvidaba. Bueno, mi opinión es que esta música no es TAN inaccesible como podría uno suponer, y en todo caso a veces es efectiva e interesante de escuchar. Ninguna de estas "composiciones" entrará nunca en mi lista de canciones favoritas, y por momentos todo suena espantosamente amateur, pero escuchar este disco no se me hace una experiencia tan dolorosa. Sí, es avant-garde casi puro y de pronto uno puede abrir los ojos, saltar de la silla y preguntarse "¿Que M... estoy escuchando?", pero entre tanta nebulosa de sinsentido HAY momentos interesantes, momentos divertidos, momentos incluso de placer. Solo es cuestión de estar atento y encontrarlos. Algunos de estos buenos momentos se resumen en el largo pasaje instrumental de Wright, llamado Sysyphus. La primera parte abre con un efectivísimo riff de mellotron sinfónico, siniestro y retorcido. De a poco las cosas se van calmando y para la segunda parte entran unos remolinos de piano realmente agradables, suenan como música clásica contemporánea. Es un momento relajante y musicalmente atractivo, pero progresivamente las cosas se van poniendo más violentas y disonantes, Wright empieza a cebarse y de pronto lo tenemos aporreando las teclas como un lunático. Entonces la pieza se hace verdaderamnete tenebrosa, tónica que se mantiene a lo largo de las partes restantes, en las cuales Rick solo se encarga de golpear las teclas al azar, acompañándose con otros inquierantes ruidos de procedencia incierta, para cerrar de forma portentosa con el mismo riff de mellotron con el que había arrancado.
Roger Waters empieza su sección con algo bastante normal, la mínima balada acústica y vocal Grantchester Meadows, que parece uno de sus números folklóricos de More, solo que extendiéndose por unos agonizantes siete minutos y medio sobre un trasfondo campestre de pajaritos y abejitas (Y también un aleteo de pato que es exactamente igual al que abre Across The Universe en el Past Masters 2 de los Beatles: ¡Waters usó la misma cinta de efectos especiales de los estudios Abbey Road!). Grantchester Meadows es pacífica y relajante, pero sin dudas no se trata de algo muy interesante para oir durante tanto tiempo, y la melodía vocal es demasiado vaga. Eso sí, en su siguiente "canción", el tipo compensa la normalidad de esta inocua pieza con un genuino combo de insensatez. El título ya es un experimento en sí mismo: Several Species Of Small Furry Animals Gathered Together In A Cave And Grooving With A Pict... y la "música": un montón de extraños sonidos que parecen como animalitos nerviosos y enloquecidos peleandose entre ellos: ardillas, pajaritos, murciélagos, todos participan. No es musica, pero es un interesante experimento con sonidos, que además suena verdaderamente gracioso. Sobre el final, para complicar más las cosas, aparece la voz de Roger entonando un discurso con un acento extrañísimo, como si estuviera retando a todos los animales en algún idioma desconocido. Bah... fumate algo Roger.
Con el experimento de David Gilmour volvemos un poco a terrenos menos ásperos, ya que su Narrow Way empieza con suaves cascadas de acordes acústicos y guitarras slide. Se trata de un pasaje placentero y de ensueño; pero tal como había hecho Rick antes, Dave empieza a intercalar de a poco unos cuantos sonidos más perturbadores, todos hechos con guitarras y quizá algún sintetizador. Para el final de la primera parte, la pieza ya da la impresión de que los instrumentos están todos destartalados y que Gilmour está tan drogado que no puede ni tocar. La segunda parte tiene un riff de hard-rock muy mutado y otra vez rodeado de otros sonidos incómodos. La tercera parte es lo más parecido al Floyd clásico que ofrece el disco, ya que Gilmour hasta se ha tomado el laburo de escribir una letra y cantar; aquí se agregan pianos y una melodía muy perezosa del estilo de las ulteriores Fat Old Sun A Pillow Of Winds. No es la gran cosa realmente, se trata del momento más acequible del experimento.
Al final aparece Mason con su propia composición avant-garde hecha a base de tambores y otros artilugios percusivos. Se llama The Grand Vizier's Garden Party y la verdad no puedo comentar mucho sobre ella. ¿Qué quieren? ¡Es una maldita composición avant-garde de percusión! No puedo juzgarla como a una canción cualquiera... No voy a decir que no tiene melodía, que no tiene riff y que el estribillo apesta... Solo diré que no es algo que me desmayo por volver a escuchar.
Y así se acaba esta verdadera rareza. Curiosamente, este álbum fue uno de los más populares de Pink Floyd hasta el Dark Side, seguramente por el álbum en vivo. La conclusión es que la grabación en vivo es bastante buena (digna de un ocho) pero la sección experimental de estudio le baja un poco el rating. No es que sea mala; como experimento avant-garde está bien pero casi no tiene música. Bah, es todo demasiado extravagante como para hacer generalizaciones al respecto, fíjense que en la revisión me dediqué casi totalmente a describir sin casi omitir juicio... Es porque no sé como juzgar la música experimental extrema: son experimentos raros cuyo máximo objetivo es ser lo más raro y fuera de lo convencional posible. Musicalmente no es muy atractivo, pero es arriesgado, desafiante y rompe-esquemas. Así que nada más te diré que procedas a tu propio riesgo; cómpralo aunque sea por el disco en vivo y toma el resto como un bonus de rarezas y outtakes. No hablo más.

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Atom Heart Mother – 1970

7-/10

"If I go insane, please don't put your wires in my brain"
1) Atom Heart Mother; 2) If; 3) Summer '68; 4) Fat Old Sun; 5) Alan's Psychedelic Breakfast.
mejor canción: Atom heart mother
Atom Heart Mother nunca me impresionó demasiado. ¿Me gusta? Sí, cómo no ¿Me fascina? Para nada. Es uno de esos álbumes difíciles que de a ratos siento atractivos y de ratos no les encuentro mucho con qué entusiasmarme. Bajo ningún concepto se me ocurriría decir que este álbum es una basura total, pero en comparación al resto del catálogo floydiano, Atom Heart Mother se me antoja más bien débil, y dista mucho de ser uno de mis favoritos.
Evidentemente Pink Floyd evoluciona, claro está, y lo hace hacia terrenos cada vez más digeribles, más “normales”; busca el sinfonismo y se aleja paulatinamente de los inclasificables delirios avant-garde de sus publicaciones anteriores (sobre todo Ummagumma). No obstante, al mismo tiempo, muchos coinciden en que se trata del último álbum netamente experimental y arriesgado de Pink Floyd, antes de la cómoda inmersión en el mundo del hi-fi y el art-rock moderado de Meddle Dark Side. Pero entonces ¿En qué quedamos? ¿Es más normal o no es más normal? ¿Es experimental o no? Pues... LAS DOS COSAS. Es que ahí está la clave de Atom Heart Mother: es claramente un álbum de transición. El toque demente sigue allí, y hay suficientes huellas que evocan las locuras y riesgos de antaño: de hecho, una vez ví un Atom Heart Mother en vinilo que tenía pegada una etiqueta advirtiendo que era música “no comercial”. Sin embargo, simultáneamente muchos de los esquemas musicales presentados tienden a aburguesarse hacia lo convencional y lo agradable al oído, anticipando de alguna manera el Pink Floyd más progresivo, etéreo y atmosférico de los siguientes años. Sip, Atom Heart Mother es *EL* álbum de transición de Floyd, representando en similares proporciones al costado “experimental delirante” y al costado “progresivo atmosférico” del grupo.
El problema particular que tengo con dicha “transicionalidad” del álbum es que queda a medio camino de todo. Como álbum experimental avant-garde no es tan fascinante ni rompe-esquemas como sus antecesores Piper Saucerful. Tan solo la maratónica pista titular ostenta signos de clara experimentación, y aún allí los resultados distan de ser redondos. Así mismo, como álbum de rock progresivo no tiene el impacto y la efectividad sonora de Meddle Dark Side. ¿Entonces? Entonces tenemos un álbum de buenas intenciones, medianamente interesante y agradable, pero también dolorosamente tibio, insustancial, inacabado. Individualmente estas cinco canciones no están mal, pero compárenlas con los grandes clásicos ulteriores y digan que están a la misma altura. No, no lo están.
En este disco, Pink Floyd presenta un esquema que consiste en dos largas suites de pretensiones sinfónicas y ligeramente vanguardistas acompañadas con un trío de temas pequeños, más inofensivos, memorizables y convencionales que cualquier cosa que hayan intentado antes (a excepción de las baladas de More). La suite Atom Heart Mother es uno de los ensayos sinfónico-experimentales más producidos, bombásticos y ambiciosos del grupo, ocupando en su entereza la primera cara del vinilo. Para su factura, los Floyd (y el co-autor Roy Geesin) no se anduvieron con recatos: opulentas masas corales,  pomposas orquestas, sonoros bronces, violines, órganos y multivariados efectos de sonido se combinan durante unos veinticuatro minutos en una gigantesca épica sinfónica sin precendentes en el mundo del rock progresivo. Obviamente, no se le puede negar a la obra su capital innovador, pues está claro que nunca antes (y  nunca después) se ha intentado un cocktail semejante. El asunto es que a nivel del impacto que genera en el oyente su éxito es relativo. Por un lado, tiene sus momentos realmente atractivos, especialmente la pomposa melodía inicial de la orquesta en Father’s Shout; el fenomenal dueto de viola y órgano de Breast Milky, con una genial melodía clásica, y el fantástico solo de guitarra, bajo y órgano en el jam de Funky Dung, que es el momento más genuinamente floydiano y rockero de toda la pieza. Realmente, y esto lo digo para quien piense que soy demasiado tibio, ADORO estos segmentos musicales: suenan como inspiradas viñetas de rock progresivo. Sin embargo, a grandes rasgos la suite me resulta un tanto irregular, un tanto inacabada, un tanto insípida. A pesar de que no es monótona ni aburrida ni nada parecido, suena como si tuviera parches, remiendos y costuras. ¿Por qué tengo esa sensación? Se dan varias cosas: en principio los diferentes temas no fluyen con mucha naturalidad; a mí me suenan como canciones independientes que algún Frankeinstein reunió y encastró al azar sin demasiadas artes. Por otra parte, algunos segmentos son bastante chapuceros, sobre todo los ruiditos tontos de Mind Your Throats Please y otros, aunque interesantes, dan la sensación de que podrían aportar mucho más para el tiempo que duran, como la tenebrosa progresión coral de Mother Fore. También me incomoda un poco el hecho de que la orquesta sea tan dominante: no parece una obra legítima de Pink Floyd, sino más bien un raro proyecto anónimo y colectivo. En síntesis les comento que se trata de un valioso e inigualable ejercicio experimental, con buenas atmósferas y melodías, pero que solo por momentos alcanza satisfactorios niveles de excitación y sustancia. Es un avance sobre A Saucerful, eso seguro.
El otro tema de intenciones no convencionales es el muy odiado instrumental Alan's Psychedelic Breakfast. Comparado con Atom Heart Mother esta suite es MUCHO menos ambiciosa y francamente lo único que tiene de “experimental” son los sorprendentes efectos especiales, por los que se oye a un hombre preparándose el desayuno. Todo se escucha con clara nitidez; las gotitas cayendo en el fregadero, el fósforo encendiendo la hornalla, los dientes masticando la tostada (Esto último suena bastante chocante, debo admitir). La cosa es que la música en sí parece tan solo una burda excusa para disponer de estos efectos. Los temas consisten más que nada en suaves vaivenes de piano y guitarra acústica y, aunque cuentan con momentos agradables, la cosa suena MUY intrascendente y carente de inventiva. El segundo segmento, Sunny Side Up esboza con sus acordes acústicos los bocetos de la canción de MeddleA Pillow Of Winds Morning Glory alcanza el mejor momento musical cuando entra la melodía de guitarra eléctrica, aunque el clímax que se genera es apenas tibio.
En el medio hay tres canciones más sencillas y modestas que promedian los cuatro o cinco minutos de duración. If de Waters retoma el estilo de las baladas folk de More y tengo que admitir que Roger no está muy incómodo con este tipo de composiciones. Las notas de guitarra española suenan verdaderamente atípicas para un disco de rock (aunque Atom Heart Mother ciertamente NO ES un disco de rock), pero lo más interesante de la canción es cómo va progresando desde un suave y mínimo número folk hacia un respetable ensemble de rock sinfónico. Wright aporta lo suyo con Summer '68, seguramente la canción más poppy de todo el repertorio de Pink Floyd. Comprendo como alguien pueda llegar a odiarla pero la realidad es que tiene un riff de piano infeccioso y una excelente melodía vocal. Realmente Wright podía hacer buen pop si se lo proponía. En el aspecto negativo, las partes de bronces suenan un tanto largas y exageradas para mi gusto. Por último aparece Gilmour con su decente Fat Old Sun, una balada atmosférica cantada por Dave muy, muy suavemente y con un buen solo de guitarra sobre el final. Es agradable, pero muy intrascendente. Estas tres cancioncillas no son clásicos, pero son más que aceptables: depende del día puedo preferir una u otra.
Antes le había puesto un seis, pero me pareció un tanto duro. Después de todo es un buen álbum de rock progresivo y aunque bajo ningún concepto puede ser considerado un clásico, tampoco tiene nada particularmente débil u ofensivo como para tener una calificación tan baja. Le dejamos un siete y todos contentos.

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Meddle - 1971

9-/10

"One of these days I'm gonna cut you into little pieces"
1) One Of These Days; 2) A Pillow Of Winds; 3) Fearless; 4) San Tropez; 5) Seamus; 6) Echoes.
mejor canción: Echoes
Bueno, aquí es cuando esta banda llamada Pink Floyd empieza a ponerse REALMENTE buena. No crean que reniego del material que la banda había producido hasta este punto, pero lo cierto es que el sonido que nos presentan estos tipos en Meddle es mucho más SEDUCTOR que nunca, y eso a la larga me conmueve considerablemente más que los experimentos raros y avant-garde que venían ensayando anteriormente. La verdad, amigos, es que me resulta harto complicado definir esta nueva música en términos de accesibilidad; siempre depende del patrón de comparación que se utilice. Por un lado, este álbum dista mucho de ser "común", "ordinario" o "fácil digestión", y ciertamente es una escucha mucho más desafiante y complicada que cualquier álbum regular de los Beatles o los Rolling Stones, por poner dos ejemplos. Pero por otro está bien claro que, comparado con los delirios experimentales de los cinco LP's anteriores, Meddle es un álbum muchísimo más amigable, accesible y, si se quiere, pedestre.
¿Problemas? Para mí no, pero muchas personas suelen señalar que Meddle marca la primera vez que Pink Floyd no muestra ninguna señal de evolución, que deja de progresar, que repite tal cual la fórmula del álbum anterior y, para colmo, suaviza considerablemente la carga experimental de su sonido. Para muchos esta actitud traiciona la esencia innovadora del grupo y suelen ver a Meddle como el principio de una "estandarización" para las ambiciones del sonido Floyd. Mi actitud en esta polémica siempre ha sido diametralmente opuesta. No niego lo evidente: Meddle suena mucho más normal y accesible que cualquiera de los cinco álbumes anteriores. La psicodelia y el avant-garde han desaparecido en su totalidad y los filos psicóticos y trasnochados de antaño han sido reemplazados por todo tipo de atmósferas relajantes, melodías pop y rock más convencional. Ahora bien, quiero ser MUY ENFÁTICO en esto: que Meddle sea comparativamente más corriente que sus antecesores no implica que sea menos excitante, sino TODO LO CONTRARIO. ¿Cómo puede ser eso? La clave, para mí, está en que esta vez, Waters y compañía empiezan a concentrarse en SEDUCIR más que CONFUNDIR con su música, y lo hacen maravillosamente bien. El sonido de Meddle es pura seducción; la intención es que los sonidos produzcan placer; desde la primera hasta la última nota el oyente se sumerge en un mundo de notas y motivos deliciosos que, si en álbumes como Saucerful raspaban nuestros cerebros como una lija, ahora no hacen otra cosa que envolvernos plácidamente en hermosas sensaciones, imponenetes paisajes de sonido e imágenes perfectas. De esta forma se inaugura la segunda y más exitosa etapa del grupo, donde el avant-garde retorcido y desarticulado da paso a un rock progresivo más digerible que va preparando el terreno para esa obra maestra del sonido que es Dark Side Of The Moon.
Muchos podrán considerar la movida como un "sell out" (¡Escándalo! Pink Floyd se vende a los remilgos del mainstream), pero para mí eso es un error aparatoso. Básicamente, porque la música deMeddle sigue siendo cualitativamente de primer nivel. No es verdaderamente experimental, pero es condenadamente buena, distinta, oscura y, sobre todo, potente ¿Qué más querés? ¡Que tonto y snob es pensar que cuanto más rara y poco convencional sea la música, más validez artística posee! Partes de este álbum son de una belleza inhallable en los cinco LPs anteriores; otras partes rockean con una furia y una convicción que nunca antes se escuchó en el grupo; las atmósferas jamás habían sido tan efectivas y la lista sigue. Por poner un ejemplo, es como que el grupo se ajustó bien los pantalones: si los álbumes tempranos te molestaban por su falta de coherencia y foco, aquí está el Pink Floyd que buscabas, un conjunto de músicos que sabe medir cada sonido a la perfección, que no cae en excesos avant-garde por el avant-garde mismo, que combina con lucidez momentos plácidos con ataques rockeros y que deleita al oyente con una música que, simplemente, destila buen gusto y poder de seducción por los cuatro costados. Y otra aclaración importante: si bien Meddle puede considerarse el álbum más convencional de Floyd hasta el momento, la música no ha perdido un ápice de su singularidad: todavía no he escuchado un solo álbum de rock progresivo que se asemeje a este; lo cierto es que el sonido Floyd, aún cambiando y haciéndose más "comercial", sigue siendo ÚNICO. Insisto que disfruto del Pink Floyd fumado y experimental de los primeros años, pero sinceramente prefiero lo que hace Meddle, seducirme con algunos de los más excitantes y profundos sonidos que ha combinado Pink Floyd.
Ya más o menos he descrito el tipo de música que se encontrará aquí. Diría que se trata de un rock progresivo, con fuerte énfasis de lo atmosférico y en los crescendos, algunos pasajes bastante rockeros, otros realmente suaves y una variedad notable de canción a canción. El esquema es el mismo de Atom Heart Mother: una extensa suite ocupando la mitad del disco, algunas canciones pop puramente recreativas metidas en el medio y un instrumental más corto para redondear. La calidad sin embargo es mayor, al punto que me animo a darle un nueve con los ojos cerrados, y a decir que me resulta una escucha bastante más placentera e interesante que The Dark Side Of The Moon. Relleno hay, pero ciertamente se trata de un relleno sumamente disfrutable; Seamus, por ejemplo, es frecuentemente descartada por los oyentes como un derroche de espacio... algo de cierto hay, ya que en esencia se trata de un intrascendente, breve y subdesarrollado jam de blues que no debe haber insumido mucho tiempo de composición. Sin embargo yo no quiero ser tan duro con la canción, y eso por varios motivos: a) No tiene absolutamente nada de horrendo  u ofensivo; b) Demuestra que si se lo proponían, los Floyd podían trabajar el blues con gran tacto y gusto (las guitarras slide y el piano son puro deleite) y c) Hay un perro DE VERDAD haciendo coros!!! lo cual es divertido. Otra canción frecuentemente olvidada es San Tropez, que si bien no es nada monumental, siempre me agradó muchísimo. Tiene una melodía realmente pegadiza, un ritmo ágil y entretenido y solos de guitarra slide y piano sencillísimos pero excelentes.
Siguiendo con los temas "cortos", tenemos también la infravalorada balada A Pillow Of Winds, que provee una de las atmósferas somnolientas más fantásticas que hayan atravesado mis oídos; la pista acústica es vaga y no parece tener ningún rumbo conciso, pero aún así resulta plenamente relajante e hipnótica, y la melodía vocal susurrada por Gilmour es realmente bella, aún sin ofrecer ningún gancho contundente. Siempre ha sido de mis favoritas, desde que la utilizaba como despertador en mis días de escuela secundaria... si hay un tema que NO es apropiado como despertador, es éste; siempre me invitaba a seguir durmiendo. Para mí es uno de esos temas que una vez que empiezo a escucharlos, me quedo hipnotizado, sin poder apagarlos ni dejar de escucharlos hasta que se terminan. También me encanta Fearless, que es la canción más convencional del álbum; lo cual no tiene nada de malo, ya que la guitarra de David suena realmente fantástica y la melodía es altamente memorable... para complicar un poco las cosas, sobre el final aparecen inesperadamente unos cantos de la hinchada del Liverpool en pleno partido de fútbol, lo cual es un toque... diferente, y un tanto extraño. Me pregunto qué sentirán los hinchas de los demás equipos del fútbol inglés cuando escuchan esta parte... Sería como si yo tuviera que tragarme a la hinchada de Boca Juniors cantando en medio de una canción... medio como que me la arruinaría.
Pero por más entretenidas y variadas que sean estas canciones, la verdadera carne del álbum está al principio y al final. Al principio tenemos la fantástica One Of These Days, sin dudas el mejor instrumental jamás grabado por Pink Floyd. Se trata básicamente de un oscurísimo crescendo que arranca con un fenomental bajo heavy de Roger Waters (anticipando las guitarras pulsantes clásicas de The Wall) y cierra a todo trapo con un jam espectacular donde la banda se anima a rockear realmente duro, pero de una forma alienígena y maligna que realmente no se compara con nada. Sin embargo, todo queda reducido a un mero juego de niños si hablamos de Echoes, la monstruosa suite de veintitrés minutos de duración que ocupa íntegramente la segunda mitad. Tantas cosas para decir sobre este tema y a la vez tan pocas. Cuando evoco a Echoes son varias las ideas que me vienen a la mente: que se trata de la mejor composición jamás hecha por Pink Floyd (solo Shine On You Crazy Diamond puede hacerle un poco de sombra), que es INFINITAMENTE superior a la suite de Atom Heart Mother, que es el mejor tema de una cara entera que he escuchado (y sí, conozcoSupper's Ready) y que posiblemente sea uno de los absolutos picos del rock progresivo. Sin dudas ayudó significativamente que esta vez el grupo se orientó a componer buenos temas MUSICALES, en vez de ruiditos, cacofonías y masas corales. Pero para mí, el aspecto más revelador de Echoes radica en que a través de esta canción, Pink Floyd demuestra que se puede prescindir del virtuosismo, la complejidad técnica y la experimentación extrema a la hora de crear esta música sublime, inspiradora e imponente. Solamente con la inteligencia y la intuición para jugar con los sonidos, cuatro músicos técnicamente mediocres pueden dejar en rídiculo cualquier intento de bandas virtuosas como Yes, Genesis, Emerson Lake & Palmer o incluso King Crimson. Es para mí la prueba más impactante de que la complejidad por sí misma no sirve para nada... Porque Echoes es en si misma una canción SIMPLISIMA, casi de jardín de infantes... y sin embargo transmite un poder, una seducción, una imaginación, un derroche de emoción y potencia que temas como Close To The Edge o Supper's Ready solo pueden ver en fotos.
Con veintitrés minutos a su disposición, Pink Floyd tiene tiempo para mostrarnos diferentes aspectos de su sonido, y cada una de las secciones desborda de poder, belleza e imponencia. El crescendo incial es el ABC del rock progresivo, empezando con una aguda y solitaria nota de piano (tocada a través de no se qué aparato para que suene distorsionada) a la que se le van agregando de a poco, y con una belleza devastadora, guitarras eléctricas, órganos, una melodía de piano más desarrollada y por último la batería. Luego de la preciosa y relajante introducción llega el tema principal cantado a dúo por David y Richard; la melodía es repetitva pero hermosa y mientras tanto el tema va ganando en intensidad. Luego de los primeros versos la cosa empieza a ponerse bien oscura y rockera, a través de un riff completamente inolvidable que va creciendo en intensidad con cada repetición. De esta forma, un nuevo crescendo va ganando musculatura y poder hasta alcanzar un clímax gigante... justo en el momento de mayor intensidad la banda pasa al siguiente segmento en una transición ESPECTACULAR (justo a los siete minutos); la batería arranca entonces con un ritmo bien claro y entrador para un jam de blues extraordinario, bien ajustado, donde la guitarra de Gilmour tira algunas líneas ESCALOFRIANTES, imponentes y casi celestiales mientras el órgano de Wright HUMEA y el ritmo de Mason no declina. Luego de unos minutos el jam se desvanece y llega la sección más experimental y avant-garde de la suite, donde una serie de cacofonías agudas (¿Imitando el canto de las ballenas? ¿Gaviotas enloquecidas quizá?) otorgan un aire oscuro y sumamente tenebroso, ideal para una caminata por algún planeta lejano. Es pura atmósfera sin música, y ese es el problema para mí; siento como que interrumpe el magnífico fluir de la pieza y vuelve a los soniditos vacuos de antaño... Pero no está del todo mal, sobre todo teniendo en cuenta que esos alaridos diabólicos están hechos con una guitarra eléctrica. Luego de unos minutos de estos sonidos, la música comienza de nuevo con una maravillosa y extensa transición hacia la melodía principal, con un crescendo de órgano y guitarras pulsantes que parece sencillamente DE OTRO PLANETA, especialmente en el MAJESTUOSO clímax donde Gilmour lanza espectaculares melodías de guitarra, justo antes de que vuelvan las voces. En pocas palabras: Echoes es la canción DEFINITIVA de Pink Floyd, aquella en donde demuestra todas sus fortalezas al cien por ciento de su forma. Ninguna banda de art-rock ha sido capaz de igualar la potencia, la belleza y el interés de esta composición, al menos para mí.
Y así conlcuye el mejor álbum de Pink Floyd hasta el momento. La transición iniciada en Atom Heart Mother alcanza ya formas más contundentes, y todo parece conducir a sonidos cada vez más preciosistas y pulidos, en detrimento de la locura experimental de los viejos días, pero sin perder un ápice de creatividad y poder de imaginación. Nos vemos en el lado oscuro de la luna...

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre MEDDLE!


Obscured By Clouds – 1972

7+/10

"There's no wind left in my soul"
1) Obscured By Clouds; 2) When You're In; 3) Burning Bridges; 4) The Gold It's In The; 5) Wot's... Uh The Deal; 6) Mudmen; 7) Childhood's End; 8) Free Four; 9) Stay; 10) Absolutely Curtains.
mejor canción: Wots... uh the deal
...Bueno, no. Antes de Dark Side Of The Moon vino este. Si consideramos, como yo considero, que los "años dorados" de Pink Floyd empiezan a partir de Meddle, entonces Obscured By Clouds sigue siendo el álbum más oscuro, infravalorado e injustamente desconocido de esta etapa. En efecto: yo no lo compré ni le presté demasiada atención hasta que leí en alguna parte que realmente había algunas cositas interesantes aquí que un amante de Pink Floyd (como yo) debería escuchar. Y lo escuché, y me gustó, y le puse un siete... no es tan bueno como su antecesor Meddle porque no hay nada ni remotamente parecido a Echoes, pero mucho más melódico, sólido y (sobretodo) puntual que otros como Atom Heart Mother.
La realidad es que Obscured By Clouds, que dicho sea de paso es el soundtrack del film La Vallée es una bisagra total en la carrera de Floyd, mucho más incluso que Meddle. Meddle es simplemente una versión bastante perfeccionada de Atom Heart Mother pero no hay un mayor cambio de estructuras y las composiciones largas, mastodónticas y multi-parte continuaban, solo que con un mayor rango de accesibildad para el oyente común (bueno, esto lo expliqué en la revisión de Meddle, no lo voy a explicar otra vez). Obscured By Clouds eleva la apuesta de accesibilidad aún más: las canciones duran de tres a cinco minutos, son melódicas, rockeras y hasta convencionales. Esto podría sonar trágico para un grupo experimental vanguardista como Pink Floyd, pero debo decir y remarcar que el cambio estilístico le sienta bien; obviamente siempre van a estar en su cumbre con cosas grandiosas como Echoes, pero con este álbum demuestran que también pueden lucirse con temitas amigables, acústicos y melódicos. Obscured By Clouds es además un "campo de pruebas" para lo que se viene con Dark Side Of The Moon. La concepción de la canción más compacta y tradicional que aparece en Dark Side Of The Moon apareció antes, ya en toda su expresión, aquí en este álbum: contratados por el mismo cineasta que les encargó More (Barbet Schroeder)Pink Floyd tuvo que tomarse un par de semanas en medio de las sesiones para Dark Side para grabarlo, y eso se nota a nivel estilístico. Obscured es un hermano menor de Dark Side, mucho menos ampuloso, mucho menos pretencioso, bastante más irregular pero igual de melódico.
El contenido del soundtrack se divide en pequeños temas atmosféricos típicamente Floydianos y canciones hechas y derechas con estrofas y estribillos. Entre las "atmósferas" la mas destacable, lejos, es Mudmen, un crescendo instrumental que empieza con un leve piano que llevará más tarde a interminables pero absolutamente majestuosos solos de Gilmour... es el epítome de la simpleza de Floyd: una simple secuencia de acordes y la guitarra de David hamacándose ellos sin mayores complicaciones ni espirales imposibles; demuestra que a veces lo más simple y fácil puede pegar más que lo complejo y virtuoso. Muy atmosférico también. Los demás temas de este tipo van desde lo horrible (Absolutely Curtains, que comienza como un instrumental más pero enseguida se resuelve en MINUTOS Y MINUTOS de CANTOS TRIBALES PAPUANOS. Horrible. Respeto la cultura papuana, pero esto no va en un álbum de Floyd!!!) hasta lo decente: Obscured By Clouds es una obertura ultra-recontra-simple pero absolutamente efectiva para crear una sensación de intranquilidad y tensión a través de sintetizadores monocordes y violentos giros de la guitarra eléctrica; por otra parte When You Are In... repite el mismo riff una y otra vez. Es un buen riff, sin embargo, y la canción nunca termiana de aburrir del todo. 
Pero en esta ocasión el álbum importa más por sus canciones que por sus atmósferas. La mejor y más hermosa es Wot's Uh The Deal. Olvidemos por un momento el título absolutamente ridículo de la canción y concentrémonos en sus gustosas líneas acústicas, su dulce melodía, su pegadizo estribillo y los slides eléctricos que aparecen en el medio. También está la balada Burning Bridges, que vendría a ser algo así como un Mudmen con voz: la línea de piano es exactamente la misma y la melodía vocal es una copia superpuesta. Los dos temas "rockeros" del álbum son bastante similares entre sí; ninguno de ellos completamente inolvidable, pero sí decentes y buenos para pasar el rato. The Gold Is In The... es simplemente Gilmour y su guitarra eléctrica. Childhood's End tiene una introducción que les hará acordar un poco a Time de Dark Side Of The Moon; entenderán a qué me refiero con "campo de pruebas" eh?. Al final tenemos un híbrido increíble (que rankea como la segunda mejor canción) que es Free Four: una pequeña extravaganza pop que incluye un conteo inicial al mejor estilo I Saw Her Standing There (aunque muchísimo menos juvenil), una super-alegre melodía acústica cantando la letra más directamente pesimista onda The Wall ("La vida es un corto tibio momento, la muerte es un largo frío descanso") y unos quiebres de guitarra eléctrica que rockean con una frontalidad casi imposible de hallar en otro álbum de Floyd. Stay es una agradable aunque olvidable balada de Wright quien enseña una voz bastante demacrada desde su última performance en Meddle.
Un soundtrack. Un buen álbum. Quien haya gustado de Dark Side seguramente encontrará placer en este. Ah! y bastante mejor que More, basicamente porque no tiene cosas excesivamente climátiacas como Quicksilver Up The Khyber. Pink Floyd haciendo simple, melódico y despreocupado pop. No la tenían no?

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The Dark Side Of The Moon - 1973

9+/10

"Don't be afraid to care"
1) Speak To Me 2) Breathe; 3) On The Run; 4) Time; 5) The Great Gig In The Sky; 6) Money; 7) Us And Them; 8) Any Colour You Like; 9) Brain Damage; 10) Eclipse.
mejor canción: Time
¡Ah! ¿Es que hay algo que tenga yo para decir sobre esta cosa que no se haya dicho aún? ¿Es que hay algún marciano que no haya escuchado The Dark Side Of The Moon? Luego de treinta años, esta critatura sigue siendo el disco más popular y amado de Pink Floyd, su mayor éxito comercial y uno de las obras más exitosas de la historia de rock. Cualitativamente hablando, no hay pruebas contundentes que demuestren la superioridad de este álbum con respecto a pares como Wish You Were HereMeddle Animals, pero sus SUBNORMALES cifras en cuanto a ventas, la crítica especializada y la consideración popular lo han tenido siempre en un pedestal por sobre los demás álbumes: aún hoy es el mayor clásico de Pink Floyd. En su momento, The Dark Side Of The Moonfue un quiebre absoluto en la carrera de Floyd. Cuando se publicó, el álbum representó un éxito abrumador e inesperado para un grupo que venía cosechando ventas satisfactorias pero modestas y que nadie en los Estados Unidos conocía. Con Dark Side la banda se catapultó a la fama mundial, conquistó definitivamente al publico americano y sus miembros se llenaron de millones de la noche a la mañana. Es una vaca SAGRADA. Jodida.
Retrospectivamente, las causas del éxito comercial del disco no parecen demasiado oscuras: aquí, Pink Floyd produce una música significativamente más simple y directa de lo acostumbrado. Es un sonido mucho más accesible que nunca, más nítido, más estilizado, con una producción (Alan Parsons) tan cuidada y minuciosa que cada nota parece articularse en el momento justo, como pensada para alcanzar el máximo grado de deleite y placer en el oyente, a diferencia de discos anteriores donde aparecían cosas inesperadas, chillonas y caóticas en todo momento. Todo esto matizado por coros femeninos a granel (un elemento de dudosa entidad roquera que aparece por primera vez en un álbum en Pink Floyd) cosas con saxofón, impresionantes efectos especiales y una concepción de la canción más compacta, melódica y convencional. Siguiendo con el modelo tratado en Obscured By Clouds, las canciones más largas no superan los cinco o seis minutos de duración y en general son poco más que piezas atmosféricas bastante convencionales con tintes de jazz, acordes de piano y la obligatoria guitarra de Gilmour rockeando cuando es necesario. En resumen: se vendieron de la manera más vergonzosa y barata.
Bueno, eso es lo que diría si fuera un completo imbécil, pero por suerte no lo soy (todavía). Así que, rectifiquemos. En realidad no se puede decir que Pink Floyd se haya "vendido", ni que haya adaptado su estilo a las demandas del mercado. Yo diría que más bien decidieron acabar con los delirios y, efectismos mediante, llegar más a la cabeza y el corazón del oyente. Eso sí, el asunto genera una polémica aún vigente entre los aficionados. Porque estamos hablando de un grupo que hasta no hacía mucho estaba rompiendo esquemas, experimentando, transitando por caminos oscuros, arriesgándose en cada movida... Y ahora, como si nada, ese mismo grupo toma por asalto el mercado con un álbum insospechadamente mansito, apto para todo público y con ¡Saxofones! ¡Estribillos pegadizos! ¡Coros femeninos! ¡Riffs memorables!. Es lógico que ciertos oyentes, sobre todos aquellos incondicionales de la etapa psicótica y avant-garde del grupo, tengan tendencias a cuestionar semejante movida. Pero la realidad que siempre se impone es: cuando una cosa está hecha con talento y buen gusto el estilo o el grado de convencionalidad son anecdóticos; la cosa va a ser buena. Y a pesar de esta evidente estandarización estilística, The Dark Side Of The Moon sigue siendo un LP extraordinario que ofrece canciones de gran potencia, pasajes sonoros sencillos pero completamente gloriosos y música de esplendorosa imaginación. Imaginación señores: no importa todo lo "normal" y "accesible" que sea el álbum, sigue siendo una obra sumamente imaginativa, original, con identidad propia y un sonido que redefinió los patrones del art-rock y el progresivo en general. The Dark Side Of The Moon es para mí la prueba definitiva de que menos es más, y de que se puede lograr el máximo estímulo de seducción con la más franciscana simpleza. Solo hay que ser lo suficientemente GENIO para saber hacerlo. Y Pink Floyd es un grupo de genio, sin dudas.
Ahora bien. He dicho que se trata de un gran álbum y una obra maestra, pero también es necesario desmitificar un poco el asunto. A primera oída es una cosa impresionante. Siempre. Escuchar Dark Side Of The Moon por primera vez en un buen equipo de audio es una experiencia muy especial que pocos álbumes que conozca pueden igualar; casi como tomar una especie de droga o iniciarse en el sexo, Dark Side te deja afectado, cambiado, "flasheado" por decirlo de alguna manera. Ignoro por qué se da esto: quizá la combinación de canciones jazzeras de buen gusto, con la guitarra etérea de Gilmour, las atmósferas melancólicas y los notables efectos se sonido se antoja algo que impacta muchísmo en los sentidos no aguzados. El problema es que luego de sucesivas escuchas este formidable impacto se va desinflando, se va quedando sin gas y aunque el álbum nunca deja de gustarnos (nunca jamás), esa maravillosa sensación inicial de que algo especial está ocurriendo nunca más se recupera. Más allá de todos sus méritos, más allá de sus virtudes y defectos, a la luz de las 700 semanas que el disco permaneció en los rankings y en comparación con otras obras del grupo que no repitieron tal performance, tamaño éxito y semejante status legendario de de Dark Side es incomprensible. Supongo que es uno de esos discos que aparecen en el lugar y el momento justo.
Pero esto es solo un detalle. The Dark Side Of The Moon sigue siendo una obra de calibre poco frecuente, una pieza conceptual impecable que no tiene casi puntos débiles, que nunca aburre, que sintoniza a pleno con los sentidos y que seduce de principio a fin. De pronto, la visión de Waters logra sublimar lo oscuro con lo agradable, lo enfermizo con lo seductor, y saca esta joya de la creatividad humana que suena accesible por un lado, pero fuertemente IMPRESIONANTE y ÚNICA por el otro. Análogamente a la música, las letras de Roger son simples, pero sabias y efectivas. En cada canción, el bajsita va lidiando con todos aquellos elementos que parecen centrales en el desarrollo de nuestras vidas, pero que a la larga hacen que nos volvamos locos, violentos y enfermos. EnBreathe creo ver abordado el tema de las obligaciones laborales, las relaciones del trabajo, el esclavismo moderno; en Time es el insoslayable paso del tiempo el que nos va hundiendo implacablemente; en The Great Gig In The Sky aparece el miedo a la muerte como tema central; en Money se ironiza sobre el terrible poder del dinero y el consumismo grosero; en Us And Themaparece el problema de la alteridad, las distinciones a veces caprichosas entre razas y religiones, la necesidad de definir un otro cultural y hacerle la guerra de forma permanente... Por último, el duetoBrain Damage Eclipse esboza una breve pero magistral sumatoria de la vida toda, y de la irremediable locura que impera en el mundo moderno. El concepto, sencillo y un tanto velado, es de los mejores que se hayan visto en un disco de rock. Es evidente que con Dark Side, accesible o no accesible, el grupo alcanza su madurez artística definitiva.
La introducción es ciertamente para la historia. Un latido de corazón humano y una cascada de efectos de sonido y voces misteriosas establecen de entrada que algo nuevo, muy especial y muy sexy está por comenzar. Es Speak To Me. El sonido va creciendo en tensión y densidad hasta lanzarnos vertiginosamente, con un crescendo brutal y los primeros acordes de Breathe, hacia un viaje sensual incomparable. Breathe es una de las mejores canciones del álbum, una proeza absoluta de melodía y sonido con una hermosa introducción a cargo guitarra líquida de Gilmour, destacado órgano de Wright y emotiva melodía vocal. Está en estas pequeñas cosas la clave secreta de la seducción de este disco. Es un sonido muy particular que Pink Floyd nunca había explorado: tendrás que escucharlo vos mismo, yo no puedo explicar los encantos subrepticios del álbum con palabras.
Lamentablemente el interés que el disco despierta en estos maravillosos tres minutos iniciales decae con la cuestionable On The Run, un pastiche de música electrónica que queda un poco fuera de lugar. Pretende ser una pintura sonora de la esquizofrenia y la paranoia y, si bien ALGO de eso hay, no entrega nada interesante para escuchar; ¿¿¿Quién quiere lidiar con el mismo loop electrónico absurdo y estresante durante cuatro minutos??? Yo no. Lo único que logra Waters con esta cosa es quitarle fluidez al álbum ya que por unos cuantos minutos prácticamente no hay música. Para colmo los relojes chillones que abren Time pueden hacer pensar en un abuso de efectos de sonido (alegato principal de los críticos de este álbum), pero por fortuna la canción es sencillamente EXCELENTE. La progresión, la acumulación de tensión del principio es el ABC del grupo en su máxima expresión; la increíble performance vocal de David, su perfecta guitarra y el ritmo sencillo de Mason se acoplan impecablemente en una pista rítmica fenomenal que quita el aliento y desata nuestras emociones como nunca antes se había visto en Floyd. Los solos en el medio pueden sonar un tanto redundantes estilísticamente, pero el efecto global es sencillamente devastador y la vuelta del final al tema de Breathe es una jugada brillante que nos lleva de nuevo al principio del disco transmitiéndonos una impresionante sensación de unidad y armonía. Claro, el mejor de todos. Para cerrar la primera parte tenemos en The Great Gig In The Sky un excelente tema de Wright donde una ominosa pero bella progresión de acordes es acompañada de forma afortunadísima por la voz sin palabras y desgarradora de Clare Torry (que es una mujer blanca). El instante en el cual la canción se lanza y el primer alarido corta el aire es de antología, me estremece y me pone la piel como una maldita gallina. Después de un rato la cosa se puede poner un tanto repetitiva y obsesiva, por lo cual hace falta estar de humor para disfrutarlo 100%. Solo es cuestión de prestar atención a las imágenes en nuestra cabeza, porque es música para eso, para hacernos imaginar.
El segundo lado abre con uno de los clásicos absolutos de Pink Floyd: Money. Claro, la canción está más quemada que Juana de Arco (perdonen el mal chiste) y por ende está de moda criticarla como una cosa irritante y ordinaria. Y es verdad: como casi toda canción sobreexpuesta uno termina aburriéndose. Pero eso no quiere decir que sea mala; en rigor es un TEMAZO de aquellos. La introducción característica es un golpe maestro de creatividad; con esos fantásticos sonidos de moneditas y cajas registradores a las que se le suma con sorprendente cohesión un inolvidable riff de bajo y un teclado de Wright que directamente HUMEA jazz. Después de eso uno puede argumentar que se vuelve un poco larga y que los solos de guitarra y saxofón cansan un poco, pero escuchada en el contexto indicado no hay forma de equivocarse: es el momento más genuinamente rockero del álbum y si no te excita ese clásico riff descendente que atraviesa el jam, es porque necesitás un transplante neuronal urgente. Us And Them también es un irreprochable; jazzero, tranquilo, suave, aunque debo confesar que este sí se torna un poco plomo con el tiempo, en parte debido a su relativa estaticidad y su saxofón demasiado melifluo. El estribillo, no obstante, es puro éxtasis. Si hay una canción frecuentemente infravalorada aquí, esa es Any Colour You Like. Para mí se trata de uno de los mejores instrumentales del grupo, con muy prominentes líneas de sintetizador y un fantástico sonido de guitarra eléctrica; recuerda un poco al inolvidable jam de Echoes y cualquier cosa que recuerde al jam de Echoes es bienvenido. 
El final de la oscura sinopsis está cerca y la enfermedad ya devora nuestra psiquis. Brain Damage se encarga de ilustrarlo mediante otro clásico total. Su estribillo catárquico y emocional puede sonar deliberadamente comercial pero yo diría que fundamentalmente pega como tiene que pegar, preparando los corazones para el clímax demoledor de Eclipse que pone epílogo al disco de forma apoteósica, transmitiendo una excitación vibrante que pone la piel de gallina a través de una letra simple pero muy emocional que va definiendo con sencillez y maestría todas las simplezas que se entretejen en la vida cotidiana. "Everything under the sun is in tune", canta Roger, y con esa frase siempre tengo la ilusión de que puedo evocar en mi cabeza a TODA la humanidad con sus vericuetos, misterios y complejidades insolubles. Lograr eso requiere una sola cosa muy simple: ser un MALDITO GENIO.
Y así tenemos uno de los dos o tres álbumes más relevantes de todos los tiempos. Como todo álbum endiosado a estos niveles, está sobrevalorado. Musicalmente yo lo encuentro un tanto más superficial y estándar que los siguientes discos de Pink Floyd y por lo tanto siento que el gran impacto inicial que suele generar en el oyente, en mi caso se va diluyendo notablemente con las sucesivas escuchas, a diferencia de lo que me sucede con discos como Animals y Wish You Were Here donde en cada nueva escucha siento una sacudida poderosa que en el Dark Side nunca he vuelto a experimentar. Hoy en día no estoy de humor para escucharlo muy seguido, pero el álbum es innegablemente una obra de arte y los grandes discos como este están destinados a permanecer en el tiempo por y para siempre.

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre THE DARK SIDE OF THE MOON!


Wish You Were Here - 1975

10-/10

 

"It's alright, we told you what to dream"
1) Shine On You Crazy Diamond (parts I - V); 2) Welcome To The Machine; 3) Have A Cigar; 4) Wish You Were Here; 5) Shine On You Crazy Diamond (parts VI - IX).
mejor canción: Shine on you crazy diamond (parts VI - IX)
Bien, llegó el momento de escribir de una buena vez la revisión definiva de este clásico. La revisión anterior fue de las primeras que hice para el site y la verdad es era demasiado vueltera; no me gustaba, y no entiendo como aguanté tanto tiempo sin eliminarla para siempre de la faz de internet. Entremos por lo directo y obvio: Wish You Were Here es una de las grandes obras maestras del rock progresivo (porque si esto no es rock progresivo, tal género no existe en realidad) y tan solo en este sentido, podría catalogarse como el momento cumbre del grupo. La primera vez que lo escuché (allá por 1998) me aburrí como marmota, pero después le fui tomando la mano y me fui metiendo de cabeza dentro del sonido seductor y único que ofrece. Porque ahí está la clave definitiva para enamorarse del disco: es el momento en el cual Pink Floyd domina definitivamente al SONIDO, lo hace suyo, se funden en una sola cosa. No importan ya la composición, ni la melodía, ni el virtusismo, ni el concepto y me atrevería hasta a decir que ni siquiera la atmósfera. Lo que importa es EL SONIDO. El sonido puro, por el sonido mismo.
Durante cierto tiempo puse en duda mi devoción por este disco, ya que sus detractores (que los hay y muchos), lo han atacado con ciertos argumentos que no parecían del todo descabellados. Lo que se suele decir con respecto a Wish You Were Here es más o menos la misma cosa que se dice de Meddle y, sobre todo, del Dark Side. Algo así: Pink Floyd ha abandonado definitivamente la experimentación y el riesgo. Se han vendido. Se han vuelto unos músicos cómodos, comerciales que dado el éxito masivo del Dark Side Of The Moon se conforman con encender el piloto automático y volar cómodamente por los canales del superestrellato. Lo mismo de siempre; el discurso este nunca se agota, y siempre seguirán escuchándose comparaciones desfavorables, cosas como qué aburrido, predecible y sin vida que suena Wish comparado con The Piper At The Gates Of Down o incluso Atom Heart Mother. Y bueno, es fácil dejarse convencer porque ALGO de razón hay en estas afirmaciones. Claramente, Pink Floyd ya NO ES una banda EXPERIMENTAL; no es vanguardista o rompemoldes como antes. Los sonidos de Wish You Were Here se suceden suaves y agradables, sin limar ni serruchar los cerebros de nadie. Por momentos suena un poco lavadito, como demasiado pulido, como que le falta algo de "punch" (se entiende?). Y eso está bastante claro.
Pero mi conclusión, y la hago corta para no repetir siempre lo mismo, es que no necesito que un disco me rompa todos los esquemas habidos y por haber, o que me ataque con todos los delirios posibles del mundo, para considerarlo digno de un diez. La música de Wish You Were Here ES accesible. A cualquiera le gusta. Pero eso no socava necesariamente sus méritos en otros campos. Además, le pido a cualquiera que nombre un disco de la misma época que suene como éste. ¡No existe tal disco! ¡Es un sonido nuevo y distintivo! Más accesible y cómodo que otras veces, puede ser, pero distintivo. Ni siquiera se parece al Dark Side Of The Moon. ¿Leyeron eso? NI SIQUIERA SE PARECE A DARK SIDE OF THE MOON. ¡Imaginen la presión que había encima! Miren que HAY que encontrar cómo suceder al Dark Side. Ninguna pavada. Cuentan que Syd Barret apareció un día inesperadamente en las sesiones de grabación del disco y que no le gustó lo que escuchaba (¡Y eso queShine On You Crazy Diamond está dedicada a él!), pero bueno. No me importa la verdad qué opine Syd.
Los méritos que le veo al álbum son varios. Para empezar, creo que se trata de uno de los mejores discos de sintetizador de todos los tiempos. Wright simplemente estaba ENCENDIDO, y atiborra todo de los más hermosos, omnipotentes e intimidantes sonidos de sintetizador que jamás haya escuchado en disco alguno. Tanto si de atmósferas sutiles se trata como de pasajes jazzeros, Richardito destila calidad por doquier. Escuchen, si dudan de mi palabra, el solo final en estéreo de Welcome To The Machine... ¡Esa cosa PINCHA! Es bestial. David Gilmour no se queda atrás y si bien para alcanzar su pico deberá esperar al siguiente álbum, acá también ofrece algunas performances superlativas, sobre todo en sus solos de Shine On You Crazy Diamond, en los cuales extrae algunos de los mejores sonidos de guitarra que mis oídos hayan captado. Las canciones en sí no constituyen el mejor momento compositivo de Pink Floyd: excluyendo, claro está, Shine On, esta vez la cosa se trata más bien de jams instrumentales que de otra cosa. Las melodías en general son pedestres y el concepto ideado por Waters no se translada a la música tan efectivamente. Pero bueno, los jams referidos son EXCEPCIONALES. No hay un solo momento instrumental del disco que me deje indiferente o me haga decir "qué aburrido". Todo está construído a la perfección, sin fisuras, sin costuras, sin cosas molestas interrumpiendo el placer. No es un disco muy violento ni ajustado: la mayoría de los pasajes son muy suaves, muy ambientales y muy dispersos. Aún así, el poder de sonido que descarga sobre el oyente no tiene paralelo. Se puede decir que acá se inaugura ese sonido "New age" o "relajante" con el que tanto se entusiasmaría Gilmour una vez retirado Waters. Claro, en The Division Bell aburre. Pero acá funciona. Funciona porque Pink Floyd simplemente domina el sonido: y basta sentarse, recostarse y escuchar las cascadas, murallas, lagos, bahías, palacios de sonido que emergen de la guitarra de David y el teclado de Wright para caer en irremediablemente bajo la seducción y el hechizo.
Más que ningún otro disco de Floyd, Wish You Were Here se va armando muy de a poco. Lo primero que se escucha es una uniforme masa de cuerdas sintetizadas sobre las que Gilmour desliza unas notas bien simples y líquidas con su guitarra. Es atmósfera relajante en estado puro: ¿Dónde quedaron los rugidos trasnochados de The Piper? EH!? Buenoooo, tranquilos, porque esto es solo el comienzo de una de las suites DEFINITIVAS del rock progresivo: Shine On You Crazy Diamond. No se parece en nada a las suites progresivas promedio: mientras Yes y Genesis lanzarían al oyente todo tipo de monstruosidades sonoras, Floyd solo te hace fluir a través de secciones MUY simples pero MUY bien articuladas. Escuchen sino como el tema levanta pólvora: De pronto Gilmour nos regala un SUBLIME riff de cuatro notas que suenan como la misisíma puta madre. En esas cuatro notas hay más GENIO que en todas las 40542329879 notas que tocó Ingwie Malmsteen en su vida. La tensión es terrible, sofocante, entonces la batería de Mason hace su entrada con creciente volumen para catapultarnos, en un efecto que llamaría de "eyaculación musical", hacia una inmensa catarata de música, una fiesta para el oído. Pero ¿Para qué seguir describiendo lo indescriptible? Cada una de las partes es increíble, Gilmour simplemente la descose, y el saxofón de Dick Parry al final es a mi juicio una de las mejores apariciones de este instrumento en un álbum de rock. Suena bastante raspado y enfermo para lo que venía siendo todo.
En seguida viene Welcome To The Machine y el concepto del disco hace un giro extraño. Shine On era un homenaje a Syd Barret, pero a partir de Machine, Roger Waters se pone a criticar ferozmente a la industria discográfica. La letra, básicamente, trata a los empresarios disqueros de manipuladores enfermizos, controladores bastardos y codiciosos insaciables. Me pregunto qué empresario autocrítico permitió la publicación de este disco, de paso. Está muy bien, pero en general prefiero tomar la idea de la canción como una referencia al sistema capitalista y la sociedad moderna; sobre todo desde que se encontró escrito "Welcome to the machine" en el pupitre de un chico que mató a tiros a tres compañeros en plena clase. Sí, acá en Argentina. ¿La canción preguntaban? Es buena, pero no DEMASIADO buena. Estamos ante un tema de difícil digestión que incluso a mucha gente le disgusta, quizá por la rabiosa entonación de Waters y la obtusa melodía vocal. La verdad, a mí poco me importa todo esto cuando Wright solo hace MARAVILLAS con sus teclados; las partes instrumentales de Welcome son las que en definitiva la hacen digna del resto del disco, por favor escuchen el final que mencionaba al principio. Para cerrar los ojos y volar. Es curioso notar que la canción no tiene batería, aparte de unos platillos y golpeteos ocasionales, pero el ensemble es tan bestial que el conjunto musical es desbordante en ritmo, fuerza y melodía, un poco sobreproducido, pero funciona. Have a Cigar es estilística y conceptualmente similar; pero esta vez hay un soberano riff funky de guitarras eléctricas que le da al tema la forma de un groove superpotente que machaca y machaca de forma muy excitante. Otra vez, las melodías de sintetizador de Richard hacen al tema. El cantante de Have A Cigar es Roy Harper, invitado porque a Waters no le gustaba como él mismo la cantaba. Pero ya todo el mundo sabe eso.
Y entonces aparece esa cosa comercial para chicas masca-chicles bajo la forma de pista titular. Jajaja. ¿A quién engaño? Wish You Were Here es uno de los temas mas conocidos, hermosos e inmortales de Pink Floyd. Para los estándares del grupo suena más convencional y liviana que nunca pero ¿Quién no se emociona cuando vuelve escuchar el impecable y sencillo solo acústico de Gilmour al principio? ¿O cuando cantan ese estribillo apasionado de "How I wish, how I wish you were here" ¿QUIEN NO SE EMOCIONA? Algún idiota fanántico del hip hop supongo. Es verdad que las FM's prácticamente se han SUICIDADO pasando esta canción. Pero estas cosas pasan, y las FM's a veces pasan buenas canciones también.
El disco cierra con más de Shine On You Crazy Diamond y aquí voy a romper un poco los moldes y declarar a ESTE segmento de Shine On como la mejor canción del álbum. Casi todo el mundo suele elegir la primera parte, pero ¿Qué opción tengo yo si dos de mis tres momentos favoritos del disco están aquí mismo? Los serpenteos de sintetizador increíblemente sombríos que surgen del viento, bien al principio, con esa nota de fondo martillando sin tregua... Ahhhh DIOS! Es EL momento instrumental del disco, y aún más cuando entra Gilmour con un solo de guitarra que parece ebrio, agresivo e infinitamente triste a la vez. Y después de la parte vocal, está esa sección bien jazzera donde Wright simplemente HUMEAAAA. Es demasiado corta!!! Podría sentarme y hamacarme en ese sonido para siempre. La cosa cierra de maravilla con una especie de requiem o marcha funeriaria (Wright otra vez, maldito pejerto genial) que me deja sin habla. No podrían haber hallado nada más melancólico y desolador para cerrar un álbum de música rock. Hay quienes insisten que Shine On es exesivamente larga, pero yo digo que esos "quienes" son unos imbéciles que merecen ser quemados en la hoguera. A mis oídos no hay un solo minuto gastado (como sí hay en Dark Side)
En Wish You Were Here Pink Floyd está en su apogeo máximo: se escuchan aquí al mejor Wright y al más dotado Gilmour, que conforman el alma musical del grupo, bajo la batuta de un Waters que está en su momento creativo cumbre. Insisto; si bien el disco no es arriesgado ni vanguardista, tiene un sonido y una inspiración creadora que difícilmente sean superados. Uno de los mejores discos de rock progresivo de la historia.

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre WISH YOU WERE HERE!


*Animals* - 1977

10+/10


"You radiate cold shafts of broken glass"
1) Pigs On The Wing 1; 2) Dogs; 3) Pigs (Three Different Ones); 4) Sheep; 5) Pigs On The Wing 2.
mejor canción: Dogs, Pigs o Sheep
De todos los álbumes de los "años de gloria" de Pink Floyd, (Período que podría abarcar desde Meddle hasta The WallAnimals es frecuentemente el más desvalorado y olvidado por la crítica especializada y el oyente medio. Algunos no dudan en calificarlo de "tedioso", otros aseguran que no es nada memorable, muchos simplemente lo consideran muy inferior a Dark Side Of The Moon oThe Wall. La realidad es que Animals es un álbum mucho más difícil y complejo que aquellos que la opinión general tiene en un pedestal. La principal diferencia con sus congéneres es la falta total del gancho comercial que sí tienen Dark SideThe Wall Wish You Were Here; porque en Dark Side, los temas Money, Time Brain Damage son instantáneamente pegadizos, en Wish You Were, la pista titular le gusta a todo el mundo y en The Wall, a pesar de su atmósfera opresiva y apocalíptica, cuenta con varias canciones de enorme atractivo popular como Another Brick In The Wall, Confortably Numb, Goodbye Blue Skies, Mother, Hey You Nobody Home. Comparativamente, Animals no otorga concesiones: dista millas de la luminosidad etérea de Wish You Were Here Dark Side Of The Moon; su ambiente es tan opresivo y nihilista como The Wall pero casi sin fragmentos más leves que otorguen un respiro al oyente casual. Es un álbum oscuro, ominoso, malintencionado, visceral y filoso como un cuchillo, donde Waters descarga su más iracunda protesta social anti-sistema a través de letras brillantes maníacas y terriblemente depresivas. El pico de Waters como autor de letras está aquí antes que en The Wall.
No es difícil entonces condescender con esta gente que relega a Animals. Mientras que otros álbumes de Pink Floyd convencen y atrapan en una sola escucha, se necesitan varias para captar todo el poder y furia de Animals. Quizá esa gente no llegó a captar ese poder y por eso condena al álbum. Para mí Animals no solo es el álbum más inquietante y fascinante de Pink Floyd, sino también uno de los más interesantes de todo el rock. Es que su sonido es único, no se va a encontrar nada similar en otro álbum de Floyd, pero también es cortante, hambriento, inquieto, agónico; en ningún momento el oyente hallará reposo ni tregua, la tensión es permanente, por momentos la furia parece incendiar los surcos. Los largos pasajes instrumentales y crescendos que aparecen sobre todo enMeddle Wish You Were Here están presentes, pero esta vez con una ominosidad abrumadora que no tiene nada de inocente, plácido o bello. Quizá algunos de estos pasajes sí resulten algo agobiantes y tediosos al principio, pero basta escucharlo unas cuantas veces a alto volumen para absorber el poder oculto en cada uno de los sonidos que se van sucediendo. Aunque lírica y compositivamente es un disco de Roger Waters, la soberbia guitarra de David Gilmour domina en todo momento, pero vayamos a los temas.
El disco abre y cierra con la suavidad de Pigs On The Wing, una pieza acústica de amor aparentemente inofensiva que contrasta apropiadamente con la desproporción angustiante que hay en el medio. 
Dogs es el más largo tema del disco pero vale cada uno de sus diecisiete minutos y pico; no entiendo cómo hay gente que se aburre con esto. Tiene varios crescendos impresionantes (como el del comienzo), varios solos de guitarra espectaculares; aunque nunca un solo sonó tan construido y planeado de antemano, igual son monumentales. Lo que particularmente atrae de la canción no está solo en las poderosas voces sino en la forma en que lo acústico y lo eléctrico interactúan con una naturalidad sumamante atractiva. Y también está la parte larga de medio, (Donde se repite una y otra vez la palabra stone, stone, stone...) que podría ser lo más tedioso del disco a no ser porque, como bien lo define George Starostin en su página, evoca la imagen de una persona que va hundiéndose lentamente y pasando de la vida a la muerte. Tétrico!
Pigs (Three Different Ones) cuenta con una vocalización de Waters increíbleasfixiante, que corta la respiración y destila una rabia y una ira que helan la sangre, un ritmo ritual pesadillesco con impecables guitarras eléctricas y un bajo prominente, y el crescendo progresivo del medio con los cerdos cantando su oscura plegaria, es uno de los mejores momentos del disco. 
Sheep goza de una climática introducción de los teclados de Wright que transmite una tensión, tan enervante como maravillosa, de que algo va a estallar en cualquier momento. Y estalla: porque la vocalización de Waters es maníaca, iracunda y diabólica; uno casi ve sus ojos relampaguear en los versos finales. Mientras la voz de Waters se alarga y se funde con un sintetizador la guitarra de Guilmour explota y rebota con una virulencia y una locura que no podremos escuchar en ningún otro disco de Pink Floyd. La parte instrumental del medio destila una oscuridad y una tensión que no se encuentra en ningún otro lado y el solo de guitarra del fade out es una de las más memorables performances de Gilmour.
El contenido metafórico del álbum (Porque tanta crudeza y oscuridad no va a ser para retratar inocentes chanchitos, perritos y ovejitas) nunca lo interpreté con precisión. Fue inspirado por Animal Farmde George Orwell; algunos lo critican de simplista pero para mí cada frase es indicadora de genio. Cada animal representa a un sector de la sociedad humana: los perros son al encumbrado sector empresario y financiero que solo buscan negocios sin importar el costo humano; los cerdos son la clase dirigente y la milicia represiva (En efecto, los "Tres Diferentes" son personajes con nombre y apellido incluida Maggie Thatcher) ; las ovejas son el pueblo, inocente, manoseado por perros y cerdos e inconsciente de los mecanismos que se fraguan a su alrededor, hasta que finalmente se cansan, abren los ojos y asesinan a los perros en una dramática escena final. El álbum cierra con Pigs On The Wing parte 2, básicamente para que el oyente no corra a tirarse bajo el tren luego de escucharlo; el hermoso y simple tema de amor da a entender que no todo es tan negro y horrible como parece, porque cuando uno encuentra a la persona amada (un refugio contra los cerdos voladores) las cosas pueden ser menos terribles. Un trabajo excelente por donde se lo mire; lástima que tan pocos lo valoren como se merece.

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The Wall - 1979

8+/10

"Together we stand, divided we fall"
1) In The Flesh?; 2) The Thin Ice; 3) Another Brick In The Wall (part 1); 4) The Happiest Days Of Our Lives; 5) Another Brick In The Wall (part 2); 6) Mother; 7) Goodbye Blue Sky; 8) Empty Spaces; 9) Young Lust; 10) One Of My Turns; 11) Don't Leave Me Now; 12) Another Brick In The Wall (part 3); 13) Goodbye Cruel World.
1) Hey You; 2) Is There Anybody Out There; 3) Nobody Home; 4) Vera; 5) Bring The Boys Back Home; 6) Comfortably Numb; 7) The Show Must Go On; 8) In The Flesh; 9) Run Like Hell; 10) Waiting For The Worms; 11) Stop; 12) The Trial; 13) Outside The Wall.
mejor canción: Another brick in the wall (part 2)
De todos los álbumes de Pink Floyd The Wall sigue siendo su obra más desmedida, faraónica, megalómana, aplastante y compleja (Y se podría agregar: excesiva, bombástica, grandilocuente, etc). ¿Sutileza? ¿Gracia? ¿Delicadeza? ¡SI CLARO, CÓMO NO! Claro, el famosísimo single Another Brick In The Wall Part 2 le gusta a grandes y chicos, pero qué gran sorpresa se llevarán esos grandes y chicos si se les ocurriera comprar The Wall para ver qué onda. Si algún día tienen curiosidad por cómo se siente que una roca gigantesca y pesada caiga sobre sus cabezas, procedan a escuchar esta musiquita a todo volumen, y mueran de angustia. 
Concebido para más que nunca apabullar e intimidar al oyente, The Wall representa el pináculo del Waters compositor; más que nunca, nuestro amigo Roger controla casi por completo la situación y por lo tanto, con este álbum Pink Floyd empieza a sonar casi como una mera banda de acompañamiento para Waters. De hecho, The Wall era originalmente su proyecto solista, pero el resto de la banda se mostró interesada en convertirlo en el siguiente LP del grupo. Obviamente, Gilmour sigue teniendo alguna participación importante, como la composición de Confortably Numb, (uno de los himnos definitivos del grupo) y algunas partes de guitarra realmente estupendas, pero ya casi no canta ni compone nada. Y ni hablar de Wright; para estas alturas el tecladista se estaba llevando mal con Roger y no estaba demasiado interesado en el grupo, por lo tanto sus contribuciones son mínimas y es frecuente verlo remplazado por músicos de sesión. Lo mismo ocurre con Nick Mason. Nada, esto es PURO Waters. Al parecer, la rabia incendiaria de Animals no había sido suficiente para el perturbado superyó de Roger, así que a continuación no se le ocurrió mejor idea que escribir esta bonita página musical, como para exorcisar y catalizar de una buena vez todos los fantasmas que le habían torturado durante su vida y que, como se verá, son unos cuantos.
El resultado es uno de los álbumes más tenebrosos y opresivos jamás grabados. Y también uno de los más personales: da miedo pensar que toda esta pesadilla estaba incubando en la cabeza del bueno de Waters. Quizá buena parte de esta imaginería horrorífica sea pura pirotecnia burda, pero no se puede negar que hay mucho de íntimo y personal detrás de ella. The Wall es tan, pero tan deprimente que se me ocurre que los álbumes de Radiohead son como Caperucita Roja al lado de esta cosa. Ahora bien ¿Vale la pena la experiencia? Pues claro que sí... de hecho, es el último gran álbum de Pink Floyd. La capacidad que tiene para apabullar e impresionar al oyente es algo admirable. Claro, esto no es un diez ni por asomo: en primer lugar la música en sí no es tan extraordinaria; en segundo lugar el concepto es muy, muy confuso y retorcido. No obstante, si fuera solo por atmósfera y el efecto que causa en los desprevenidos oyentes, The Wall es uno de los mejores de la historia.
Musicalmente el disco ostenta un sonido mucho más heavy y rockero que nunca. Si bien en Animals Pink Floyd ya se había inclinado hacia una música más densa y oscura, The Wall casi dobla la bombástica de aquel LP convirtiéndose en una experiencia sensorial opresiva e inasequible que destrozará la cabeza al oyente primerizo. Los largos movimientos instrumentales y climáticos, tan característicos del Pink Floyd más clásico, dan un paso al costado en favor de canciones más contundentes, violentas y compactas, repletas de power-chords eléctricos, profusos acordes de piano, solos de guitarra agudos y vocalizaciones histriónicas a granel. El mal asunto es que, en el proceso, la música de Pink Floyd se estandariza demasiado, es decir, se hace más convencional y menos distintiva. Esto no significa que sea mala o aburrida, nada de eso: la música en The Wall es realmente potente y casi siempre excitante, las canciones son mayormente excelentes y, detrás de toda su grandilocuencia, el disco aporta varias innovaciones al mundo del rock (Siendo el ejemplo más claro ese fantástico sonido de guitarra de Gilmour en temas como Another Brick In The Wall) Sin embargo, así como puedo admitir eso, otra parte de mí no está muy conforme. Porque es cierto, Pink Floyd rockea de lo lindo, pero no hace ese rock blusero, clásico, sexual y fresco que tanto me gusta, sino más bien un rock bombástico y rimbombante donde los solos de guitarra parecen todos iguales y donde los riffs no son más que sucesiones de torpes power-chords... Y si bien en muchas ocasiones la fórmula sirve para crear pasajes maravillosos y creativos (Another Brick In The WallDon’t Leave Me Now), también hay momentos en los que la música suena muy plana, aparatosa, desalmada... y sobre todo cansadora. Es un álbum que musicalmente CANSA, simplemente porque a pesar de toda su potencia sonora no tiene mucha frescura ni matices, los esquemas musicales caen con frecuencia en lo genérico y las melodías rara vez son memorables. Es un típico caso de música de dinosaurios. EXCELENTE música de dinosaurios, claro está, pero dinosaurios al fin.
Conceptualmente, The Wall es bastante confuso. La idea de un muro alrededor de las personas que las va aislando y volviendo locas es excelente, pero me da la sensación de que Waters no pudo terminar de redondearla, y si lo hizo, desvió la cosa hacia terrenos demasiado trasnochados que este humilde oyente no puede entender. The Wall es un híbrido entre álbum conceptual (a la Animals) y ópera rock (a la Tommy), ya que si bien el muro como concepto es omnipresente, Roger también cuenta la historia de su alter-ego Pink Floyd, una infeliz estrella de rock que se va alienando de a poco y no encuentra paz ni en las mujeres, ni en la música, ni en nada. El primer disco narra con mucha efectividad la historia de Pink y tiene un desarrollo bastante claro acerca de un metafórico muro que de a poco lo va separando de sus semejantes y lo va enloqueciendo lentamente. La dichosa pared se construiría a base de traumas de la infancia, reglas y normas que impone el sistema, las guerras y destrucción del mundo y maltratos varios por parte de padres, profesores y novias. El segundo disco sin embargo, es muchísimo más desconcertante: ¿Qué tiene que decir el personaje principal cuando ya ha dicho "Goodbye Cruel World"? ¿Qué hace todo el asunto nazi en escena? ¿Qué tiene que ver la cantante Vera Lynn en todo esto? ¿Quiénes son realmente los famosos worms (gusanos)? ¿Qué es todo ese juicio final y cuál es exactamente la naturaleza del verdicto? Sorry Waters, mi cabeza realmente se marea con tanto delirio simbólico. Quizá el primer volumen narre cómo una persona termina enloquecida y desahuciada por el muro, y el segundo describa cómo esa persona vive su locura "cómodamente adormecida" (Jeje, por Comfortably Numb, qué vivo que soy). Qué se yo... lo único que sé es que mientras la primera parte despacha una historia más o menos coherente, la segunda parte es una locura opresiva total que empequeñce hasta a Syd Barret. Las ominosas voces y susurros, los tonos telefónicos, los bombardeos y los obsesivos televisiores encendidas que se escuchan permanentemente intercalados en los temas ayudan a crear un deprimente clima de alienación y soledad. Este tema, la alienación de las personas, obsesionaría a Waters durante el resto de su carrera solista y no vacilaría en reutilizar exactamente los mismos recursos para matizarlo.
Bueno, más allá de que la música sea un poco dinosáurica y que el concepto sea de lo más labertíntico, tengo que admitir que el primer disco de The Wall es un clásico absoluto. La primera cara del antiguo vinilo, desde In The Flesh? hasta Mother, es un polvorín de sensaciones aplastantes y conmovedoras, donde incluso la misma música suena fresca e inmortal. El riff descomunal de In The Flesh?, terriblemente potente y melódico a la vez, abre el álbum con una patada en el hígado: de entrada sabemos que no estamos para un cuento de hadas. Y los efectos de sonido son perfectos, especialmente ese bebito que llora al final del tema, inocente y desprevenido del horror que le espera. The Thin Ice no es mucho más soleada, aunque para mi gusto el riff es demasiado similar al de In The Flesh. Lo mejor del álbum está sin embargo en la famosa serie de Another Brick In The Wall. En esta canción Gilmour patenta uno de los sonidos de guitarra rítmica más excitantes del rock, con esos riffs pulsantes, reverberantes, funky y obsesivos conducen ambas partes de Another Brick In The Wall. El efecto que generan estas vibrantes guitarras junto a la voz peligrosa de Waters es una de las mejores cosas que escuché en mi vida; tan oscuro, tan intenso, tan penetrante, tan... huelgan las palabras, es algo que hay que experimentar. Y puede ser que la infausta Another Brick In The Wall Part 2, haya sido quemada por los bobos programadores de radio, pero aún así nadie va a negar que es una de las cosas más pegadizas y poderosas jamás escritas por grupo alguno. No solo es la idea de los escolares cantando, sino también esos irresistibles ganchos de guitarra y el perfecto solo eléctrico del final. Y no olvidar tampoco el pequeño puente de The Happiest Days Of Out Lives, con el dramático y perturbador helicóptero que parece sobrevolar nuestras cabezas y un ritmo aplastante que te va a hacer saltar del sillón. Comparativamente, la épica Mother es un tanto convencional, pero la fiereza pulsante de la voz de Roger, más la excelente performance del grupo, pueden poner la carne de gallina.
El lado dos arranca con la perfecta joya acústica de Goodbye Blue Sky, una vibrante viñeta que suena hermosa y tenebrosa a la vez. La melodía acústica es bella, pero lo único que transmite son imágenes de ruina y desesperación. A continuación pasamos por la tortuosa transición de Empty Spaces, (con algunas TERRORIFICAS voces invertidas) hacia el conjunto central de canciones de esta parte. Young Lust, una de las pocas cantadas por Gilmour, no está mal y tiene un estribillo bastante antémico, pero es un buen ejemplo de cómo The Wall  cae con frecuencia en arreglos musicales no muy remarcables; One Of My Turns es un poco mejor; sobre todo por su ominosa letra (“Day after day / life turns grey / like the skin of a dying man”) y la brillante transición entre la intro y la parte más rockera. Pero la joya de este grupo es sin dudas la ESCALOFRIANTE Don't Leave My Now, donde Pink lamenta la huida de su compañera. Al principio puede sonar un tanto ploma, con ese trasfondo musical monótono y los berridos de Waters... pero la desolación, la angustia, la TERRIBLE DESESPERACION que transmite es una de las cosas más impresionantes que haya esuchado: esos acordes disonantes, esas respiraciones obsesivas y ese desolador final con Waters cantando “Ohh, Babe” simplemente me hacen llorar de pura tristeza. Poné este tema el día que te deje tu novia a ver qué onda... eh? “Remember the flowers I sent” canta el tipo ¡Qué desesperación!. Para finalizar tenemos una última Another Brick In The Wall, mucho más bombástica que las dos anteriores y el final con Goodby Cruel World. Sip, está claro que el primer álbum es maravilloso y no vamos a discutir mucho eso.
El segundo CD, aunque logra ser fascinante en su opresivo caos, es DEMASIADO exagerado y demencial para mi gusto. La trama deja de tener sentido, la música se hace cada vez menos imaginativa y muchas de las canciones suenan como relleno innecesario. Ojo! que igual hay unos cuantos temazos. Hey You es una de las mejores canciones de Pink Floyd; la melodía vocal es excelente y los intrumentos suenan a gloria, sobre todo esos espectaculares arpegios de guitarra. También está el grandioso clásico Comfortably Numb, que suma unos inolvidables versos ominosos, un melódico y antémico estribillo y un solo de guitarra final que si bien es muy convencional y está diseñado para complacer a las audiencias, a la vez suena vibrante y extremadamente emocional. Pensar que Waters ODIABA esta melodía de Gilmour y ahora la toca en sus shows como encore. La segunda parte de The Wall es rica en pequeños intermezzos, los cuales son una mezcla desigual: tenemos por un lado la atmosférica Is There Anybody In There? realzada por una espectacular frase de guitarra acústica y por otro lado cosas olvidables como la insípida Vera Lynn (que tampoco hace un gran favor a la trama) y la aparatosa Bring The Boys Back Home. Las más melódicas como la desgarradora Nobody Home The Show Must Go on suenan bellas pero un tanto insustanciales musicalmente, mientras que la segunda versión de In The Flesh no agrega demasiado más allá de ser significativamnete más bombástica que su antecesora del disco uno. Y después nos quedan una serie de tribulaciones trasnochadas que pueden sonar aboslutamente fascinantes si estamos de humor, pero que en general cansan con sus excesos de sobreproducción. Run Like Hell tiene un ritmo de pesadilla y más de esas guitarras pulsantes de Gilmour y aunque su atmosfera frenética-bizarra es excelente, la exageradísima pista vocal puede sonar MUY irritante. La inclasificable suite de Waiting For The Worms, un delirio increíblemente insano sobre nazis y gusanos y la operística The Trial, una epopeya de masas corales y portentosas vocalizaciones, conforman el final más pomposo, barroco y pasado de roscas para cualquier álbum de rock, el cual se desvanence con la melancólica y ¿Optimista? Outside The Wall.
Aún con todas sus vicisitudes, The Wall es un clásico de Pink Floyd. Sus imperdonables exesos por momentos aplastan cualquier matiz de melodía y sutileza, pero sus mejores momentos apelan a las emociones del oyente con una fuerza casi infernal, ante la cual nadie capaz de permanecer indiferente. Tanto The Final Cut como los discos solistas de Waters imitan estilísticamente a The Wallpero sin la mitad de la fuerza y la inspiración que este disco extraordinario, y por momentos excesivo, destila en sus ochenta minutos de duración. Ochenta minutos de pesadillas, dolor y depresión. No recomendable para almas risueñas y corazones optimistas. 

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The Final Cut - 1983

5-/10

"Is it for this that Daddy died?"
1) The Post War Dream; 2) Your Possible Pasts; 3) One Of The Few; 4) The Hero's Return; 5) The Gunners Dream; 6) Paranoid Eyes; 7) Get You Filthy Hands Off My Desert; 8) The Fletcher Memorial Home; 9) Southampton Dock; 10) The Final Cut; 11) Not Now John; 12) Two Suns In The Sunset. 
mejor canción: Two suns in the sunset
Mmm... me parece que este álbum no me gusta demasiado, pero antes de pasar a los detalles escabrosos me gustaría echar algo de luz sobre el poco feliz contexto que enmarca la grabación de The Final Cut. ¿Qué estuvieron haciendo los muchachos durante este paréntesis de cuatro años? No mucho, tan solo lucrando con The Wall, a través de cuatro faraónicos conciertos a ambos lados del Atlántico y la filmación de una película basada en la narrativa del álbum, dirigida por Alan Parker, supuestamente para aclarar un poco el concepto y brindar una experiencia audiovisual definitiva. Pero mientras tanto, las cosas en el seno del grupo comenzaban a oler a podrido. En aquel tiempo Roger Waters estaba un poco agrandado debido al éxito de The Wall; después de todo él había concebido el álbum casi en su totalidad y eso lo hacía autosuficiente, ya no necesitaba de sus compañeros para lograr sus metas, sino que, por el contrario, éstos se estaban convirtiendo en un estorbo cuyas intenciones de participación se interponían en sus cada vez más personales proyectos. Por esta razón, recrudecieron sus ínfulas por controlarlo todo y sus actitudes déspotas para con Gilmour, Mason y Wright, lo cual sembró el malestar y la tensión en el entorno íntimo del grupo. Tal es así que por algún motivo nunca aclarado, Richard Wright abandonó Pink Floyd durante la filmación de The Wall (no asistió al estreno oficial) y Roger no lo fue a buscar. En el fondo, Waters no necesitaba más de Pink Floyd, y sus planes se centraban básicamente en acabar con el grupo lo antes posible; la ida de Rick fue la primera pieza del dominó en caer.
Eso sí, antes del fin, Waters quiso que Pink Floyd dejara un último testamento en The Final Cut. El subtítulo del álbum, A Requiem For The Post War Dream by Roger Waters, no deja demasiadas intrigas: es un álbum solista de Roger maquillado con el nombre de Pink Floyd, quizá para vender un poco más. Las letras representan exclusivamente a Waters y sus preocupaciones personales; Gilmour y Mason no pasan de ser meros títeres autómatas sin voz ni voto que poco y nada tienen que ver con la factura del disco; la batería apenas se usa, mientras que David no aporta mucho más que tres o cuatro solos de rutina perdidos por ahí y una magra performance vocal. Debe haber sido bastante deprimente para los tres grabar el álbum en estas condiciones. Uno se pregunta por qué Roger no se mandó directamente a su carrera solista, o porqué Gilmour y Mason aceptaron trabajar en semejantes condiciones de servilismo.
Ahora sí, a comentar un poco sobre el álbum. Como todo proyecto de Pink Floyd desde The Dark Side Of The MoonThe Final Cut es una obra conceptual, esta vez tratando a fondo la siempre espinosa cuestión de la guerra. Tomando como punto de partida el conflicto bélico de las Malvinas entre Reino Unido y Argentina, que por ese entonces mantenía en plena crisis a la Nación Inglesa, Waters descarga sobre el oyente algunas diatribas, comentarios y reflexiones acerca de las guerras de la humanidad, su dudoso sentido y cómo lo único que logran es destruir la vida de quienes participan en ellas. Adoptando una postura ideológica claramente anti-belicista (para irritación de muchos conservadores que en el momento gobernaban su país), Waters exorciza de una vez por todas el fantasma de la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, dejando entrever que el tour-de-force de The Wall no había sido suficiente para aplacar tan terrible dolor. "¿Es por ESTO que mi papá murió?" se pregunta desesperanzado en The Post War Dream, evocando aquella ilusión juvenil de que la Segunda Guerra había sido el fin de todas las guerras y el comienzo de un paz duradera. Cuarenta años después, Waters ve cómo su nación avanzaba hacia Atlántico Sur, nuevamente a pelear a cañonazo limpio por otra vacua causa colonialista. Comprende, desesperado, de que la muerte de su padre, como la de sus compatriotas en las Falklands, no había servido absolutamente para nada.
Obviamente no voy a ser el idiota que niegue el aplastante poder emocional que tiene este concepto, especialmente para quienes, como Roger, sabemos que las guerras son una gigantesca farsa. Una fabulosa mentira que permite a los poderosos del mundo zanjar sus grandes intereses económicos a costa de la sangre del inocente, del común, del pobre, del soñador que cae despedazado por las balas, creyendo hasta el final que lo hace por su bandera y sus amigos, cuando en realidad es por las cuentas millonarias de algún buitre anónimo que, oculto en el confort de alguna mansión, lo mira morir por la TV. 
Pero más allá de trasfondo ideológico, Waters aporta lo que, seguramente, son las mejores letras que jamás haya escrito. Evidentemente el tipo ha madurado como letrista, y lo que encontramos aquí deja en ridículo a cualquier cosa que haya escrito de Animals hacia atrás. Waters sabe lo que hace, y va construyendo cada palabra con una sensibilidad sublime, evocando las memorias de sobrevivientes que todavía sufren, disparando durísimas ironías dirigidas a Margaret Thatcher y su grupúsculo de poder, madurando reflexiones sobre el significado de todas esas muertes, o simplemente haciendo preguntas, preguntas incómodas e incisivas que no tienen respuesta. Líneas que me ponen la piel de gallina hay de sobra: "Sweetheart are you fast asleep? / Good, cos' that's the only time I can really talk to you" (The Hero's Return); "You believed in their stories of fame fortune and glory / Now you're lost in a haze of alcohol soft middle age / The pie in the sky turned out to be miles too high / And you hide hide hide behind brown and mild eyes" (Paranoid Eyes); "Somewhere old heroes shuffle safely down the street / Where you can speak out loud about your doubts and fears / And what's more no-one ever disappears / You never hear their standard issue kicking in your door / You can relax on both sides of the tracks / And maniacs don't blow holes in bandsmen by remote control / And everyone has recourse to the law / And no-one kills the children anymore" (The Gunner's Dream). No cabe duda de que Waters tenía algo importante para decir con este disco, y quizá por eso tanto autoritarismo descontrolado y tantas peleas con sus compañeros; nada podía entorpecer su mensaje.
Ahora bien, el mérito conceptual de The Final Cut es solo una cara de la moneda, y no alcanza para darle diez puntos. Me estoy refiriendo lisa y llanamente a que desde un aspecto MUSICAL, el álbum es completa y totalmente NULO. No, no quiero decir que sea asqueroso, repugnante o vomitivo, pues en realidad no lo es. Lo que quiero decir es que The Final Cut está casi completamente vacío de verdadera MÚSICA; Las canciones no son canciones, sino distintos fragmentos de un mismo monólogo interminable; los sonidos que acompañan a Waters no hacen las veces de música, sino que solamente aportan una escueta, plana y nada inspirada TEXTURA cuya única excusa es hacer pasar por "álbum de rock" lo que en esencia no es mucho más que un gran poema recitado. Sí, es un excelente poema y vale la pena oírlo, pero sencillamente me cuesta horrores asociar el nombre de Pink Floyd con estos pobrísimos garabatos, en los cuales solo escucho un trasfondo permanente de cuerdas y vientos deslizando acordes aburridos, cierto pianito intrascendente garabateando dos o tres notas cada tanto y algún solo fotocopiado de Gilmour apareciendo en el momento MÁS pensado. Y como broche de oro, sobre todo eso y a un volumen dos veces mayor, la cansadora voz de Waters, pasando sin escalas del susurro al griterío con anti-melodías de lo más vagas, aparatosas y aleatorias, diría que inventadas sobre la marcha. Para que tengas una idea más gráfica si escuchaste The Wall, esto suena como Outside The Wall en las partes más tranquilas y como Bring The Boys Back Home en las partes más intensas. Eso mismo canción tras canción sin solución de continuidad, a tal punto que cada vez que comienza un nuevo tema parece que el equipo de música nos está repitiendo por error el que acabamos de escuchar. No! No! No! Esto NO es mi idea de un buen disco de Pink Floyd. ¡Vamos! Estamos hablando de un grupo que supo entregar la más pura, la más inspiradora, la más GLORIOSA creatividad instrumental a través de álbumes como MeddleDark SideWish You Were o Animals y ahora me vienen con una cosa que no ofrece NI UN SOLO relieve musical digno de atención. "Decepcionante" es la palabra más suave que puedo pensar.
Sin embargo sería un error atribuir esta nulidad musical al fracaso de incompetente: The Final Cut es EXACTAMENTE el álbum que Roger tenía en mente. Esta vez, Waters claramente quería ser más un profeta o un filósofo que un músico; sus palabras eran ya demasiado trascendentes como para necesitar además ser decoradas con buena música... ¿Buenos solos? ¿Instrumentos? ¿Melodías? ¿Armonías? ¿Ganchos? ¿Riffs? Waters se preguntaba "¿Para qué?". Él pensaba que con sus palabras solas bastaba para que la gente quisiera escucharlo, y que cualquier pirotecnia musical solo serviría para distraer al oyente y desenfocar su mensaje del centro de atención. Por eso se encargó muy bien de minimizar a fondo el contenido musical del álbum, reduciendo lo que podrían haber sido buenas canciones a pálidas texturas monocordes y estáticas en las que lo único que el oyente tiene para escuchar son las ríspidas palabras de Waters. Objetivo cumplido. Huelga decir que, personalmente, condeno sin reparos esta nueva filosofía de Roger, cuya soberbia y falta de visión son las culpables de que su carrera solista sea un completo fiasco. Si lo importante son las palabras y la música no merece ni el mínimo interés, entonces hacete abogado, sacerdote o político pero no me vengas a vender un disco de rock pedazo de farsante, de onda lo digo. ¡Ojo! Si nos atenemos a la función para la cual fue programada, la "música" de The Final Cut es efectiva: su monótono y vegetativo fluir, sus predecibles texturas que retoman el sonido de The Wall eliminando cualquier gancho creativo y su calma solemnidad otorgan una buena atmósfera para reflexionar sobre los temas escabrosos que Roger propone, evocar las miserias del mundo y sentir en la piel la dureza de sus palabras, pero no me proveen NIGUN valor musical y eso es lo que en definitiva espero de CUALQUIER álbum de rock.
OBVIAMENTE no vale la pena repasar el álbum canción por canción: con la descripción que hice de esta música ya sabrás como son exactamente todos los temas y creeme: no me estoy guardando ninguna sorpresa. Quizá tan solo hacen falta mencionar ciertos pequeños momentos por el mero motivo de no dejarlos en el vacío y demostrar que efectivamente los escuché. Y tanto los escuché que efectivamente logré memorizar ALGUNAS de las débiles melodías. Por ejemplo, puedo asegurar que recuerdo perfectamente cómo va el estribillo de Your Possible Pasts con ese "Do you remember me, how we used to be..."; ahora bien, que recuerde la melodía no significa que ésta me otorgue disfrute; son cosas muy diferentes. Es más, el hecho de recordarla hace que me aburra aún más; al menos las otras solo me aburren cuando las escucho, ésta lo hace cada vez que la recuerdo. Otra melodía que también memoricé en parte es la del número de cierre Two Suns In The Sunset, con una de las mejores letras de todo el disco. La elegí como mi preferida porque, si bien melódicamente no despega del resto, al menos sus cálidos arreglos acústicos me sorprendieron como algo más o menos fresco y grato comparado con el tedio precedente. Su melodía inicial me recuerda un poco a Till You Say Goodbye de los Rolling Stones, es básicamente por esto que me ha quedado en la cabeza. 
Más allá de esto hay muy, muy poco para destacar. La única canción que se sale de la norma es Not Now John, un metal-rocker lastimoso infectado de horribles vocales que finaliza en un estúpido griterío plurilingüe de Roger. Quizá funcione como el espacio "iracundo" del disco, ya que su brote de energía es el único momento en el cual el oyente se sobresalta; lástima que sea tan, tan, tan FEA! Qué triste que es ver a un buen compositor como Waters lanzando toda esta chatarra sin ton ni son. Por otra parte, caben mencionar algunos patéticos calcos del pasado, como el solo de guitarra enYour Possible Pasts que parece transplantado de Pigs Have A Cigar al mismo tiempo, o The Hero's Return, que retoma las clásicas guitarras pulsantes de The Wall y aporta algunas de las más elaboradas líneas musicales del álbum, o The Fletcher Memorial Home, que copia su solo esta vez de Mother, mientras que el mismísimo tema titular es directamente una penosa reescritura deConfortably Numb, aunque el solo aquí suena lo suficientemente majestuoso como para perdonar su falta de creatividad. Y no voy a mencionar más canciones porque no tengo nada más que decir de ellas... Ya que no hay arreglos ni melodías ¿Qué quieren que diga?
En fin, la más vacía y estéril experiencia musical de Pink Floyd. Obtiene una nota relativamente alta porque el contenido emocional y filosófico de las letras es realmente de altísimo vuelo, a tal punto que solo lo puedo comparar con Animals. Pero el legado musical de esta cosa es tan valioso como un pedazo de cartón, y si juzgara el álbum solamente por este aspecto, no dudaría en ponerlo como el peor de Pink Floyd (al menos junto al siguiente). Así que esta calificación intermedia de cinco puede ser vista desde dos ángulos diferentes, al igual que el vaso con agua hasta la mitad. O bien es un premio a la excelente lírica de Waters o bien un castigo a sus inexistentes esfuerzos compositivos. Como prefiero juzgar la música, diré que el vaso está medio vacío y que ésta es la experiencia anti-musical por excelencia; leyendo el periódico he encontrado más ideas musicales que aquí.

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre THE FINAL CUT!


A Momentary Lapse Of Reason - 1987

3-/10

"Tonge-tied and twisted, just and earthbound misfit"
1) Signs Of Life; 2) Learning To Fly; 3) The Dogs Of War; 4) One Slip; 5) On The Turning Away; 6) Yet Another Movie; 7) A New Machine (part 1); 8) Terminal Frost; 9) A New Machine (part 2); 10) Sorrow.

mejor canción: Learning to fly

¿Qué - es - esto? Pura basura. ¿Qué hace este álbum en mi colección? Acumula polvo. ¿Qué hace el nombre de Pink Floyd en la portada de esta cosa? Ni idea, pregúntenle a un tal Dave Gilmour. Bah, ni él debe saber.  A Momentary Lapse Of Reason es una de las cosas más atroces e irritantes que me ha tocado escuchar, y seguramente uno de los peores álbumes jamás publicados por un grupo grande. El único motivo por el que le doy un tres es que tiene una de las mejores portadas que vi. Con eso digo prácticamente todo.
Resulta que después de The Wall The Final Cut, Roger Waters pensó que el grupo estaba creativamente agotado y que Pink Floyd debía desvanecerse en el éter para siempre. Su ex-amigo David Gilmour no estaba para nada de acuerdo: para él Pink Floyd todavía tenía cosas para ofrecerle al mundo, con o sin Roger. Por lo tanto, luego de arduas batallas legales, Dave ganó posesión del nombre de Pink Floyd y se lanzó a grabar un nuevo álbum con Mason y Wright, que es esta cosa que trato de descifrar aquí. Bah! Si ESTO es lo que Pink Floyd tenía para ofrecer al mundo está claro a quién deberíamos haber escuchado. Gilmour no se iba a morir de hambre si se olvidaba e iniciaba una (discreta) carrera en solitario como Roger; pero evidentemente el tipo tenía muy claro qué nombre mueve más cifras ¿No? Je, je. Dave no era ningún boludo.
No estoy muy seguro si Waters era realmente el genio total (o el “genio creativo”, como rezaba el slogan de su visita a la Argentina en el 2002) detrás del sonido de Floyd: evidentemente él escribía las letras y los conceptos, pero buena parte de las ideas musicales provenían de David y de Wright. Es decir, no hay razones contundentes para suponer que la pésima calidad de A Momentary Lapse Of Reason se deba a la ausencia de Waters, sobre todo teniendo en cuenta que su carrera solista no es ninguna maravilla, ni muy diferente a este álbum, y que The Final Cut, bajo control total del bajista, era ya bastante malo. Para mí Pink Floyd realmente había dicho todo con The Wall y nada bueno podía seguirle a eso, estuviera quien estuviera al mando. Sin embargo esa es la única defensa que se me ocurre para David Gilmour: la cruel realidad es que esta vez tuvo en sus manos la coordinación del proyecto y le salió un álbum directamente MALO, HORRIBLE de esos que desearíamos que no estuvieran nunca en nuestra discoteca.
Cada vez que escucho A Momentary Lapse Of Reason (una vez cada dos o tres años) la cosa me confunde hasta las lágrimas. Me pregunto y me pregunto ¿Qué DEMONIOS quiso hacer Gilmour con este álbum? ¿Qué meta, qué objetivos se planteó el tipo? ¡Maldición! Que me parta un rayo si lo sé. No, en serio ¿Qué CARAJO quiso hacer? ¿Quiso reproducir exactamente el “sonido clásico de Pink Floyd”?, ¿Quiso explorar nuevos caminos y ser fiel al espíritu experimental del grupo?, ¿Un poco de ambas cosas quizá? Miren, no tengo la más pálida idea; lo único que sé es que cualesquiera fueran sus objetivos, el tipo fracasó de la forma más escandalosa. No voy a empezar a decir que esto “no suena como Pink Floyd”, básicamente porque ya The Wall no sonaba como el Pink Floyd de AnimalsAnimals no sonaba como el Pink Floyd de Wish You Were Here. Es decir, es una falacia eso de hablar del “sonido Floyd” cuando los tipos cambiaban de estilo álbum tras álbum. El problema con A Momentary Lapse Of Reason es justamente que Gilmour CAE en esa falacia; por momentos se nota claramente como el grupo trata penosamente de imitarse a sí mismo, como una forma muy artificial y desesperada de decir “seguimos siendo nosotros con nuestro sonido de siempre”. Por ejemplo, tomemos el instrumental de apertura Signs Of Life: es TAN OBVIO que Gilmour trata de reproducir cosas del pasado como Shine On You Crazy Diamond que casi me da risa. ¿De qué me sirve eso? ¡De NADA! ¡DE NADA MALDICION! Si ya escuché Shine On no necesito escuchar una imitación barata hecha por la misma banda. Carajo.
Y por eso esta porquería me resulta tan confusa. TAN CONFUSA Dios! Porque, por un lado están claramente imitándose a sí mismos, tratando de emular ese sonido “etéreo” y “atmosférico” del Pink Floyd clásico, y por otro lado, AMLOR no suena PARA NADA como los álbumes anteriores del grupo. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? La única respuesta que se me ocurre es que las imitaciones son TAN OBVIAS pero a la vez TAN POBRES y tan MALOGRADAS que la cosa termina sonando aparatosa, chapucera y decadente. Y ni hablar de los recursos de producción: evidentemente David intentó mezclar la fidelidad por el “clásico Floyd” con los paradigmas de producción propios de los ochentas. El cocktail es indigerible: atmosferas supuestamente “relajantes y misteriosas a la Floyd” hechas con horrenda percusión sintetizada, modernosos sonidos de sintetizador, efectos especiales risibles, vocales femeninas de fondo y ni un ápice de rock a la vista. Yo no te puedo explicar lo INHUMANAMENTE HORRIBLE que suena toda esa tecnología tratando de sonar como Pink Floyd. ¡Ojo! la música de Pink Floyd siempre ha sido algo así como “hi-tech”, pero nunca dejó de evocar a un grupo de cuatro tipos tocando cuatro instrumentos. Esto evoca más bien a un programa de computadora y ya es una cargada inaceptable. Es la música más anquilosada, torpe, inexpresiva y ABURRIDA que esuché en mi vida. Y ni hablar, NI HABLAR, de que las melodías son espantosas (cuando hay melodía), que Dave Gilmour ya casi no puede cantar y que sus solos de guitarra se han convertido en la cosa más genérica e insípida que podamos imaginar. En otras épocas el tipo era capaz de innovaciones excitantes tales como el solo final de Sheep o el ritmo pulsante de Another Brick In The Wall. Parece que ahora está feliz imitando el solo majestuoso de Confortably Numb por los siglos de los siglos. Argg!
¿Tengo realmente que revisar esto canción por canción? Sip, tengo que hacerlo, aunque sea para respaldar mis pareceres con ejemplos. ¿Te preguntas si hay algo rescatable entre toda esta pila de desechos? Sí. La balada pop Learning To Fly es POR LEJOS la mejor canción del álbum. No es un temazo ni nada por el estilo, pero es LO ÚNICO que hallo rescatable. El riff de guitarra suena agradable, es potente y no trata de imitar nada. La melodía del estribillo (“Tongue-tied and twisted / Just and earthbound misfit”) es pegadiza y hermosa a la vez. Además, la sección “instrumental” atmosférica del medio es bastante efectiva, gracias a que Gilmour no se manda ninguno de sus “solos épicos” y a una misteriosa conversación de radio. ¿Quiénes conversan? Al parecer se trata del mismo David comunicándose desde su avioneta con la torre de control para programar el aterrizaje (De ahí el título de la canción, David estaba aprendiendo a pilotear aviones). Sabiendo eso, el pasaje entero es el soundtrack perfecto para el despegue / aterrizaje de un avión, un acontecimiento tecnológico que todavía resulta emocionante e intimidante (al menos a mí). Evidentemente, con esta canción, Pink Floyd todavía puede meterte imágenes en la cabeza.
Pero eso es lo único... todo el resto, y cuando digo “todo el resto” me refiero a TODO EL MALDITO RESTO, es de lo peor. Además de Learning To Fly hay dos canciones que el público generalmente destaca. Una es One Slip. Está bien, puedo admitir que se trata de la segunda mejor del álbum, pero aún así no me gusta. La introducción, con todos esos patéticos ruiditos de computadora y un timbre repentino que me recuerda a Time, es IDIOTA. Vamos, Pink Floyd era un grupo que se caracterizaba por tocar las progresiones instrumentales más creativas y excitantes del mercado; ¿Por qué ahora tengo que tragarme esta basura? La canción en sí es un pop ochentoso y mediocre y vaya que no me gusta que Pink Floyd haga este tipo de música. La melodía vocal es más o menos atractiva, pero el trasfondo instrumental es de lo peor: suena como una mala versión de una mala canción de U2. Y ni hablar de On The Turning AwayA la gente le gusta, pero yo la repudio; ¡¿Cómo puede ser atractiva una cosa tan bombástica, demagógica y barata como esta?! El principio, cuando es una pequeña balada acústica, no me desagrada... pero después empiezan a sumarse cuerdas, toscas masas de sintetizador y coros supuestamente “antémicos y emotivos” que me sacan de quicio. La melodía vocal es tan empalagosa y pretendidamente afectiva que me revuelve el estómago y el “grandioso” solo de guitarra es una imitación ridícula y dolorosamente obvia de Comfortably Numb. Así como el jam de Echoes, la intro de Time, el solo de Shine On y el final de Sheep representan todo lo que amo de Pink Floyd, este tipo de solos repetitivos, desalmados y sin melodía junto a esos acordes genéricos de sintetizador representan lo que ODIO de Pink Floyd. On The Turning Away termina siendo un espantoso e indistinguible “himno” ochentoso de la onda “cantemos por la humanidad todos unidos con las manos en alto” que me recuerda a Heal The World: ¡Heal The World de MICHAEL JACKSON! Buh!
Pero tan mediocres como sean On The Turning Away One Slip, están lejos de las profundidades más tenebrosas del álbum. Para eso hay de sobra: The Dogs Of War, una patética imitación de las declaraciones antibélicas de Waters, es la más repulsiva canción jamás hecha por Pink Floyd y quizá la peor canción de rock jamás grabada: es HORRRRRIBLE!! Todo es un desastre: la introducción pretende ser siniestra pero es un embole intrascendente; la performance vocal de David es espantosa hasta más no poder: no solo la melodía es una basura, sino que el tipo trata de sonar amenazante y rudo ¡Es embarazoso escucharlo! Y encima sobre el final aparecen ¡¡SAXOFONES y COROS FEMENINOS!! ¡ARGGGGGHHHHH! La segunda mitad del disco aglomera toda la porquería. Las viñetas A New Machine constituyen una pobre excusa para que Gilmour utilice un efecto de voz bizarro y bobo y después salga por ahí a decir que se trata de una innovación importantísima y fresca que ningún grupo intentó antes. Yet Another Movie / Around And Around tampoco se salva: su introducción es PATÉTICA. De verdad, escuchar la introducción de esta canción me da mucha rabia, no se puede creer que no se les haya ocurrido algo mejor: hasta yo puedo agarrar un tecladito electrónico cualquiera y crear algo más inquietante y seductor que esa aparatosa progresión de ruidos y no-melodías. El resto del tema no mejora la cosa: una melodía lenta y absurda y otro solo de guitarra laaaaargo y monótono. Y encima la cosa dura ¡Como siete minutos! Está también la ápatica música funcional deTerminal Frost, que parece un intento de... no sé ya ni qué están intentando con esta cosa impersonal y retardada. Es asunto es que con sus saxofones y sus solos interminables Terminal Frost sería excelente como: a) música de fondo para la publicidad de un seguro médico, b) cortina de un programa de cable sobre el cuidado de las plantas de interior o c) ambiente de una escena de sexo oral en una película XXX. Es ESE tipo de musiquita intrascendente y livianita que NADIE quiere escuchar en un álbum de Pink Floyd. Por su parte, Sorrow es la cosa más ABURRIDA y TEDIOSA que haya escuchado jamás: la introducción con guitarra pesada, aunque frívola, es una avalancha de sensaciones comparada con el resto del tema: no hay melodía, los solos parecen hechos por computadora... NO PASA ABSOLUTAMENTE NADA en Sorrow.
No se bien si A Momentary Lapse Of Reason (¡Qué título adecuado! jaja) suena tan mal porque tengo en mi mente álbumes como Animals o bien porque es efectivamente una cosa HORRENDA en sí misma. No importa, sea como sea, nada va a hacer que quiera escuchar esto todo el tiempo. En resumen: ¡Waters, volvé! ¡Te perdonamos!

Sección COMENTARIOS DE LECTORES sobre A MOMENTARY LAPSE OF REASON!


The Division Bell - 1994

5+/10

 

"You can have anything you want"
1) Cluster One; 2) What Do You Want From Me; 3) Poles Apart; 4) Marooned; 5) A Great Day For Freedom; 6) Wearing The Inside Out; 7) Take It Back; 8) Coming Back To Life; 9) Keep Talking; 10) Lost For Words; 11) High Hopes.
mejor canción: Coming back to life
Bueno, sí, esto es algo que tenía pendiente desde hace un buen tiempo; subirle un punto a The Division Bell. Casi desde el mismo momento en que escribí la antigua revisión, ya me parecía que un cuatro de calificación era excesiva e inmerecida dureza para un álbum que sinceramente nunca podría caratular como "malo". Sobre todo teniendo en cuenta que, comparado con el terrible A Momentary Lapse Of Reason, The Division Bell representa un salto cualitativo considerable al que un mero punto de diferencia no hacía justicia. ¿Cómo llegué a ponerle un cuatro? Básicamente porque esta música se incluye entre la más insulsa, estéril y aburrida que me ha tocado escuchar, y que tal cosa me llegara de una banda como Pink Floyd, de mis absolutas favoritas, me ponía un tanto malhumorado e intolerante, haciéndome ver el panorama más negro de lo que realmente es. Pero ya no. Un punto más y todos en paz. 
Ahora: cinco puntos tampoco son para andar destapando botellas de champagne por ahí. Hay muchísimos seguidores de Floyd que sienten verdadero aprecio por este álbum y llegan a ponerlo a la altura de los grandes clásicos de la década del 70, pero francamente, por más voluntad que ponga, yo no puedo compartir ese entusiasmo. Para mis oídos, The Division Bell sigue siendo un álbum esencialmente MEDIOCRE y sin dudas uno de los peores que ha entregado el grupo. No diría que es particularmente malo, pero tampoco particularmente bueno. Se trata de un disco que sencillamente no me llama la atención: lo puedo escuchar entero si es preciso, pero nunca encuentro una buena razón para hacerlo y SIEMPRE que lo hago termino aburrido hasta las lágrimas. ¿Explicamos un poco la razón? Ok, lo intentaré, al fin y al cabo es para eso que mantengo este site ¿No es así?
Luego de muchos años y muchas críticas, Gilmour decide que es hora de resucitar al viejo braquiosaurio una vez más, y junto a Wright y Mason se aboca a grabar un flamante álbum de Pink Floyd, que además es la excusa perfecta para embarcarse en un nuevo tour mastodóntico y facturar millones y millones de dólares reviviendo los viejos clásicos. No estoy protestando, todo lo contrario: si Gilmour gastó años de su vida para ganarle el nombre "Pink Floyd" al demonio de Waters, mucho vale que intente hacer algo bueno con él ¿No es verdad? Y A Momentary Lapse Of Reason no era exactamente algo con lo que sentirse realizado ¿Miento? Pero claro, una cosa es ponerse a trabajar en un álbum porque se quiere expresar algo, porque una necesidad creativa surge desde adentro con urgencia, y otra cosa es hacerlo casi por obligación, por reflejo, por compromiso. En este caso me da la sensación de los Floyd no tenían nada relevante o nuevo para aportar, y eso termina notándose dolorosamente en el producto final.
Una cosa que tengo que admitir, antes de empezar a protestar, es que The Division Bell suena bien. Es decir, suena agradable, lindo, sin nada que realmente incomode o moleste al oído. Si nos concentramos pura y exclusivamente en la CALIDAD DE SONIDO, dejando de lado al resto de los elementos que hacen a un buen disco, The Division Bell es irreprochable. Grande, imponente, limpio, fluido, placentero, lujoso, atmosférico, soberbiamente texturado, técnicamente perfecto, inmaculadamente producido... así suena este álbum de principio a fin, y por eso puedo asegurar con confianza que no hay nada OFENSIVO en estas canciones, nada FEO como ocurría en el álbum anterior. Es también por eso que entiendo cómo un fan de Floyd puede llegar a sentirse atraído por The Division Bell; el sonido del álbum cumple con varias premisas que caben esperarse de un buen álbum de Floyd: preciosismo y cuidado extremo en cada detalle.
Pero cualquier atributo sobresaliente en el sonido se revela completamente estéril cuando fallan otros los elementos. Y aquí hay cosas que REALMENTE fallan, que REALMENTE me molestan. Mi problema con The Division Bell no es exactamente la total falta de ideas nuevas; me parece que a estas alturas ya no se le puede exigir a Pink Floyd que sigan revolucionando la música, que sigan siendo novedosos y tampoco se les puede vedar el reciclaje de lejanas glorias pasadas. Este álbum es claramente un refrito del pasado de la banda, un álbum regresivo que no tiene otra intención que recrear una vez más aquel "clásico sonido floyd" sin ni siquiera ocultar el hecho, sin pretender en ningún momento que se está incursionando en nuevos territorios. Como les decía, eso es bastante normal y aceptable en bandas tan ancestrales y establecidas como ésta. Lo que sí se puede esperar es que su música parezca viva, que muerda, que agarre con fuerza, que de algún que otro giro inesperado... Y nada: The Division Bell me suena helado, anónimo, frívolo, casi tan robótico y tedioso como su desafortunado antecesor. A mi entender, esto ocurre porque la relectura que Gilmour hace del pasado de la banda es BASTANTE miope: gozando Pink Floyd de un legado musical tan vasto, tan diverso, y tan rico, que nunca jamás estuvo definido por un sonido o estilo único, David opta por retomar apenas un ínfimo aspecto de ese legado, el aspecto "relajante", "suave" y "etéreo", generalizándolo torpemente como "el típico sonido Pink Floyd" y extrapolándolo a más de una hora de lo mismo y lo mismo. Gilmour parece olvidarse de que Pink Floyd también ha tenido momentos oscuros y malvados como Sheep One Of These Days, fenomenales jams de psycho-blues como Any Colour You Like Echoes, viñetas de humor como San Tropez Seamus, mínimas baladas acústicas como A Pillow Of Winds Cymbaline, rockers virulentos como Money Time, progresiones trasnochadas como Careful With That Axe Let There Be More Light. De todo eso se olvida Gilmour, todo eso lo entierra bajo una capa de arena. En cambio, focaliza su atención en momentos puramente atmosféricos y relajantes, como la intro de Shine On You Crazy Diamond, o el solo de Comfortably Numb, y sobre esos clichés que solo representan un 5% del potencial del grupo, constituye The Division Bell.
Así, el sonido en este álbum queda banalmente reducido a un Wright con sus cuerdas sintetizadas haciendo "ambiente" en el fondo, a un Gilmour tirando una y otra vez sus larguísimos e insípidos solos eléctricos, salidos todos del mismo molde, a un Mason haciendo siempre el mismo ritmo lento y falto de interés y algunos coros femeninos y firuletes de piano bien genéricos para decorar. El "sonido Floyd" que sacan realmente se parece más a Enya que a Pink Floyd. Eso mismo en once temas de seis minutos cada uno, durante MAS DE UNA HORA. Solo se me viene a la mente una palabra para definir semejante cosa: ABURRIDO. The Division Bell es aburrido, aburrido mal, estéril, sin un solo atisbo de creatividad, variedad o giro impredecible en toda su interminable duración. Como dije antes, empieza sonando agradable los primeros temas, pero cuando la cosa sigue y sigue y sigue en el mismo tono, y vemos que los tipos están repitiendo la misma fórmula todo el tiempo, y aparece Gilmour con su enésimo solo de serie numerada... pues ahí cansa y aburre en serio. Es cierto que todos los álbumes de Pink Floyd desde Dark Side mantienen la misma atmósfera en toda su duración, pero musicalmente siempre había sorpresas y golpes excitantes; un riff, un teclado jazzero, un break instrumental atípico... En cambio aquí todo suena como una masa monótona de masturbaciones guitarrísticas y cuerdas ambientales. Es música complaciente, efectiva para acariciar el oído, pero que no otorga ningún estímulo emocional importante. Es el típico álbum que escucho de cabo a rabo sin que se me mueva UN SOLO PELO.
Pero banalizar el sonido de Pink Floyd y repetirlo ad-infinitum no es el único desatino de este disco. Ocurre que la "relectura" del pasado no solo está mal hecha, sino que está llevada a extremos de imitación barata y auto-plagio. Y no se bien por qué, pero esto suena IRRITANTE. Porque una cosa es tratar de imitar a grandes rasgos el sonido, pero otra cosa es PLAGIAR momentos específicos de canciones anteriores... ¿No me creen? ¡Pues vamos a hacer un repaso! El número de apertura Cluster One imita claramente el inicio de Shine On You Crazy Diamond, especialmente obvio a partir de los 3 minutos y 45 segundos de empezado; los arreglos musicales de What Do You Want From Me están extraídos directamente de Have A Cigar, como lo advierten los teclados de la intro y el uso de la guitarra eléctrica; al principio de Marooned, justo en el segundo 23, irrumpe un efecto guitarra modulada que le hace a uno esperar que aparezca gritando Clare Torry como en The Great Gig In The SkyComing Back To Life cuenta con un solo introductorio que remite nuevamente a Shine On; Keep Talking tiene esa guitarra pulsante de la saga de Another Brick In The Wall, efectos de vocoder que copian claramente a Pigs (Three Different Ones) y una no-melodía que recuerda muchísimo a Sorrow; Lost For Words empieza casi como One Of My Turns, con portazo y todo, para después deslizarse en pasajes acústicos que refieren a la canción Wish You Were Here; High Hopes, por su parte, piratea deliberadamente a Welcome To The Machine con ese break instrumental. Son guiños burdamente obvios, tanto que no se puede pensar en otra cosa que su intencionalidad. Guiños que manifiestan de lleno el espíritu de la obra; imitarse tristemente a sí mismos, recrear cómodamente los viejos pergaminos de ayer y engrosar las cuentas bancarias con unos cuantos millones más, sin tratar de variar un poco la cosa.
Individualmente las canciones de The Division Bell no son realmente malas. Uno tiene que soportar el cliché frívolo y anónimo que se inventaron los tipos como sonido, pero las melodías están bastante bien y en todo caso esto suena diez veces más rico musicalmente que algo como The Final Cut A Momentary Lapse Of Reason. Ninguna canción sinceramente llega a excitar mis sentidos, pero hay un puñado que me gusta. Mi favorita es Coming Back To Life, que si bien empieza imitando DELIBERADAMENTE a Shine On, por lo menos es una buena imitación que suena elegante y hasta levemente afectiva. Pero lo mejor de Coming Back To Life pasa la hermosa melodía vocal de Dave y, especialmente, el buen ritmo sostenido sobre el que se cimienta la canción: es lo más cercano a "rockear" que llegan en este álbum y lo ÚNICO que realmente me patea el hígado en estos sesenta y seis minutos de tedio, cuando entra inesperadamente luego de la melosa introducción. También disfruto de What Do You Want From Me, que es el hit-single más evidente del lote y cuyas letras parecen dirigidas a los oyentes (como diciendo "¿Querés que hagamos otro Dark Side?" pues no podemos, conformate con The Division Bell). Si bien la guitarra de Gilmour mayormente aburre y la melodía principal no es gran cosa, tiene una sección final que podría caratular como lo más HERMOSO que haya hecho Pink Floyd desde Shine On. Me refiero, claro, a la parte de "You can have anything you want", que con sus deliciosas armonías vocales de creciente éxtasis suena verdaderamente trascendente, aún cuando al final se infla demasiado de coros y guitarras. Es otro de los pocos momentos INTENSOS que hay en el disco. Mi última favorita es Take It Back, un cuasi-rocker que suena casi como U2, y que gana más que nada por su extático estribillo y las poderosas líneas de guitarra en estilo Another Brick In The Wall.
El resto está bien, pero aburre. Podría escuchar cualquiera de estas canciones por separado y quizá disfrutarlas, pero todas juntas son casi insufribles, básicamente porque son la misma canción con diferentes títulos. Cluster One es efectiva como introducción al álbum, sobre todo por los lujosísimos arreglos de piano y la percusión jazzera, pero la GROTESCA imitación de Crazy Diamond que se mandan no tiene mi perdón. La diatriba contra Roger Waters Poles Apart no me gusta nada: empieza con una esperanzadora línea de guitarras acústicas, pero enseguida se hace completamente apática, con una melodía insulsa, un quiebre instrumental orquestal que solo transmite abulia y un solo eteeeeeeerno de Gilmour al final que me ahoga en bostezos. Marooned es el peor embole de todo el disco: cinco minutos y medio de solos sin ton ni son y estériles cuerdas sintetizadas de fondo: suena como Terminal Frost parte dos; música de ascensor, música para la sala de espera del dentista. Un horror. La antémica balada de piano A Great Day For Freedom tiene una melodía bastante atractiva en el estribillo (aunque no me atrae realmente por sus irritantes pretensiones de solemnidad), pero no compensa el nuevo embole de un minuto y medio que la guitarra de Dave nos guarda para el final. Wearing The Inside Out ofrece las primeras vocales de Rick desde The Dark Side Of The Moon, pero no le pidamos más que eso, porque es aburrimiento en estado puro. Suena linda y atmosférica sí, pero completamente insustancial y oh! tan monótona. En cuanto a Keep Talking, siempre pensé que era de lo peor del disco, pero en las últimas escuchas me pareció que en materia de arreglos e instrumentos, está ente lo mejorcito. La melodía es nula y desesperante por lo repetitiva, y los coros femeninos están fuera de lugar, pero el trasfondo instrumental ofrece más que ninguna otra canción del disco: aparece el único solo de sintetizador de Wright y un insistente pulso siniestro de las guitarras, nuevamente en la vena de Another Brick In The Wall. Creo que en total la canción suma medio acorde, pero ese pulso oscuro e insistente realmente me mantiene en vilo. Para ir terminando tenemos la ordinaria pero placentera Lost For Words, cuya melodía vocal recuerda bastante a Desolation Row de Bob Dylan (vaya opción para copiar digo yo) y cuya agradable intro recuerda a Wish You Were Here. El grand-finale viene de la mano de High Hopes. A muchos esta canción les pega como un clásico absoluto, pero a mí realmente no me llama la atención. Para empezar, la encuentro demasiado melodramática en sus pretensiones épicas y solemnes. Es uno de esos temas que concientemente quieren ser himnos, pero que fallan por exagerados (cosa que no ocurrió con Eclipse). Además, musicalmente representa todo lo malo del álbum: arreglos lavaditos y anónimos a lo new-age, solos masturbatorios que no llegan a nada, y una melodía que francamente no tiene mucho de especial. Alcanzo a notar el impacto grandioso y antémico que tan desesperadamente quiere lograr Dave con High Hopes, pero particularmente a mí no me llega: debería haber tratado de rockear un poco más y dejar esos sintetizadores bochornosos para algún otro grupo.
The Division Bell es un álbum musicalmente ordinario y autoplagiario. Nunca me impacta, ni me entretiene, ni me llega. El sonido es inofensivo y limpio como el cristal, se puede escuchar sin sobresaltos desagradables, y ocasionalmente ofrece momentos de genuina belleza. Pero la falta de creatividad, y la dolorosa previsibilidad que la banda imprime en los arreglos, trivializaciones de un aspecto muy ínfimo de lo que Pink Floyd supo dar en el pasado, lo convierten en un esfuerzo estéril e intrascendente. Espero que Pink Floyd nunca más saque un álbum. Por el bien de su reputación.

Sección COMENTARIOS  DE LECTORES sobre THE DIVISION BELL!


SINGLES y ARCHIVOS


Relics – 1971

7+/10

"Why can't we play today?"
1) Arnold Layne; 2) Interstellar Overdrive; 3) See Emily Play; 4) Remember A Day; 5) Paintbox; 6) Julia Dream; 7) Careful With That Axe, Eugene; 8) Cirrus Minor; 9) The Nile Song; 10) Biding My Time; 11) Bike.
mejor canción: See Emily play
Relics no es exactamente una colección de grandes éxitos y además trae unos cuantos temas nuevos que no aparecen en los álbumes regulares. La idea, cargada de buenas intenciones, es ofrecer al comprador una colección con algunas "reliquias", alguanas casi inhallables, de la primera etapa del grupo, las cuales adquieren especial valor para aquellos que solo han escuchado al Pink Floyd delDark Side y lo que vino después (Hay y hay muchos). Esta temprana etapa del grupo es relativamente desconocida y este compilado no cumple un mal desempeño ofreciendo un pantallazo de lo que Pink Floyd hizo en estos primeros años, tanto en sus álbumes como en sus mejores singles, estos útlimos no disponibles en ningún otro lado.
A pesar de la buena idea, el producto final tiene algunos pequeños problemitas. El pequeño problemita número uno es que ofrece algunos singles previamente inhallables pero deja afuera otros; está bien que la idea no era concentrarse solamente en los singles, pero la verdad es que también podrían haber brindado ese servicio sin problemas. En este sentido recomiendo por sobre todas las cosas el más reciente compilado The Early Singles (revisado abajo), ya que éste trae TODOS los singles de los primeros años del grupo, incluyendo verdaderas rarezas como Candy And A Currant Bun oPoint Me At The Sky; claro que para conseguirlo tendrás comprar sí o sí el box-set Shine On y lo más probable es que no quieras gastar toda esa plata por un solo CD si ya tienes los álbumes más populares del grupo (a no ser que seas un fanático empedernido con serios desórdenes mentales). En fin, por lo menos están los singles esenciales, esos que no pueden omitirse y que no se consiguen en los álbumes regulares de estudio. Arnold LayneSee Emily Play Careful With That Axe, Eugene (aún en esta versión de estudio) son temas IRRENUNCIABLES para el seguidor de Pink Floyd, y por eso este compilado resulta tan necesario. También están Paintbox Julia Dream, que no son tan interesantes pero que al fin y al cabo van llenando el álbum de figuritas. Si quieren saber cómo suenan, procedan a leer el comentario de The Early Singles, en el cual describo estos temas con detalle.
El pequeño problemita número dos es que la selección de temas de LP es un tanto caprichosa para mi gusto. ¿Por qué Bike y no Astronomy Domine?, ¿Por qué Remember A Day y no Set The Controls? ¿Dónde está Lucifer Sam? ¿Qué hace esa porquería de The Nile Song? ¿Por qué Cirrus Minor y no Cymbaline Green Is The Colour? Bah, es como si hubieran hecho la selección al voleo, todo daba lo mismo. Si se hubieran tomado unos minutitos más para idear una recopilación más cuidadosa, esto hubiera sido una excelente cruza entre colección de clásicos y proveedor de singles desconocidos; así como está queda a medio camino de ambas cosas, ya que no aporta todos los singles y deja afuera muchos grandes temas. La rareza absoluta que sí le debemos a Relics es la composición de Waters Biding My Time, que no sé de dónde demonios salió y qué demonios hace acá. Probablemente se publicó como tema original, oficiando de carnada para que el fan de Pink Floyd que ya tiene el resto del material termine necesitando el disco. Típica maniobra tan comercial y despiadada: incluír un par de temas nuevos en compilados... lo mismo que hoy en día hace Queen con Rocks o los Stones con Forty Licks. El tema en sí no es gran cosa, pero no deja de ser curioso ya que se trata de un tema de blues... ¡Sí, BLUES! Blues directo y sencillo, con un extraño solo de trombón y una fiesta de solos en el final, donde la canción se hace bastante pesadita. Sé que la curiosidad te devora y se hace incontenible, pero NO COMPRES Relics solo por esta canción. En cambio, si necesitarás hacerlo por Arnold Layne See Emily Play. Lamentablemente serás víctima de los caprichos de las discográficas inescrupulosas y terminarás pagando un disco entero por dos o tres canciones. Pero como sabes, no hay nada que tu y yo podamos hacer contra eso.

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The Early Singles - 1992

8-/10

 

"She often inclined to borrow somebody's dreams till tomorrow"
1) Arnold Layne; 2) Candy And A Currant Bun; 3) See Emily Play; 4) Scarecrow; 5) Apples And Oranges; 6) Paintbox; 7) It Would Be So Nice; 8) Julia Dream; 9) Point Me At The Sky; 10)Careful With That Axe, Eugene.
mejor canción: See Emily play
Ah! los viejos tiempos de Pink Floyd... Aclaro una cosa antes que anda: este magnífico CD violeta viene SOLAMENTE con el Box-set Shine On descripto más abajo, así que no tengan esperanzas de encontrarlo en las bateas de sus disquerías favoritas. Cuando compré dicho box-set solo conocía los "cuatro grandes" álbumes del  Pink Floyd clásico de los setenta (o sea, AnimalsThe Wall, Wish You Were Here Dark Side) y no se pueden imaginar cómo me quedé cuando metí esta cosa en mi compactera y apreté play... Pink Floyd... yo los conocía por sus atmósferas celestiales, sus guitarras líquidas, su inmaculada producción y sus masas corales ampulosas... pero entonces qué eran estas melodías retorcidas, esas vocales carnosas y esos órganos dementes que salían del parlante??? Por qué parecía todo tan ácido, tan primitivo y tan psicodélico? Bien, ahí me enteré básicamente que Gilmour no estaba presente y un personajito medio extraviado llamado Syd Barret comandaba al grupo.
Y la verdad es que no está nada mal. NADA MAL. Realmente, esta pequeña joyita no tiene nada que envidiarle al primer LP del grupo The Piper At The Gates Of Dawn. Básicamente lo que el oyente encontrará son algunas brillantes melodías pop (la mente perturbada de Barret funcinonado al máximo) matizadas con fantásticos arreglos psicodélicos que incluyen abrasivos feedback eléctricos, órganos y sintetizadores a pleno, guitarras acústicas... un verdadero submundo de admirable imaginación y psicodelia de primer nivel... Si Magical Mystery Tour Their Satanic Majesties Requestparecían bastante ácidos entones deberías darle una oída a este compilado.
Buena parte de las canciones que aparecen aquí se hayan disponibles en el compilado Relics; sin embargo, si puedes o necesitas comprar el Shine On, esta compilación es muy superior ya que incluye rarezas y lados B virtualmente inhallables en cualquier otro CD (Específicamente: Candy And A Currant BunApples And OrangesIt Would Be So Nice Point Me At The Sky aparecen solo en contadas compilaciones oscuras) y, a diferencia de Relics, omite convenientemente canciones aparecidas en LPs como por ejemplo Astronomy Domine The Nile Song. El material es mayormente de primer nivel. Yo no soy un fanático de música psicodélica, al menos no llevada a estos extremos, pero no hay forma de negar que los tipos encararon el material con muchísima frescura y talento. Para empezar tenemos Arnold Layne See Emily Play los dos primeros singles del grupo, y seguramente los dos mejores. Arnold Layne es una brillante mezcla de pop y psicodelia sobre ¡Un travesti! imagínense ese tema para una canción de 1967... Debo decir que le costó un buen tiempo gustarme (básicamente porque la psicodelia no es exactamente mi plato favorito) pero al final lo logró... la melodía es estupenda, las líneas de guitarra son bárbaras y la atmósfera psicodélica maravillosa (con un típico solo de órgano y un bajo pulsante de fondo de esos que suenan bien, bien fumados). See Emily Play es casi mejor, con una melodía aún más pegadiza (de hecho, los Beatles no se hubieran sentido nada incómodos con ella) y otro magnífico solo de órgano y guitarra psicodélicos. Los lados B no están nada mal tampoco. El lado B de See Emily Play es Scarecrow, que aparece en el álbum debut del grupo (es el único tema de LP que aparece aquí) mientras que el oscuro lado B de Arnold LayneCandy And A Currant Bun es muy bueno; con un feedback furioso como intro, versos pegadizos, siniestros ululares de fondo y varios solos eléctricos bien ácidos que patean toda clase de culos sin nigún tipo de piedad.
El siguiente (y último) single de Barret es Apples And Oranges una curiosa canción que comienza con un riff a lo Satanic Majesties, para deslizarse en los primeros versos ascendentes (casi hablados) y más tarde en unos hermosos versos suaves y melódicos ("I love she, she loves me... see you... see you...). No está nada mal. Los siguientes dos singles son de Wright, Paintbox It Would Be So NicePaintbox abre con un muy buen riff acústico oscuro y notables líneas de bajo... la melodía es verdaderamente competente y termina con un solo de piano. It Would Be So Nice fue siempre odiada por Waters, pero la verdad es que no tiene nada de malo. Los versos bombásticos del principio se combinan muy bien con la saltarina, azucarada y pegadiza melodía principal y los efectos de guitarra a pedal en el hermoso puente hacia el estribillo (Gilmour presente?) son un gran toque. Julia Dream es el único single de esta colección compuesto por Waters: está bastante bien: la melodía es bastante intrigante y muy atmosférica y hay pasajes de gran belleza. Point Me At The Sky, co escrita por Gilmour y Waters (a esta altura Barret ya estaba en retirada) está muy en la vena de A Saucerful Of Secrets y de hecho no hubiera venido mal para realzar aquel álbum. La colección cierra con la quintaesencial Careful With That Axe Eugene". Una línea de bajo simplísima y siniestra abre un crescendo perfecto y lo suficientemente corto como para no aburrir como sus menos logrados congéneres Interstellar Overdrive A Saucerful Of Secrets. Es el único instrumental de la colección. La versión del álbum Ummaguma y, sobre todo, la del video Live At Pompeii son superiores, pero eso no quita que ésta, la original, sea genial a su manera. Escuchar a alto volumen una noche en un cuarto oscuro a ver qué pasa...
En líneas generales, la atmósfera no cambia gran cosa (Piper es un poco más complejo y variado en este sentido) pero las melodías y riffs son de primerísimo nivel y estos singles quizá sigan siendo los mejores exponentes del primer Pink Floyd, yo al menos disfruto este compilado más que cualquiera de sus primeros cuatro o cinco álbumes. 

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COMPILADOS DE HITS


A Collection Of Great Dance Songs - 1981      

HHHHH

1) One Of These Days; 2) Money; 3) Sheep; 4) Shine On You Crazy Diamond; 5) Wish You Were Here; 6) Another Brick In The Wall (part 2).
mejor canción: Sheep
"Payasesco" es el único adjetivo que se me ocurre para definir este cash-in lamentable. ¿Quién demonios puede necesitar un compilado de Pink Floyd con SEIS canciones? Ok, está bien, son seguramente seis de sus mejores canciones, pero si desde el vamos Pink Floyd no se adapta fácilmente a los compilados de hits, debido a que se trata más que nada de una banda de álbum (no de singles) y a que, salvando Another Brick In The Wall, los tipos jamás tuvieron tal cosa como un "hit", el hecho de que sean solo SEIS canciones hace más risible la cosa. O sea, muy poco... Una canción de Dark Side, una de The Wall, una de Animals (!) y una de Meddle. Y con Wish You Were Here se pasaron, porque dejaron dos, aunque Shine On You Crazy Diamond es una mutación sangrienta que extirpa ciertas partes, mezcla lo que le queda y reduce a diez minutos lo que originalmente es de VEINTISEIS!!! O sea, ¡¡¡Nos removió más del 50% de la canción!!! Terrible. Y no voy a empezar a listar todas las grandes composiciones que quedaron afuera (Echoes) porque (Comfortably Numb) me ocuparía (Hey You) demasiado espacio (Pigs) y tardaría (Astronomy Domine) una eternidad (Dogs). En fin, si sos uno de los desafortunados que gastó su plata en esta payasada lo lamento mucho. Esto no tiene el más mínimo sentido. Si te gusta Pink Floyd te comprás SI O SI al menos dos o tres álbumes completos y si no te gusta, a otra cosa mariposa. Por cierto, ese título es irónico, quiero creer. Diría que Another Brick In The Wall 2 más o menos es bailable (tiene ritmo de disco), pero ¿El resto? Bah, no se, para mí este compilado es una pequeña broma. Si lo ves... NO LO COMPRES? Ok?

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Echoes - 2001

HHHHH

 

1) Astronomy Domine; 2) See Emily Play; 3) The Happiest Days Of Our Lives; 4) Another Brick In The Wall (Part 2); 5) Echoes; 6) Hey You; 7) Marooned; 8) The Great Gig In The Sky; 9)Set The Controls For The Heart Of The Sun; 10) Money; 11) Keep Talking; 12) Sheep; 13) Sorrow.
1) Shine On You Crazy Diamond (Parts I - VII); 2) Time; 3) The Fletcher Memorial Home; 4) Comfortably Numb; 5) When The Tigers Broke Free; 6) One Of These Days; 7) Us And Them; 8) Learning To Fly; 9) Arnold Layne; 10) Wish You Were Here; 11) Jugband Blues; 12) High Hopes; 13) Bike. 
mejor canción: Shine on you crazy diamond
Si algo le faltaba a Pink Floyd, eso era una BUENA compilación de clásicos que abarcara la totalidad de su carrera. Recién en el 2001 alguien se acordó de esta pequeña falencia, puso manos a la obra y sacó este lujosísimo artítculo de colección que, una vez publicado, logró resucitar un poco el atractivo del grupo y muchos nuevos adeptos se inciaron en el mundo floydiano a través de él. Si querés ver una presentación realmente SORPRENDENTE del paquete te sugiero que vayas aquí y veas que Pink Floyd, o quien sea que se encargue de sus curros, se toma las cosas bien en serio para promocionar los nuevos chiches. Puedes ir a visitarlo ahora, yo estaré aquí mismo cuando termines, no me iré.
Tengo que decir antes que nada que el Echoes no me huele muy bien. Para mí, Pink Floyd NO ES bajo ningún concepto un grupo que se pueda reducir con efectividad a una colección coherente de canciones ¿Por qué? En primer lugar, muchas de estas composiciones suenan bastante descolgadas fuera de sus álbumes originales; los discos de estudio de Floyd son obras íntegras, conceptuales, globales, circulares, que deben apreciarse como un todo indivisible. Las canciones cobran relieve y sentido más que nada a partir de su lugar específico en su álbum original, de la simbiosis que logran con el tema precedente y el sucedente, con la atmósfera del álbum, con su concepto. Empezar a desarmar obras compactas como Dark Side The Wall Animals, donde cada canción es una pieza fundamental del rompecabezas conceptual, y presentar solo algunos fragmentos, mezclados con otros fragmentos de otros discos, es una forma un tanto caótica y prostituta de encarar la obra de estos muchachos; la magnitud completa de lo que es un disco de Floyd se desvirtúa totalmente, las letras pierden su expresividad y los contenidos esenciales de la música del grupo se vacían. 
Pero además, el catálogo completo de la banda es de una diversidad y de una irregularidad tal, que el ensamblaje aleatorio de sus distintos momentos no puede ocasionar otra cosa que una mutación digna de Frankeinstein, una ensalada despareja e incoherente que seguramente maravillará a más de un oyente, pero también lo dejará bastante estupefacto. Qué se yo, yo miro el tracklist y me agarra un mareo tremendo al ver que después de See Emily Play aparece The Happiest Days Of Our Lives y su secuela de Another Brick In The Wall ¿Qué tienen que ver? ¿No pierde acaso buena parte de su impacto y significado el tema de The Wall asilado de su álbum madre? Y esto es solo un ejemplo, porque la idea de Arnold Layne entre Learning To Fly Wish You Were Here tampoco me cierra mucho y que en medio de Jugband Blues Bike, delirios atonales de los días de Barret, aparezca el preciosismo pulido y modernoso de High Hopes me deja ebrio. Es como un orgía entre animales de distintas especies, todos enredados en la más tosca perversión anti-natura. Puede decirse que algunos de estos encastres artificiales llegan a funcionar relativamente, como la transición entre MaroonedThe Great Gig In The Sky, o la de Keep Talking con Sheep. Es interesante, en estos casos, ver cómo se puede armonizar milagrosamente lo que en principio no tiene nada que ver. El hecho de que los ingenieros hayan dispuesto todas las canciones sin silencios entre ellas, con transiciones artificiales aún entre las que son como aceite y agua, nos recuerda hasta que punto es importante este aspecto de de unidad en la obra del grupo, y cómo no puede omitírselo aún en una recopilación.
Otro gran problema que demuestra hasta qué punto es forzado hacer un compilado de Pink Floyd, es que varias de las versiones han sido canivalizadas (o sea, acortadas) para que cupieran en el álbum. Ocurre que la banda tiene un buen número de largos opus progresivos que NO FUERON pensados para compilaciones. Aún así, ninguna colección floydiana que merezca tomarse en serio puede prescindir de cosas como Echoes, Shine On o los temas de Animals. Así que lo cierto es que este asunto de abreviar los temas más largos no se podía evitar, pero ¿Quién quiere escuchar Echoes con diez minutos cortados? Yo no me muero de ganas, creánme. Lo mismo con Shine On You Crazy Diamond, que aparece por primera vez unida en sus dos grandes segmentos, pero con las dos últimas partes amputadas. A eso yo le llamo carnicería musical. ¿Y qué me dicen de Sheep? Me arranco los pelos pensando qué se puede abreviar de la perfecta original sin arruinar nada y me pregunto qué sentido tiene escuchar y disfrutar de este engendro cuando uno puede comprar Animals y tener MAS y MEJOR! En otros casos estas ediciones son más bien una gracia que una peste, como sucede con Marooned, que aún con dos minutos de duración se me hace larga, aunque a Sorrow, una canción que en NUEVE MIUNTOS no hace absolutamente nada, la dejaron igual. La conclusión con respecto a estos cortes es: ¡NO! Ya sé que era inevitable, pero hubiera preferido sinceramente que no incluyeran estos temas; para tenerlos distorsionados y canivalizados, mejor que no estén. 
Y ahora sí, hablemos de la selección (a cargo de James Guthrie) y no se crean que no voy a seguir protestando... La incompetencia más ruidosa está en poner TRES canciones del MEDIOCRE The Division Bell y no poner nada de un disco como Atom Heart Mother. Y encima ¡Qué tres canciones! Marooned es fácil la peor de todo ese álbum, y Keep Talking, aunque no tan mala como muchos piensan, no es ni por asomo un tema de colección, lo mismo que la irritante solemnidad vacía de High Hopes. Personalmente un tema solo de The Division Bell hubiera bastado y sobrado, pero si había que poner tres tenían What Do You Want From MeTake It Back Coming Back To Life, todas claramente superioresAdemás alguien metió DOS temas del vergonzoso A Momentary Lapse Of Reason, y aunque Learning To Fly es algo así como el único clásico de la etapa post-Waters y por lo tanto no objeto, Sorrow es el aburrimiento mismo en forma de canción. Y aquí es donde quedo rascándome la cabeza: tres temas the Division Bell, dos de AMLOR.. ¡Un 20% de Echoes (o sea, una quinta parte) está tomado de los últimos dos discos de estudio sin Waters! ¡Cuando éstos apenas superan el 10% de toda su discografía y son OSTENSIBLEMENTE los dos más lamentables! Se nota que Gilmour y su estúpido ego anduvieron detrás de todo esto. Es decir ¿TRES Canciones de The Division Bell? Maldición, ¡Menos incluso de lo que extrajeron de Wish You Were Here! ¡Menos que lo que reservaron de The Piper! ¿Qué demonios quisieron hacer?
Obviamente faltan Pigs Dogs, pero eso lo entiendo pues no es cuestión tampoco de poner Animals entero; con ese criterio también deberían haber entrado Welcome To The Machine Have A Cigar, que superan ampliamente a muchas de las canciones que sí entraron. Sin embargo, lastres mediocres como The Fletcher Memorial Home no tienen nada que hacer aquí, aunque claramente se incluyó para representar al pésimo The Final Cut y dejar satisfechos también los egos de Waters (Roger y David pone cada uno su propia basura y ambos felices; los perjudicados, como siempre, somos los que ponemos la plata). De la misma forma se puede entender qué hace una cosa irrelevante como When The Tigers Broke Free, una "joya" perdida que se escribió exclusivamente para el film The Wally que no es más que otra de esas patéticas viñetas pseudo-emocionales ala Final Cut, con Waters creyéndose cantante de ópera y un trasfondo de pomposas orquestas.
El resto de la selección anda más o menos derechito. Los álbumes como UmmagummaMore Obscured By Clouds no aparecen representados tampoco, y no me voy a quejar por eso, pues que no hay verdaderos clásicos entre estos. Piper aparece bien representado por la infaltable Astronomy Domine Bike, aunque Lucifer Sam no hubiera desentonado. Set The Controls For The Heart Of The Sun es una opción más que satisfacotria para A Saucerful Of Secrets, pero que me parta un rayo si sé qué hace esa porquería de Jugband Blues aquí metida. De Meddle se toman idóneamente los dos opus claves como son One Of These Days Echoes, lo mismo que Wish You Were Here, del cual no falta la clásica pista titular y el mejor momento de grupo, Shine On. Por su parte, Dark Side dice presente con CUATRO temas, de los cuales Time Money son los más obvios e inolvidables. Us And Them no es de mis favoritas pero no me quejo y The Great Gig In The Sky es realmente un clásico. De Animals tenemos Sheep, y más allá del problema de que está incompleta no tengo objeción; podría haber sido Dogs Pigs y hubiera estado perfecto también; no se puede perder tomando material de ese disco. Y por último, los temas de The Wall son la genial Hey You, la eterna Comfortably Numb y el clásico de clásicos Another Brick In The Wall junto a la intro de The Happiest Days Of Our Lives: ningún problema con The Wall. Por último vale mencionar que los singles Arnold Layne See Emily Play son la opción natural en este terreno, pero quizá alguna toma de Careful With That Axe Eugene hubiera estado bien.
En fin, ahora va mi conclusión. Esto es un absoluto aborto de la naturaleza que obtiene cuatro estrellas solamente porque la calidad de la mayoría de los temas incluídos es EXCELENTE y la variedad que uno halla es tan pasmosa como incoherente. Si Pink Floyd hubiera realmente hecho este compilado como un álbum de estudio, hubieran dejado así de chiquito al White Album, pero esto no es un álbum lamentablemente; es un resumen de toda la carrera del grupo repleto de dolorosos altibajos. Mi recomendación de corazón es: si realmente te interesa meterte en el mundo de Pink Floyd, olvidate de esta cosa. Juntate unos mangos y comprate cinco o seis álbumes (y asegurate que entre ellos estén Dark SideAnimalsWish You Were HereMeddle The Wall). Comprarte esto y conformarte equivale a tomar unas moneditas de una bolsa de mil dólares; esto es solo un pantallazo, un avance, el trailer la película. Y me parece que NADIE que tenga un poco de sentido común se queda con el trailer y desecha la película.

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BOX-SETS


Shine On - 1992

HHHHH

 

Para celebrar el 25° aniversario de Pink Floyd, EMI sacó esta colección que incluye una selección de siete álbumes remasterizados de Pink Floyd: A Saucerful Of Secrets, Meddle, The Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here, Animals, The Wall A Momentary Lapse Of Reason, más un compilado con todos los singles tempranos que jamás aparecieron en un LP (revisado más abajo, por supuesto). Como "chiche" extra incluye un libro con información y fotografías y ocho postales de colección con las tapas de los álbumes incluidos. Todo empacado en una lujosa caja con una cubierta diseñada por Hipgnosis.
Con respecto a la selección, dos o tres detalles: A Momentary Lapse Of Reason definitivamente no merece estar incluido, la verdad es que Gilmour debería haber dejado de lado cuestiones tontas de orgullo y reconocer que esta cosa zaparrastrosa de ninguna manera está entre los siete mejores álbumes de Pink Floyd. En su lugar hubieran venido mucho mejor trabajos como The Piper At The Gates Of DawnAtom Heart Mother Obscured By Clouds. El resto de las selecciones, por el contrario, son atinadas y el compilado de singles es una pequeña joyita sumamente atractiva con algunas notables obras del Pink Floyd temprano como Arnold LayneSee Emily Play, Julia Dream, Point Me At The Sky, Paintbox y la magnífica Careful With That Axe, Eugene, a mi gusto la mejor de todas las obras experimentales de esta época.
Con respecto al empaque: es un diseño lujoso sin dudas, pero yo preferiría los folletos de CD originales en vez de pequeñas calcomanías torcidas pegadas sobre las tapas negras y la tapa de Dark Side Of The Moon mal pintada en los lomos.
El libro no tiene demasiado material de interés mas allá de las letras de las canciones, algunas críticas sobre los álbumes, muchas de ellas negativas, anécdotas sobre los diseños de cubiertas y alguna que otra entrevista. A mi gusto debería haber más análisis, de críticos y de los mismos músicos, sobre la música y los conceptos de los álbumes; en realidad se habla muy poco de ellos en cada capítulo.
Muchos fans se quejaron de que la colección no tuviera material inédito. Para quien ya tiene los discos no vale la pena comprarse la caja. Para quien no los tenga puede ser una buena alternativa.

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CONCIERTOS


Concierto de Roger Waters en Buenos Aires

(07/03/2002)

SETLIST - 1) In The Flesh; 2) The Happiest Days Of Our Lives; 3) Another Brick In The Wall; 4) Mother; 5) Get Your Filthy Hands Off My Desert; 6) Southampton Dock; 7) Pigs On The Wing (Part 1); 8) Dogs; 9) Shine On You Crazy Diamond (Parts 1-5); 10) Welcome To The Machine; 11) Wish You Were Here; 12) Shine On You Crazy Diamond (Parts 6-9).

13) Set The Controls For The Heart Of The Sun; 14) Breathe; 15) Time; 16) Money; 17) Every Stranger's Eyes; 18) Perfect Sense (Parts 1-2); 19) The Bravery Of Being Out Of Range; 20) It's A Miracle; 21) Amused To Death; 22) Brain Damage; 23) Eclipse.

ENCORE - 24) Comfortably Numb; 25) Each Small Candle.

El día 7 de marzo del año 2002 Roger Waters tocó en Argentina por primera y última vez. Estuve a punto de perdérmelo, pero finalmente me hice presente en el estadio de Vélez Sarsfield y créanme, fue una de esas noches increíbles que no se me van a olvidar nunca jamás mientras esté vivo. Ni a mí ni a ninguno de los 50.000 hombres y mujeres de mi país que compartieron este momento único e irrepetible bajo la lluvia de aquel agonizante verano porteño. Roger Waters venía a la Argentina. Pink Floyd venía a la Argentina; había que estar sí o sí. Por suerte allí estuve y aquí se los cuento.
La apuesta era contundente. Luego de casi dos décadas de vivir peleado con su pasado, de álbumes solistas que alardeaban de nuevas ambiciones artísticas cuando en realidad ni trataban de dismular su herencia floydiana, de vacías batallas legales y mediáticas para desacreditar a sus ex-compañeros, de shows que en vano trataban de captar atención mientras David Gilmour movía multitudes y millones solo por poser el maldito nombre de Pink Floyd sobre sus espaldas... Después de todo eso, Roger Waters decidió apostar a un último ataque. Y esta vez atacó con todo: una gira mundial en la que ya no habría priuritos ni culpa a la hora de recrear los viejos clásicos de Pink Floyd que él mismo había compuesto. De esta forma In The Flesh (así se llamó la gira) apuntaría más que nada a la nostalgia, a los clásicos, a celebrar, en manos de su legítimo creador, la obra de una de las 5 o 6 bandas más importantes de la historia del rock. Con ese objetivo el setlist de los conciertos estaría centrado en los himnos más representavios de Floyd con algunas canciones solistas como excusa. Interesante. Ciertamente la tentación fue grande y el público alrededor del mundo no se hizo esperar para comprar entradas. La cosa esta vez venía en serio y estaba claro que “la otra mitad” de Pink Floyd, con Gilmour cómodamente adormecido en Londres con sus caballos y su avión ultraliviano, no podría hacer mucho para minimizar este acontecimiento.
El tour americano/europeo fue un éxito, por lo tanto Waters, álbum en vivo mediante, decidió extender la gira a Sudamérica (Pasando por Chile, Argentina, Brasil y Venezuela) y a medidados del año 2001 me enteré que, así nomás, Roger Waters se venía para el lejano sur el siguiente año. Lo primero que se me vino a la cabeza es que tenía que ir SI O SI. Para colmo, ese octubre pasó por Buenos Aires otro gigante, Eric Clapton, y por alguna razón me tuve que conformar con ver el show en diferido por TV. Waters sería mi desquite, así que acordé con un par de buenos amigos para ir juntos al recital. Pero todavía faltaba mucho.
Entonces llegó diciembre y la Argentina explotó en pedazos. En unos pocos días la dichosa convertibilidad terminó por desmoronarlo todo: corridas bancarias, congelación de depósitos, saqueos a supermercados, estado de sitio, calles tomadas, protestas masivas en todo el país, violencia, ira, represión y muerte. Algo se había quebrado entre la gente y el gobierno, algo se había podrido y no había marcha atrás. Aquel veinte, entre nubes de humo negro elevándose sobre el infierno de Buenos Aires cayó De la Rúa. Se sucedieron cinco presidentes en una semana. Después vinieron todos juntos el default, la devaluación, la inflación y la pesificación de los dépositos en dólares.
Excelente panorama para un recital de rock ¿No? Rod Stewart, quien también tenía programado darse una vueltita por estos encantadores parajes dijo “SI CLARO, COMO NO” y canceló su recital. Era cuestión de días que Roger Waters siguiera el ejemplo. Pero no, Roger no solo sostuvo su presentación en Argentina sino que la organización del concierto bajó sustancialmente el precio de las entradas para adaptarse a la nueva realidad económica del país. Evidentemente es un tipo que cumple con las expectativas que genera, un tipo que está comprometido con su obra y su ideología. Claro, después de escribir un álbum como Animals o un manifiesto contra la Guerra de Malvinas como The Final Cut no iba a darle la espalda a sus desesperanzados fans latinoamericanos, aquellas Sheepcuya rebelión él mismo exaltaba en Animals.
Menos mal. Las vacaciones de verano, que aquí en Argentina son extensísmas, me distrajeron un poco, me alejaron de aquellos amigos con quienes había planeado asistir al concierto y terminé por dormirme. Cuando desperté de mi sopor Waters estaba a solo semanas de llegar y yo todavía no tenía idea de nada: no sabía el precio de las entradas, ni dónde se vendían, ni nada. Entonces estaba un poco deprimido por la situación del país y el recital de Waters se me antojaba prescindible: me resigné, me sumí en la apatía, en la inacción y a fines de febrero, cuando ya los medios anunciaban que las entradas estaban agotadas, daba por sentado que pasaría de largo. Sin embargo, seis días antes de recital, me reencontré con uno de esos amigos, Juan Ignacio, y me dijo alegremente que ya había comprado SU entrada para campo. ¡Maldito! ¡Y no me había avisado nada! En SEIS DÍAS Roger Waters tocaba en Vélez, yo no lo vería, pero Juan Ignacio sí ¡MALDITA SEA! Eso hizo que me pusiera un poco de pilas. Mi papá averiguó si quedaba alguna entrada barata... ¡Y quedaban! ¡Y compré! Una entrada por unos 45 pesos argentinos, que por esos momentos equivalían a unos 32 dólares. ¡IBA A IR A VER A ROGER PINK WATERS FLOYD! Llamé a Juan Ignacio y acordamos ir juntos. Iba a escuchar en vivo a Roger Waters.
Y llegó la noche. Y llegó el 7 de marzo. Un jueves que pintaba raro, con un poco de sol y algunas nubes lejanas que amenazaban constantemente con tormentas. El concierto estaba programado para las ocho y media de la noche. La cancha de Vélez, un club de fútbol de Buenos Aires, está BASTANTE LEJOS de mi casa así que tenía un largo viaje por delante. A eso de las cuatro de la tarde dejé a mi familia en casa, me fui para lo de mi amigo y desde allí partimos hacia Vélez para estar bien temprano. Un breve viaje en tren y después en colectivo por la autopista, a través de un frenético atardecer sobre la inmensa ciudad. Cuando llegamos al barrio de Liniers la noche ya estaba adueñando de la situación. El estadio estaba a unas siete cuadras de la parada de colectivo. A medida que nos íbamos acercando al estadio empezamos a palpitar, a respirar la INMENSA expectativa que se vivía en las calles. Autos de todas las marcas iban y venían buscando lugar para estacionar, mientras los pobres cuidadores se peleaban para atraerlos a sus dominios. Gente. Hombres, mujeres, jóvenes, viejos, pobres, ricos... chicas de las que me podría haber enamorado se entremezclaban con peligrosos sujetos de los que en cualquier otra ocasión hubiera huído... no importaban las diferencias sociales, todos veníamos por lo mismo, todos caminábamos por las calles y confluíamos animadamente en un solo lugar: el estadio mundialista José Amalfitani, el tercero más grande de la ciudad luego de las canchas de River y Boca. Las luces del estadio estaban encendidas y el rugido de la multitud se escuchaba desde las calles como si se tratara de un partido de fútbol. Alrededor, las avenidas estaban colmadas por hormigueos de personas. Cientos y cientos de chicos y chicas lucían orgullosos sus remeras con motivos de Pink Floyd: desde el clásico prisma de Dark Side Of The Moon hasta los infaustos martillos de The Wall e incluso algunos desubicados totales con remeras de PulseThe Division Bell The Delicate Sound Of Thunder. Si Waters los hubiera visto seguro los escupía (Con toda justicia). Alrededor de las boleterías MILES de personas se arremolinaban para conseguir las últimas entradas. Se podía sentir en el aire: iba a ser una noche especial.
Con Juan Ignacio hicimos un rodeo al estadio y encontramos la entrada que nos correspondía a los “pobres” que habíamos sacado las entradas más baratas. Había una fila larguísima que se extendía por cuadras y cuadras, pero como no teníamos ganas de caminar tanto nos metimos en el medio. Técnicamente eso se llama “colarse”; por suerte nadie se dio cuenta porque sino nos mataban a palazos. La cosa empezó a avanzar de a poco y casi sin que nos diéramos cuenta ya estábamos dentro del Club Atlético Vélez cuando la noche era completa. En la entrada un policía nos registró para verificar que no escondiéramos pistolas, navajas, drogas, bengalas o algo por el estilo... A un costado, varias personas de no muy buen aspecto que no habían sacado entrada trataban de ver si podían colar; muchos seguramente no tendrían ídea de quién es Roger Waters y solo venían a hacer un poco de quilombo y, por qué no, a robar. Nunca faltan esa clase de IDIOTAS por aquí. Unos metros más allá unos molinetes electrónicos controlaron nuestra entrada y listo. Ahora podíamos entrar en el campo de fútbol.
El sector del campo estaba dividido en dos por un bayado metálico. De la mitad hacia delante estaba el sector “campo VIP” donde había sillas de plástico y todo. Hacia atrás estaba el sector más barato (donde estaba yo!); solo había un recubriemiento plástico en el piso donde la gran cantidad de gente se sentaba en grupitos a tomar cerveza, fumar y emborracharse. Las tribunas que se alzaban a los tres costados también tenían una buena cantidad de público esperando por el show. El enorme escenario estaba a unos treinta metros de distancia del la división media, pero se podía ver bastante. Con Juan Ignacio nos ubicamos lo más cerca que pudimos del escenario, contra el bayado, donde una muchedumbre de jóvenes sudorosos de torsos desnudos comenzó a aplastarnos de a poco y a fumarnos marihuana en la cara. Como el lector supondrá estábamos más incómodos y apretados que las sardinas enlatadas. Así esperábamos que apareciera Waters.
Y ahora llegó, supongo, el momento de hablar del concierto en sí. A las nueve menos veinte de la noche (diez minutos después de lo anunciado) las luces del estadio se apagaron. La gente empezó a gritar de emoción, a amontonarse y a ponerse en puntas de pie para ver mejor. De pronto miré hacia el escenario y pude distinguir una figura humana: a Roger Waters solo, iluminado con un reflector, parado sobre una plataforma alta ubicada tras la batería, abriendo los brazos a la multitud de Argentinos que lo saludaba. Y así empezó todo: los acordes aplastantes de In The Flesh (Parte 2)sacudieron al estadio, una descarga de fuegos artificiales iluminó la noche y un segundo después la gente ya estaba delirando, coreando de memoria la melodía principal del majestuoso riff: era The Wall, era Waters, y lo estábamos escuchando en vivo. La cosa siguió con The Happiest Days Of Our Lives (sí, con ese helicóptero terrorífico resonando en el estadio) y la ubicua Another Brick In The Wall (Parte 2) que TODO EL MUNDO (incluída mi persona) siguió cantando y alzando los puños sobre las cabezas. Más tarde en un diario leí a un periodista quejarse por la puntualidad del show, argumentando que no dio tiempo que la totalidad del público llegara a entrar... si habrá gente PELOTUDA en mi país. Donde estaba yo éramos todos jóvenes formando una masa humana que no paraba de moverse y aunque al principio era divertido enseguida se tornó insportable. Después de todo queríamos escuchar y ver el escenario además de saltar como monos y chocarnos con axilas velludas en nuestras narices. De esta forma, mientras Roger tomaba una guitarra acústica y empezaban a sonar los acordes de Mother, nos fuimos para el otro lado del estadio en busca de un lugar mejor.
Antes de seguir hablando del setlist me gustaría decir un par de palabras sobre la banda, su interpretación de las canciones y también sobre la escenografía. Irónicamente, el tecladista principal era Harry Waters, el hijo de papá... y digo “irónicamente” porque el tipo (En las canciones de Floyd) reproducía palmo a palmo y con maestría las inolvidables líneas de teclado de Wright, a quien en su momento, Papá Roger había echado a patadas de Pink Floyd. Pero más irónico aún es el tema de los guitarristas. No se conformó con uno, ni con dos, sino que llevó TRES guitarristas distintos (además de la ocasional participación de ÉL MISMO en guitarra). Y lo más curioso (En una noche que tuvo de todo) fue que uno de esos guitarristas ¡Se veía, fisicamente hablando, EXACTAMENTE IGUAL a David Gilmour! Al menos a través de la pantalla gigante que había a un costado del escenario, uno tenía la ilusión de estar viendo al mismo Gilmour, con su incipiente barriga cincuentona, su cabeza peladita y todo... Era increíble: los que estábamos ahí abajo nos mirábamos incrédulos y decíamos “¡ES DAVID GILMOUR MALDICION!”. Por supuesto que no lo era, era un tal Chester Kamen, pero no deja de ser bastante cínico que el fantasma del más grande antagonista de Waters sobrevolara el estadio y que el mismo Roger pareciera ser su cómplice. Evidentemente quería que Pink Floyd estuviera bien presente, lo más presente posible. Los otros dos guitarristas eran viejos conocidos: Snowy White, músico de sesión de Floyd desde los días de Animals y Andy Faitweather Low, quien ya había estado con Clapton apenas unos cinco meses antes. Lo que también había era un coro de tres chicas, un elemento infaltable en los conciertos modernos de Pink Floyd al cual todavía no me acostumbro. Las performances de las canciones eran impecables, aunque, fiel a la tradición de Pink Floyd, eran muy similares a las versiones de estudio... lo cual no es malo: después de todo, reproducir con tanta profesionalidad y fidelidad semejantes piezas de música tiene su mérito. La calidad de audio era soberbia (sonido cuadrofónico y todo) solo que para mi gusto el volumen era un tanto bajo: mi única queja. El escenario era modesto; las luces apenas si hacían algún juego visual y no había NADA de esta pirotecnia millonaria tan característica de los shows de Pink Floyd, salvo una ENORME pantalla de cine detrás del escenario que presentaba todo tipo de imágenes sugestivas para acompañar la música. Me quedé con las ganas de ver al cerdo volador nomás.
Siguiendo ahora con las canciones. Después de esos cuatro temas de The Wall se lanzó con un par de canciones de The Final Cut que yo no conocía: Get Your Filthy Hands Of My Dessert, un tema con claras referencias a las Islas Malvinas y a los amigos Galtieri y Thatcher (que fueron pertinentemente abucheados) y la devastardora Southampton Dock, con una letra que se adivinaba fuerte, emocional y trascendente. En ese momento nos cruzamos con una chica que estaba totalmente poseída por esta canción, y la cantaba gritando en éxtasis total, mirando hacia el cielo, casi desomoronándose con lágrimas en los ojos. Realmente me impactó mucho como puede alguien sumergirse en la emoción de la música a esos niveles religiosos, cómo se puede llegar a las fibras más hondas de la gente solamente escribiendo una canción.
Pero sigamos adelante. Todo lo evocativas que fueron estas primeras canciones, para mí el VERDADERO concierto empezó cuando, al tiempo que los últimos acordes de Southampton Dock se extinguían, apareció en la pantalla gigante la imponente y siempre oscura imagen de la Battersea Power Station de Animals, anunciando que, veinticinco años despues, algo sigue oliendo mal en la granja. Y entonces esas ominosas guitarras acústicas creciendo y creciendo... y un inequívoco escalofrío recorriendo mi espalda... nada menos que Dogs señores, una de las canciones más poderosas de Pink Floyd, ahí en vivo frente a mi ojos. No podía hacer otra cosa que contemplar en éxtasis, mientras la banda hacía una rendición impecable y completa (Casi veinte minutos!) de la épica deAnimals, y un Waters sangrando esas letras que aún hoy siguen siendo actuales y severas como en 1977. En el oscurisimo intermezzo de sintetizador, mientras una jauría de perros hambrientos parecía rodearnos por completo, Waters y los guitarristas se sentaron en una mesa en el escenario a jugar al póker ¡Qué original! Supuestamente representando a los perros que echan a suerte los destinos de las pobres ovejas. Si por mi hubiera sido deberían haber seguido con Pigs Sheep... Pero lo que vino después no desentonó: escuchen bien... el álbum Wish You Were Here CASI COMPLETO, con TODAS las partes de Shine On You Crazy Diamond, el clásico Wish You Were Here y una devastadora Welcome To The MachineShine On fue anunciada por la imagen espectral y ausente de Syd Barret proyectada en la pantalla; la gente lo reconoció y fue saludado por una ovación. Por su parte, Welcome To The Machine fue uno de los momentos más memorables del show: no solo porque la performance fue particularmente inspirada sino porque en ese momento una INMENSA nube de tormenta se alzó por detrás del escenario lanzando todo tipo de relámpagos y rayos que aportaban un toque visual espectacular a la ya de por sí increíble banda sonora. De hecho, en un momento particular, cuando Roger cantaba por segunda vez la inolvidable línea “So welcomeeeee... ¡To The Machine!”, un espectacular relámpago sincrónizó A LA PERFECCIÓN con el final violento de la frase. Fue INDESCRIPTIBLE, pareció calculado por el genio maldito de Roger, o por una naturaleza caprichosa que parecía estar escuchando la canción. La cuestión es que en ese momento todo el estadio, anonadado por la impresionante casualidad, se aunó en una enorme ovación al relámpago. El pobre Roger, incapaz de ver la tormenta, no debió entender por qué demonios la gente reaccionó así. Jajaja.
Luego de la última parte de Shine On You Crazy Diamond tuvimos un intermezzo de unos veinte minutos. Las luces del estadio se encendieron y una leve lluvia comenzó a caer sobre el estadio abierto; por suerte paró enseguida y nadie se molestó. La segunda mitad del show arrancó con una versión FENOMENAL de Set The Controls For The Heart Of The Sun, esa hipnótica e intimista pieza de A Saucerful Of Secrets. ¿Por qué digo que la versión fue fenomenal? Simplemente porque la tocaron ostensiblemente distinta a la toma original, con ominosas guitarras acústicas, oscuros sintetizadores, las luces casi apagadas y una película fumadísima en el fondo. Y entonces, después de Heart Of The Sun, un breve silencio sentenció el momento clave del concierto. Los primeros latidos de ese corazón humano sacudieron a un estadio que no podía confundirse: era el turno de The Dark Side Of The Moon. He dicho que Dark Side no es mi álbum favorito de Floyd, pero escuchar ese clásico latido, esos sonidos raros de Speak To Me unidos a la palpable emoción del estadio fue sencillamente inolvidable. Los clásicos BreatheTime Money se sucedieron impecablemente rockeando completamente la noche. La introducción de Time, particularmente, enloqueció a la audiencia con su TREMENDA acumulación y posterior liberación de tensión.
Allí la suseción de The Dark Side Of The Moon se interrumpió para dar paso a los temas solistas de Roger. En este parentesis el concierto perdió interés: no es que los temas de Waters son malos, pero parecen meros reciclajes de los esquemas floydianos, con demasiada pompa exagerada, mucho corito femenino y pocas melodías fuertes, nada muy diferente a lo que la otra mitad de Pink Floyd hizo en los 80. Mis oídos escuchaban estas canciones por primera vez y no tenía idea de cómo se llamaban. Más tarde supe que interpretó una sola canción de su primer álbum The Pros And Cons Of Hitch-HikingEvery Stranger’s Eyes y cinco seguidas de su última placa de estudio, Amused To Death. La que más me gustó fue la canción titular: pura atmósfera, pero realmente buena, con esos oscuros y tétricos “Doctor, doctor, what is wrong with me?”. Los demás temas fueron: The Perfect Sense Parts 1-2The Bravery Of Being Out Of Range y It’s A MiracleRecuerdo que durante The Perfect Sense, Waters tuvo un inusual rapto de entusiasmo enérgico: empezó a correr de un lado al otro del escenario levantando los brazos y animando a la gente a cantar y levantarse mientras la música alcanzaba su clímax. El público no se hizo rogar y respondió con masivas ovaciones que hicieron de aquel uno de los momentos más intensos de la noche.
Y entonces sí, retomando Dark Side donde se había dejado, la banda interpretó Brain Damage Eclipse cerrando el concierto de forma aplastante, mientras en la imagen cinematográfica de fondo aparecían políticos famosos y un eclipse de sol animado. Sin embargo aún faltaba en encore, y ahí llegó el momento mas inspirador de la velada: Una majestuosa y arrebatadora Confortably Numbdespertó definitivamente la emoción del público y elevó la experiencia a alturas casi religiosas. Fue el clímax total de la noche: todos a mi alrededor, mujeres, hombres, jóvenes y viejos se hamacaban en trance cantando de memoria “There is no pain you are receiving / A distant ship smokes on the horizon”. Y yo ahí estaba, feliz de compartir con toda esa gente desconocida este momento tan especial, hermanados momentáneamente por una misma canción, una misma música, en un mismo lugar. En ese mágico instante pensé en lo solitario que me había sentido siempre con respecto a mi gusto y pasión por Pink Floyd: ahora sabía que miles de personas en mi ciudad sentían lo mismo, que se emocionaban con lo mismo y allí estábamos, unidos todos sin importar la religión, la escala social o el número de documento. El momento de Confortably Numb fue sencillamente insuperable y vaya ironía: Cuando David Gilmour compuso la música de Confortably Numb Waters casi lo manda a pelar papas, pero ahora esa misma melodía le servía como momento cumbre de su show.
Para el segundo y último bis yo esperaba algo a todo trapo, algo que me hiciera explotar la sangre y me volara los sesos, algo como Run Like Hell Sheep (Si elegía tocar Sheep seguro que me moría allí mismo, no lo dudo). Sin embargo, Roger (igual que Clapton unos meses antes) decidió clausurar la noche con un momento intimista y reflexivo: para ello se sentó, tomó una guitarra acústica y tocó su última composición, la desgarradora Each Small Candle, mientras el público estrellaba el estadio con una constelación gigante de encendedores llameantes. A pesar de que la canción suena comoThe Division Bell y muchos seguramente no la conocían, el momento fue solemene y emotivo, más que nada porque la letra de la canción fue proyectada en la pantalla para que todos pudieran seguirla. Se trata de un poema antibélico que cuenta la historia (supuestamente verídica) de un soldado sebrio que rompe filas para ayudar a una mujer albana y su hijo abandonados en el desierto. La música es mediocre, pero la letra pega como la gran puta, más que nada en la introducción, tomada al parcer de un poeta danés...
Not the torturer will scare me
Nor the body's final fall
Nor the barrels of death's rifles
Nor the shadows on the wall
Nor the night when to the ground
The last dim star of pain, is held
But the blind indifference
Of a merciless unfeeling world
Con esas palabras terribles el concierto de Roger Waters llegó a su fin. En casi tres horas se fueron toneladas de recuerdos, emociones, música y momentos inolvidables. Seguramente no volveremos a ver un show así por estos pagos por mucho, mucho tiempo.